A todos los audífonos del mundo

Mi certificado de discapacidad
vence en el año 2010
renovable cada 10 años
el número de legajo es 49382
allí están especificados los siguientes ítems:

Diagnóstico: hipoacusia bilateral profunda
Antecedente: probable alteración genética
Deficiencia: de la comunicación

Vivo en la ilegalidad
y no respeto lo dictaminado por la junta médica:
colgar los auriculares
y mendigar por los vagones
una monedita para el sordo

El silencio
es la tragedia de mi vida
¡y no me importa!

Nicolás Domínguez Bedini


Decirte al oído

Soy el Dj sordo
que hace bailar a las suegras
en los casamientos

¿No es maravilloso?

Nicolás Domínguez Bedini



Fila india

Me pregunto encarecidamente
por los errores de mi historia

—encarecidamente
es la palabra clave del verso de arriba

tan o más contundente que la palabra “plan” o “envión”
al haber largado último en la carrera de poetas.

Nicolás Domínguez Bedini




No me quise despertar

No me quise despertar
estaba soñando con una canción pop perfecta
y con la Reina del Emporio de las Galletitas. Incluso
el estribillo de la canción
repetía incesante la palabra Manon
cada tanto. Y en la abarrotada sala de conciertos
todo el mundo tarareaba Manon, Manon…
y sonreía con dulzura.

Nicolás Domínguez Bedini


Soñé con relojes de pared

Soñé con relojes de pared
que habían pertenecido a mis tías longevas.

Detenidos desde hace mucho tiempo
habitaban arañas laboriosas en su interior
que hubo que desalojar a escobazos.

Ninguno de los relojes estaba malogrado
y todos tenían una melodía distinta.

Las arñas, pequeñas y elegantes,
murieron por los sonidos de los cucús:
no resistieron a los belos noises.

Somos inimputables ante la SPA
(Sociedad Protectora de Arácnidos)
dado que el uso de escobas fue moderado
y con fines de dispersión.

Insisto, el deceso de las arañas
hay que rastrearlo en los preciosos sonidos
de los pequeños relojes de pared.

Nicolás Domínguez Bedini


Sueño doméstico
 
Me falta la preciada herramienta
para desarmar una cosa.
Eso debería haber pedido
para el día del padre:
una pico de loro
para que ande por fin 
el lavarropas, por ejemplo.
Menos intensa que un hacha
pero más necesaria 
para la armonía conyugal y familiar.

Nicolás Domínguez Bedini












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