El primer trabajador

El Pelado Laspada es el abanderado
de los jugadores humildes;

día tras día,
semana tras semana,
mes tras mes y los noventa
minutos completos que dura el cotejo,
el Pelado Laspada roe con tenacidad
el hueso de su torpeza:

marca / rasca / muerde / traba /

se pela el ukelele contra el verde,
la suda y con un shot
ajustado y potente envía
el esférico a Puerto Belgrano,
donde los marines del Almirante Rojas
lo ven venir en llamas y creen
que se trata de un ataque terrorista
de la izquierda apátrida y peronista argentina.

Marcelo Díaz


"Hay un texto breve de Giorgio Agamben, Magia y felicidad, en el que menciona una tradición luminosa de la magia, según la cual el nombre secreto no es tanto la cifra de la servidumbre de la cosa a la palabra del mago como, sobre todo, el monograma que hace posible liberarla del lenguaje. Según esta tradición, el nombre secreto era el nombre con el cual la criatura era llamada en el Edén y, pronunciándolo, los nombres manifiestos, toda la babel de los nombres, cae hecha pedazos. Por este motivo es que la magia llama a la felicidad. Dice Agamben: “En última instancia, la magia no es conocimiento de los nombres, sino gesto: trastorno y desencantamiento del nombre. Por eso el niño nunca está tan contento como cuando inventa una lengua secreta. Pero su tristeza no proviene tanto de la ignorancia de los nombres mágicos como de su dificultad para deshacerse del nombre que le ha sido impuesto. No bien lo logra, no bien inventa un nuevo nombre, tiene en sus manos el salvoconducto que lo lleva a la felicidad. Tener un nombre es la culpa. La justicia es sin nombre, como la magia.” Cito este texto porque me interesa la poesía que opera este “desencantamiento” del nombre de las cosas, las acciones, y las criaturas, que es siempre el nombre que impone el poder, el orden establecido del mundo, que como sabemos, porque lo experimentamos, es un orden injusto. Cada nombre ratificado es una confirmación de esa injusticia. Y me interesa no tanto que la poesía opere como denuncia, sino como borramiento, como la nieve que quiere cubrirlo todo, o la galería subterránea de ese topo que de pronto fisura los cimientos, o la risa, que viene a trastocar los nombres y celebrar el malentendido, o el trovador que hace poemas silenciosos, solo abriendo su boca sin emitir sonido, me interesa la construcción de esa paradoja en la que las palabras de la poesía producen un borramiento de los nombres establecidos, como una liberación, que es festiva, y en cierto modo silenciosa."

Marcelo Díaz


HO CHI MINH CITY

El hombre de Saigón cruza el mar de la serenidad. Aparece y desaparece. Ahora está, ahora no está. El hombre que ahora está es una sombra tenue, y el hombre que ahora no está es una sombra en fuga por un túnel invisible. El hombre de Saigón traza un triángulo de hierro, cava una ciudad en la luna. Huele el viento entre los cráteres y desaparece. Ahora está, ahora no está. Los brazos adelante, la espalda en comba y la nariz y los ojos y los pies haciendo mapa en el cuerpo, en la oscuridad. El topo de Saigón es un sensei lunar. Acurrucado bajo la superficie, ve la lluvia de napalm en el jardín de hierro, ve las nubes de fósforo blanco avanzar como en un cuadro expresionista, ve caer los racimos de bombas de los B-52. Cava una ciudad en la luna. Cráteres en la superficie y túneles al centro de la tierra, como ves en esas fotos que pescaste en internet, con un tipo sonriente que se dobla sobre sí para circular por los corredores; más ese mapa de la aviación norteamericana que parece un Pollock.

¡Bienvenidos a Cu Chi!

El guía que ahora está recibe a los turistas y los signos de admiración sostienen las paredes bajo la superficie, y el guía que ahora no está cuenta que el sensei de la luna de Saigón sembró una semilla de serenidad en su cabeza, y la vio germinar en la oscuridad.

Marcelo Díaz
De Blaia



Lonh

Ser punk era tener un plan B. Ahora que lo pienso, no había otro secreto. Ser punk era tener un plan B incluso como alternativa al punk. Ser punk significaba, contra todas las expectativas, elegir el plan B, vivir en la B, hacer de eso una causa. Habitar el punto ciego de la foto familiar, y que ese estar fuera de foco fuera la tierra más lejana.
A esa conclusión llegamos una tarde de 1983 mientras Mick Jones cantaba Stay free.

Marcelo Díaz
De Blaia


Nocturno

Se pasea por las calles iluminadas y no sabe lo que ve.
Ve un cartel entre otros, y otro cartel detrás.
Y el desierto, detrás, como un cartón pintado. (Un rumor
de pastizales secos).
¿Es esta una ciudad civilizada?
¿Es la joya del Sur?
¿Es el País del Diablo, como creían los indios,
y la página blanca sobre la que nadie escribe nada?
Un televisor coreano ofrece
a la calle vacía
un partido entre equipos chilenos;
un Panasonic la sonrisa de Valeria Mazza.
Llueve en Santiago, Valeria,
mientras espero el micro,
quince minutos, sentado en el zócalo
de un comercio quebrado:
un cómic de mutantes, un alfajor barato,
y la luz azul de un patrullero
otorgando a la noche

Marcelo Díaz



"Todos tenemos derecho a participar activamente en la vida cultural de una comunidad."

Marcelo Díaz









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