El amor a la música

Ríos azules entran en la boca,
extienden sus hojas en el interior cardúmenes plateados.
Porque el amor hace callar
a la carne
y es su propia forma de autocompasión,
un trébol de crines llevadas al sol, al hueco
de un espacio cerrado e inmenso,
lleno hasta la garganta
de caballos.

Marina Serrano



Enlaces

Ensimismada en una partitura
con clavos largos y acéfalos entre los metacarpianos
es posible creer
en el amor,
en la presencia
de un tiempo lento,
muy regular, largo y lento, que no perdona,
deshilvana,
engancha los plegados velámenes del cerebelo,
ahora
que el amor, sin palabras, llega a la carne,
y se instala
en esta casa, en este sillón,
en tus manos arponeadas.

Marina Serrano


La femme argentina

Una mujer argentina
ante todo, parece
un adjetivo
en la boca, objeto, palabra,
una sombra.

Marina Serrano



Los ciclos y el uso de la barra de repetición

Nunca pude reconocer tu juego,
entender
aquellas reglas propias de los trastornados.
Quizá lo más preciso
fue conjeturar un azaroso ciclo en donde alternabas tres fases:
indiferencia, maltrato y éxtasis.
La indiferencia la jugabas con los ojos,
fijando tu negra opacidad sobre los míos
y, una vez captado el hilván,
lo girabas hacia el no me importa.
Para el maltrato tenías herramientas más vulgares,
las escenas públicas, tu voz destrozada
casi siempre capaz de nuevos aires al insultarme.
Y el pico del amor eran tus manos,
tu cuerpo y el derrumbe
de todo lo demás, sobre las mías.

Marina Serrano


Nunca decías sí

   Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no": que
   lo que pasa de aquí viene del Maligno
                              Evangelio de Mateo

Nunca decías: sí.
Sólo un silencio mientras yo creía.
Porque te dijeron que un sí, debía ser un sí,
y todo lo que se dice de más
está bien para matar el tiempo, para convencer gente,
¿pero los no?
Los no deberían haber sido no.,
y fueron banquinas inundadas,
halos de soberbia
que decantaron hasta ser otros, distintos.
Yo siempre tuve un sí para las cosas, y los sueños,
pero como caída en la zozobra,
en la penumbra, el aburrimiento y la desesperanza,
sólo me quedan los no,
que son no, con tanta crudeza
como el más contundente bloque de cemento fraguado
en el gélido invierno de Rawson.

Marina Serrano


Pánico escénico

Entre sombras aquello que observa,
filos de dientes, brillos, toses, ataques
grabados en una isla sumergida,
ciegan, despiertan
la refleja parálisis,
en el oscuro fondo, negro sobre negro, sala saturada
por el olor a bocas, perfumes, hospital, presidio, gente
grave, llama el nombre que se lleva,
entre pasos vacilantes, y aprietan
para ir y hacer
lo hay que hacer, como hay que hacerlo,
como se hacen tantas cosas, sin explicación,
con urgencia,
llevando en el seno, entre máscaras, oculta
una cara de otro tiempo, un insecto
que solo puede salvarse
si alcanza a clavar las uñas, a entrar
en algún hueco
antes del temporal, del diluvio.

Marina Serrano


Un día no es el blanco
para quien se hace
discernimiento
matemático operatorio maquinal,
bastan los canales que separan
las sustancias de su cualidad última, fronteras
que hacen vida. Y orden,
pérdida, abandono, enajenación, ignorancia,
también ese otro,
nos vuelve uno
en la división que atraviesa
la historia completa
y vive en cada elemento
hasta la igualdad final
de todas las cargas.

Marina Serrano












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