0291-47815

suena el teléfono en casa
de mi infancia, hilvana
silencio y tono al pasear.

el elefante con el billete enroscado
de su trompa diezmil australes unos angelitos
con ribetes dorados, las fotografías
sobre el aparador lo ácaros del polvo doméstico
la mesa y el mantel con motivos frutales.

la voz de mi padre tantas veces
confundida con la mía dice: usted
se ha comunicado con la familia 0291-47815
en este momento no podemos atenderte
deje su mensaje después de la señal.

la cinta congelada la voz muerta
a medida que avanza mi otra voz
que no alcanza al niño sobre los hombros
de un extraño aplaudido en una playa
del sur de buenos aires
y cuelga.

Pablo Gungolo


Cowboy

un auto avanza por la ruta
hacia el sol que cae detrás
de unas montañas 
en álamos dorados
tranquilos donde ir es
adquirir un nombre y una morada
tararea la música que habita
en el pensamiento siente
como una cinta progresa
torsiona desconquista
y conquista al mismo tiempo
los misterios de un corazón
conoce hasta dónde puede
pedir algo a los actos del lenguaje
salmones que resbalan
sobre la mano de un oso
escapan con la fuerza del eco 
no hay más: un itinerario
de desierto donde un horizonte
esconde otro horizonte
y es la gracia.
saca un brazo por la ventanilla
corta el viento. 

Pablo Gungolo



gaviotas

hay en la puesta de sol un dilema
al contemplar el silencio crece
cierro los ojos tengo frío
hago esfuerzos por recordar
gaviotas que curvan y sus alas
acarician la superficie celeste
tengo un ramo de flores amarillas
otras blancas recién cortadas
al cerrar los ojos mi hijo me besa
en la madrugada tiene fiebre
lo pego a mí absorbo su calor
a quién engaño soy un animal
herbívoro que tiembla junto a su cría
la llegada de la noche las fauces
de los pumas nos asustan
y leo un cuento en voz alta
para evitar el miedo hago un fuego
invisible lejos podrían atacar
en cualquier momento
mi hijo me toma la mano
en su sueño es un ciervo blanco
atraviesa una tormenta de nieve
a lo lejos brillan cerezas
ayer fumaba y llovía bajo el alero
el ritmo del agua hacía la sintaxis
de los truenos un lugar
disfrutaba: intento ser feliz
la niebla del vapor de la ducha
mientras lavo el pelo cierro los ojos
y me veo cantar como la protagonista
una sueca lánguida lejos de su país
un poco borracha con ganas de bailar
abrazada sobre el pecho de un extranjero
que le diga cosas lindas y no entienda
cierro los ojos. los días desabridos de mayo
los días de mayo, mayo, los días
el día está gris y dormí mal mis manos
las miro deberían tocar más la tierra
jugar con el barro cierro los ojos
botes de pesca encallados en el norte
de Finlandia un crepúsculo que vi o soñé
o vi en una película cuando era chico
abrazado a mi mamá cierro los puños
con monedas de oro todo el horizonte
está en la mirada toda la extensión
de la pradera el rastro de un animal
que morirá después a varios kilómetros
cerrar los ojos bailar dance
imitar el tranco de una liebre
o algo de ese peso
insistir en la búsqueda
rescatar algo bello
de una tormenta de verano
las flores en el piso
y los tallos decapitados
caminar por la casa descalzo
tomar una fruta sopesarla
dos minutos después de un orgasmo
morder la ciruela volver
a la infancia cerrar los ojos
volver corriendo a casa
abrir la puerta
encontrarlos a todos.

Pablo Gungolo



trumai

ceno en calzoncillo bajo la luz de la lámpara
fumo en el living con las piernas estiradas
las cenizas caen al plato y no escucho
pero siento el chasquido sobre el aceite
y gozo hay música y bailo
con vanidad mi paso preferido es el robot
y la elocuencia del ritmo plateado. creo
en el movimiento como forma y sentido
creo en mi baile en el placer de decir
un indio que pide agua o pan
como tierras nuevas o cosecha necesaria
envuelto en efectos especiales
un pez fuera del agua y la electricidad
recorre la espina dorsal soy un idiota
soy con el pelo pegado a la frente alguien
dentro de una composición rompo el coco
de un golpe y bebo el néctar repito
la coreografía; es decir rompo el coco
y bebo el néctar muevo las caderas
tomo el agua chorrea por los labios
con el reverso del brazo
limpio el excedente bailo
en un meneo sin fin espiral
que arde nada puede detener
la danza de un trumai a punto
de lograr la lluvia exhausto
ya no se pertenece.

Pablo Gungolo


turistas

una pareja de turistas abrazados
ella señala algo sobre el cielo
voy a escribir una gaviota.
es rubia como sueca alta
tiene una blusa roja
él es calvo pero fue rubio
con una camisa manga corta
de loros y bermuda marrón
toman daiquirí ella de frutilla
conversan y alternan miradas
entre ellos con la gente
parecen conformes. ella gira
sonríe y el cuerpo recorta el paisaje
una ladera llena de pinos
pide una foto toma el daiquirí
con ambas manos muerde el sorbete
agacha la mirada luego él
se prueba una gorra blanca y señala
dónde posarán. pretende levantarla
entre sus brazos ella no quiere
del forcejeo la gorra cae por el barranco
en el hotel discuten con su idioma
arreglan las cosas tienen sexo
ella termina sobre la cama
con la camisa abierta de loros
y un cigarrillo él muestra un cartel
de prohibido fumar ella hace un gesto
va al balcón la piel delicada y transparente
roja por la brisa que corre, un cielo azul
oscuro se hace negro apaga el cigarrillo
tira la colilla al viento y entra a la ducha
canta abraza su cuerpo en la niebla
lo pierde un instante canta en silencio
leen el menú piden queso brie
con vino. el mozo lleva dos copas
de champagne y una cereza
en la cima de un helado
se derrite apenas comido
están algo ebrios
voy a escribir que de la boca
del escandinavo colgaba
una gota de vino
y que la vikinga pálida y menuda
como alondra quitó de la comisura
mientras la luna iluminaba
la copa de los pinos
y una pequeña vela la mesa.

Pablo Gungolo
















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