"Con frecuencia, soñamos cuando escribimos y, a veces, escribimos cuando soñamos. Redactar sólo se puede con la mano, pero se escribe con todo el cuerpo, con el ser entero."

Luis Ignacio Helguera


"Confieso casi con vergüenza que lo único que me gusta escuchar inmediatamente después de la música que amo es el silencio, porque sólo en el silencio se expande a sus anchas la impresión total que deja la composición, su sabor, sus mejores momentos, sus últimos compases."

Luis Ignacio Helguera




"Definitivamente la invención del último día de la semana encontró ya a Dios cansado, aburrido, falto de inspiración
 y lucidez."

Luis Ignacio Helguera



"El ajedrez es el dominio ideal del tímido, del solitario, del escéptico, del desencantado."

Luis Ignacio Helguera


"El ajedrez es la única manera civilizada de hacerle la vida imposible al prójimo."

Luis Ignacio Helguera


"EI ajedrez es un juego autista, y sin embargo, todo depende de lo que haga el otro."

Luis Ignacio Helguera



"El ajedrez nos recuerda que el mundo es un conjunto de posibilidades casi infinitas y que hay que irse por una."

Luis Ignacio Helguera



"El mar: única monotonía que no cansa."

Luis Ignacio Helguera



"El velorio es una fiesta sin anfitrión."

Luis Ignacio Helguera



"El virtuosismo doméstico, civilizado, de la mujer moderna recuerda a veces el sacrificio primitivo de las mujeres a los dioses. Sólo que antiguamente los hombres inventaban causas más elevadas que el altar de las escobas."

Luis Ignacio Helguera



"En rigor, sólo cuando muere, un amigo es amigo para siempre."

Luis Ignacio Helguera



"Era Rachmaninov un gran oso ruso, con garras complacidas en meter en desafíos técnicos a los virtuosos del piano y “un ceño de seis y medio pies de altura”, decía Stravinsky, a quien Rachmaninov, más que conversar con él, regalaba frascos de miel. Oso hosco, silencioso, levemente gruñón, que, según su mujer, temía a los baños y no gustaba de paseos ni juegos, con la excepción lógica y rusa del ajedrez. Su música apasionada, romántica por antonomasia, conmueve, confesémoslo, aunque, como decía Rubinstein, empalague a veces.
Gran oso ruso con corazón de miel."

Luis Ignacio Helguera



Fábula I

El sapo y la rana se mostraban una noche lluviosa sus versos. Entre celebraciones, descubrieron de pronto, con asombro extraordinario, que habían escrito un poema -«Loa al charco»- idéntico, literal.
Pero en lugar de disputarse los derechos de autor del caso apoyándose en recuentos de circunstancias y argumentos diversos, y como eran animales irracionales, quedaron de acuerdo, con un unísono eructo, en que lo esencial era divulgarlo, y lo proclamaron anónimo.

 Luis Ignacio Helguera


Fábula II

Un gato se trepó al tejado y se puso a escribirle un poema a su amada. Jugando con los hilos de estambre de la luna, enarbolaba versos hábilmente: «Fatal lejanía…/ cuántas azoteas de por medio…» De pronto, sonó a sus espaldas un maullido sensual. Volteando atrás, el poeta vio a su novia, a su musa, y, recobrándose del sobresalto, le dijo, ya muy tranquilo, aunque molesto: “Vete, luego nos vemos. Me has interrumpido.”

Luis Ignacio Helguera



"Ni sí, ni no, ni ni."



Peón

Nada.
Mover un peón sobre el tablero
nada más.
Peón cuatro dama.
Contra nadie.
Contra el hastío.
Contra la incertidumbre.
Contra la zozobra.
Contra el infinito.
Contra la nada.

Luis Ignacio Helguera



Postal de Brahms

Para Carlos Helguera

Esta vecina de mis padres en Chicago
ensaya todas las tardes el Andante un poco adagio de la Primera sonata para viola de Brahms
mientras piso las hojas rojas y anaranjadas de la Campbell Avenue
¿Por qué le obsesiona ese movimiento como a mí?
(porque no lo estudia: le obsesiona)
¿por qué pasan estas cosas, tío?
No toca nada mal la viola, aunque se atora en un pasaje difícil, como yo en la vida
Quisiera tocar el timbre de su departamento
hablar con ella de Brahms, de esa serenidad sublime
y admirar la belleza de su viola y su cabellera
y la expresividad de sus brazos y sus ojos
mientras me otrece un café o una copa
y hablamos del poder evocativo y las meditaciones otoñales brahmsianas
y del estatismo armónico extraño y sublime
en que flota un clarinete de pronto solista sobre el piano en el tercer movimiento
del Segundo concierto para piano y orquesta
y la invito a cenar en Belmont
¿Pero qué tal si es una güereja desabrida o una anciana decrépita
o un maricón pelirrojo o un gordo devorador de hamburguesas?
Sólo quedaría sellar una brahmsiana amistad y largarme
¿Por qué pasan estas cosas en la vida, tío?
¿Por qué se pregunta uno por qué, si la vida toda es naturalmente azarosa e indescifrable?
Hace años que me obsesiona la dulzura de este Andante
Brahms deshojaba lentamente en el pentagrama los árboles más bellos
Me invade la melancolía, pero no tengo el valor de tocar el timbre
Tal vez esa mujer espera a un brahmsiano que toque su timbre
Tal vez esa mujer sea tan solitaria y triste como yo
Tal vez esa mujer y yo podríamos amarnos, apadrinados por las barbas de Brahms
Tal vez sea la mujer de mi vida y me separan de ella la cordura y la cobardía y un timbre
Después de todo, la melancolía de los acordes
ambienta bien mi soledad
Me quedo con la belleza pura de la música
silbo la melodía y piso las hojas rojas y anaranjadas de la Campbell Avenue
y regreso con mis padres
Qué triste y hermoso y brahmsiano es el otoño en Chicago

Luis Ignacio Helguera


Recetario de pasiones

Del rencor puede destilarse veneno excelente
y del odio, generalmente veneno mediocre;
pero, a veces, lumbre fulminante
la envidia se puede aprovechar en un raticida que,
bien publicitado, funciona
del afecto sale glucosa que no produce diabetes
de la amistad, condimentos excelentes y vinos supremos
el amor, un platillo agridulce, a veces -las menos- bueno;
otras, generalmente empalagoso y tóxico
repleto de álbumes familiares cuya dependencia                                                                 
                                   opiómana y daño
cerebral irreversible, están científicamente comprobados
desde antes del Dr. Freud.

Luis Ignacio Helguera Lizalde


Ring

Sueñas en el bar
Viejas promesas
con ser excelente poeta
excelente persona
excelente ajedrecista
galán (por si fuera poco)
excelente bailarín de ese mambo número cinco
que suena lejanamente
ya todo lejanamente my dear
confórmate
con garabatear estas líneas en la servilleta
pedir otra copa
y derrotar a ese gordo
que al otro lado de la barra
próximo está a caer
con la madrugada.

Luis Ignacio Helguera





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