"Cuando escribo un poema lo más importante es serle fiel al impulso. Cuando siento que encontré algo en el lenguaje que atrae y me atrapa busco la manera de dar con él a través del lenguaje. Porque muchas veces lo que me pasa es que hay algo de lo que quiero escribir y se va macerando en la mente, reformulo continuamente la manera de decirlo, hasta que como si fueran las fichas del bingo o como una maquina de esas tragamonedas que de repente se detiene, aparece la ecuación del lenguaje y el orden exacto para decirlo. Eso es vital pues ahí encuentro una sensación de honestidad que para mí es fundamental que tenga el poema. Por supuesto, esto no significa que se trate de pura intuición, sino que llega el momento en que se crean las condiciones adecuadas para que se unan ese impulso y ese entendimiento, con esa parte más reflexiva. La intuición propone una forma y la razón la llena de contenido. El poema es el momento en que se manifiesta."

Mara Pastor


Déjense de excusas

Los profesores nos volvieron locos
                     Nicanor Parra

Los estudiantes saben
las arañas en la luna pero alegan
que es mejor saber si pasan hambre
por culpa de los zares muertos
que cantaban con la boca llena.
Fue Gioconda quien se hizo los bigotes.
No hay gerundios cuando se está en guerra
ni te sangra la nariz en el Amazonas.
Un mandala es un apóstol de la forma.
Flaubert pensó en los mayas cuando fue a Egipto.
No hay ilustrador que haya hecho a Cide Hamete.
Lo importante es que Goliat era un gigante,
la filosofía un holograma de la historia
y una churuata yekuana es una bóveda al cielo.
Irnos, irnos, irnos desde entonces.
Todos dirán que los estudiantes
sabían de la historia su lápiz roto
hablándole sin devociones
con la infidelidad frágil al evento.
Así iban con mezclilla y pancarta
como que estamos a comienzos de siglo.
Tenían todo por lo que molestarse
molestándolos de esa manera
sobre todo por lo inconfesable:
a qué tanta manía policíaca
¡Tanta crueldad en el vacío más negro!

Mara Pastor
(fragmento)




Escombros vitales

Cae cabeza
pesa principio
Parte extrema cuelga
sin ninguna cabecera

Hundo los hombros
en homogénea espera
Del homicida brota
la muerte pasajera

Un brazo está caído
El otro balbucea
Se fracturan los huesos
que fomentan la letra

Me llora el escote:
sediento transparenta

En la cintura,
sobran razones
Se hielan sonidos,
faltan las sazones

Resbala la cosquilla
que no agrada
Hay censura
en la entrepierna

Avariada, siento
el peso de cien desatinos
en las rodillas,

que se chocan, flaquean
Frágiles, bajan
la escalera que no sube

Y sobre mis pies reposan
escombros silenciosos

Mara Pastor



Flora numérica

Ciento setenta y tres de cada mil mujeres
se llamaban Rosa en Alabama

en el mil novecientos cincuenta y cinco.

Una de ellas se sentó en un autobús
que nos llevó a todas a un futuro de posiciones

y museos pero con una idea de justicia
que rondaba las costuras de la automovilística.

(Hubo Rosas que no contaron en el censo
porque recién habían cruzado la frontera
o habían germinado).

Una niña que nació por cesárea y no lactó
fue la última en llamarse Rosa
en el mil novecientos ochenta y nueve.

Ese mismo año dejaron de nacer Rosanas.

En la década del ochenta se extinguieron las Rosario.

En el mil novecientos noventa
ninguna niña se llamó Rosemary.

En el dos mil cinco, una de cada mil mujeres
en todos los Estados Unidos se llamó Rosa.

Hay residuos del Big Bang en las rosas,
residuos de radiación, hay menos abejas
en el planeta polinizándolas, hay menos Rosas.

Mara Pastor




Futuro

Tendrás un pez
que morirá de olvido.

Te dirá que la paciencia
es una nube de burbujas,

esperarnos como en un arrozal
que se seca,

sobreviviendo
con poquito oxígeno,

cada uno en su burbuja,
con la esperanza del monzón.

Mara Pastor


"Los poemas son lugares que atravesamos."

Mara Pastor



Moho

Los carros de mi casa
tenían los retrovisores pegados con silicona
porque no había dinero para repararlos.
Los espejos fragmentados
como en un rompecabezas mal hecho.
Cuando mirabas por ellos
veías a conductores ebrios, mujeres golpeadas,
adolescentes maquillándose,
niños olvidados en los asientos traseros,
parejas camino a los moteles o a la iglesia,
asesinos vestidos de empresarios,
veías monjas serias que miraban hacia el frente,
al vecino evangélico gritándole a la esposa,
yerberos capsuleando, novios recién casados,
ambulancias,
músicos camino a los conciertos en el anfiteatro,
transacciones de droga, de armas, de huesos,
veías plátanos verdes traídos de Dominicana
y piñas gigantes más dulces que la miel,
veías volkys de colores,
y los contabas y poco a poco desaparecieron,
veías cañas de pescar, tablas de surfear,
las varetas de madera con las que enmarcaba el padre
y que los amiguitos de la escuela
llamaban escopetas,
veías a los policías
que querían multarnos por ir rápido, por ir lento,
por ir con los retrovisores rotos pegados con silicona,
veías la heroinómana en el semáforo
que se quedaba pidiendo monedas
cuando los carros mohosos aceleraban
para llegar a la casa,
a la escuela, a la universidad, al trabajo.
Retrovisores rotos,
movilidad enmohecida por el salitre
mar por todas partes, reflejo de fractal en aguacero,
posibilidad de Yunque, de ave costeña, de yagrumo,
de flamboyán como hemorragia del camino.
En los carros mohosos de mi casa
se hicieron pequeñas revoluciones
amorosas y escolares,
pronuncié correctamente la palabra periódico,
conduje rápido por las autopistas y la ruta panorámica,
me escapé al grito de Lares y a veces vi fantasmas,
en los retrovisores de los carros mohosos
vi los ferrocarriles dándole la vuelta a la isla
y los rostros de la gente
asomados por las ventanas de los vagones
sin que nadie se quejara de no tener aire acondicionado,
vi a mis tíos sin cinturón yendo por la número uno
antes del accidente que hizo llorar tanto a mi madre
y a mi abuelo subiendo la ventana automática
como si fuera un gran adelanto para la familia.
Porque el pasado de esta isla sólo puede verse
en un retrovisor roto con espejos mal pegados:
recuerdos enmohecidos
que están más cerca de lo que parece.

Mara Pastor


Pájaro que cae

Han pasado cosas rotas
como si la suerte fuese un error
que nos cae en la cabeza.
No hablo de accidentes.
Hablo de que ayer era otra
que decoraba una casa en un sótano
con imágenes de época
(la decoraba con mi
fijación a las revistas).
Tengo una abuela que muere
y tampoco me refiero a eso,
pero entro en la ducha
y me imagino el poema fúnebre
escrito desde siempre.
Sé que la belleza muere
y mientras muere se deshace
como el error de un pájaro que cae.

Mara Pastor


Saga

Mientras calo
grafías
como una pitonisa,
el oído trémulo retumba,
voz que deslumbra
con sabores arábigos

Amargo
acentos,
y un letargo de almohadón
me incita a levantar bermejo
el cálamo

Óbice a luz y no

Paso a la hoja blanca
Ausentes balsámicos,
escucho rumores de medina,
como si cenaras en el Cairo

Escarlata,
el pincel retomo

Mara Pastor





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