No sólo el pan se vuelve cotidiano.
Con el mismo asombro
que los verdes búhos de traje victoriano
descifran mis trazos
en la pequeña libreta
traída de África
con el mismo asombro
escucho el albedrío de mi voz
y las palabras con las que soy dicha.

Laura Fuksman


V

Todo comenzó en la oscuridad
la estrepitosa caída del imán
y las astillas que quedaron sobre la baldosa de la cocina.
Lo que siguió a tu rugido
fue ejercicio de buenos modales:
acariciar la gata
ofrecerme un té.

Subterráneo, el temblor
suave no cesó hasta despertar
al demonio que habita en los arenales.

Laura Fuksman

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