Canción secreta de los heréticos

Creo en las heréticas enseñanzas de una edad degenerada,
en la brujería del dios cristiano,
en los capitanes de los barcos negros,
en la maravillosa tierra de los pelirrojos,
en el vidrio escarlata, en el agudo perfume del clavel,
en el calicó, el raque, y el vino tinto de los bárbaros del sur;
en los dominicos de ojos azules que cantan la liturgia
que aun en sueños me cuenta de un Dios de fe prohibida,
o de la cruz manchada de sangre,
en el sutil invento que hace a un grano de mostaza grande como una manzana,
en el extraño, plegable anteojo que ve hasta el Paraíso.
Ellos construyeron una casa con piedra, la blanca sangre del mármol
derramada en vasos de cristal;
cuando cae la noche -dicen-, estalla en llamas.
Este hermoso sueño eléctrico se mezcla con el incienso del terciopelo
reflejando el pájaro y las bestias del mundo de la luna.
He oído decir que sus afeites son extraídos
de las flores de plantas venenosas,
y que las imágenes de María están pintadas
con el aceite de piedras podridas;
las letras azules alineadas horizontalmente en latín o en portugués
están llenas de una hermosa y triste música del cielo.
¡Oh santos padres del error, dadnos seguridad
aunque nuestros cien años se reduzcan a un instante,
aunque muramos en la sangrienta cruz,
no importará; rogamos por el Secreto,
ese extraño sueño carmesí!
Jesús, rezamos por este día, cuerpos y almas
aprisionados en el incienso del vehemente anhelo.

Kitahara Hakushu


Fatiga

Ay, beso que vas aumentando en violencia,
melodía carnal...

De esa manera, el rostro de una bestia, pálido, fatigado,
ahora me contempla, fugaz, tan fugazmente,
y del otro lado de la ventana turbia me maldice, vacilando.

Oh, violín enloquecido que rechinas, oh, mis labios.
Un muro de arsénico quema mi cuerpo.
El sol de la tarde rebota en la pared.

Kitahara Hakushu


Impresión del crepúsculo

Delicia de los besos... murmullos...
Mas la sangre invisible gotea en el cielo
como el rugido de una bestia herida y agonizante.
¿Por qué duele tanto?

Hakushu Kitahara


Palma de la mano

En la palma de mi mano reluciente
está un Buda de Oro.

De mi alma reluciente
desapareció el Buda en un parpadeo.

Volteando la palma de mi mano reluciente
busqué al Buda todo el día.

Kitahara Hakushu


Pinos

1
Al cruzar por el bosque de pinos
contemplé largamente los pinos
desolados.
Yo viajaba solo.

2
Al salir del bosque de pinos
me volví hacia el bosque de pinos.
Al entrar en el bosque de pinos
fui atraído por una pequeña senda.

3
En lo profundo del bosque de pinos
encontré otra senda. La tomé.
Lloviznaba. Había niebla.
Soplaba un viento montaraz.

4
Por la senda del bosque de pinos
yo viajaba y viajaban otros más.
La senda atraía dulcemente.
Caminábamos de prisa, desolados.

5
Al cruzar por el bosque de pinos
caminaba con pasos sigilosos, sin saber por qué.
Los pinos desolados murmuraban:
“pinos”.

6
Al salir del bosque de pinos
vi en la cumbre del Asama levantar el humo.
Vi en la cumbre del Asama levantar el humo.
Más allá de los pinos.

7
Llovía en el bosque de pinos.
Soledad, paz.
Sólo el cuclillo cantaba.
Sólo los pinos que se mojaban.

8
Oh, mundo, estabas triste.
Pero eras hermoso, pese a tu brevedad.
Las montañas y los ríos cantaban.
Por arriba de los pinos cabalgaba el viento.

Kitahara Hakushu


Sen Rikyu *

Sen Rikyu amaba el té
porque le complacía el espíritu del té.

Alma tranquila y noble del amanecer y del atardecer.
El humo era más amado aún que el té.

Mantener la sutileza en la apariencia
equivale a purificar el alma con sutileza.

Por eso Rikyu permanecía sentado
y le sonreía al sol tenue bajo el pabellón de té.

* Sen Rikyu: Fundador de la escuela Urasen-ke de la ceremonia del té.

Kitahara Hakushu












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