Ángel de silencio

A sus manantiales suben los ríos
el sonido de la lluvia
sobre la mesa metálica de la terraza
retorna al libro
idiomas extraños
te encuentran, quieren seguir
el órgano de fuego
se calla, las hojas tuyas
se enrollan
amontonado
fulgura el vino
una vez más

en el jardín
incisos
en láminas de cobre:
una rosa de giverny
tres puentes venecianos
cinco notas de rameau

Michael Speier


Ángel ignoto

Lenta sosegada
caída en el sueño
polvo, máscaras tambaleantes
mientras el cielo
una lámina de chapa
se abre
mosaicos sangrientos
componen
historias de cuerpos
veta resplandeciente en la
luz de avena
el horizonte mezcla
el aire y los nombres en uno
lo que realmente sucede
al fin
del orden alborotado
lo lees
en el remolino y el viento
consumido por lo inconmensurable
sepultado
por la duna crujiente

(pero a ti te respira el aire
tú que eres
y no eres
tomas lo que me falta
te embriagas
y sueñas)

Michael Speier


Cassis

Resplandecientes hebras nubosas
sánscrito celestial
vistas desde el auto
junto a los pinos flameantes
(hasta aquí pues
alcanzó el ardor)

dispuesto
lo que nos florecerá lejanamente
en cárdenas y ponientes
ímpetus venturosos, soles desvaídos
me murmuré
a mi oído:
cada día desaparece algo

Michael Speier



"Los poemas son regalos, a veces se recibe uno, a veces no se recibe nada, uno no los puede pedir y uno tampoco empieza a escribir inmediatamente, primero hay que asimilar las cosas. A veces sale en un par de días, a veces toma años, eso también puede ser, pero lo más importante son las notas que se hacen y las impresiones que se tienen, diferentes a las de alguien que escribe una novela o un texto en prosa sobre un lugar, pues la realidad se percibe de una manera totalmente diferente, y se toman notas y cuando se tiene un momento de inspiración, entonces de ello resulta un poema."

Michael Speier



O bien con palabras

«La noche se aleja como una bella mestiza»
botes de moscas
iluminan los ríos detrás de Rimbaud
quieres caminar a casa
las emisoras callan
lo evidente raído en rincones
cajas de madera emanan
lejano olor a mar, ultramar
animales de buceo cecean y fosforecen
langostas ágiles camarones
cangrejos gigantes anuncian
una opulenta cena:
azulado panzón delicia para el ojo
sobre los sótanos enmohecidos
charlas de ondinas, en medio
(con y sin ropa) el boleto
de entrada: una branquia
lamida por
vagas quimeras
o bien con palabras.

Michael Speier



Por qué en realidad...

POR QUÉ EN REALIDAD DORMIMOS quisiéramos saber
por qué en realidad se depositan siempre con mayor frecuencia datos en las nubes
y en el vacío algodonado de una sala de espera de aeropuerto a nosotros
por qué en realidad berlín vuelca de nuevo
al horizonte su gris de mala fama: los pronósticos
dentro de la noche y la mañana se disuelven
por qué poco antes de la leche hay esta luz absorbente
entre berghain y paris bar (lo quisiéramos saber)
la elegancia de la resistencia del aire cuando salimos
en off entre lucidez y daño cardiaco
después de las ocasiones penosamente perdidas
entre vasos e indecibles tontos baños oculares

por supuesto  – se puede replicar – esto tiene que ver con los
acontecimientos que no se distribuyen igual
en espacio tiempo & música o tiene que ver con los
documentos sin tripulación
que nos desenroscan el alma
con polillas minadoras en los paseos de castaños
del eterno canalón del stimmann

todos son pretextos  – acaso está prohibido
comer pasado o dar sacudidas a los
piercings o a las cosas concebibles
así las cápsulas climáticas se van zumbando
como en el pequeño balón que flota junto a nuestra cabeza
y no sabemos por qué todavía van hacia el centro
donde la luz precoz blanca y ligera nos tutea

por qué hay que romper para descubrir
(frangio ut pare facias) y entonces es mejor volver a casa
a la bionada biedermeier de bötzow
o sobrebarrer con arrogancia el frankfurter
y cuando los encerrados pregunten
¿dónde quedó wenck? diles que en la caja fuerte
y otros búnkers porque nosotros estamos
agotados aquí en este ángulo del ojo y
hemos dejado la vigilia ya desde hace
siete mil millones de años

Michael Speier


RITUALES 

subimos la pirámide de nuestros corazones
que se desgarran, nos idolatramos salvajemente
tamboreamos, tamborileando nuestras pieles
somos el cristo ennegrecido de la catedral
conquistador con taparrabos de terciopelo
el calendario escapa a nuestra conquista
amamos el lago (desaparecido) que nos irriga
en la temporada seca de nuestra carne, con plumas
ataviado esperamos el email del sacerdote
con el número 112 lanza lo que queda
de nuestros huesos sobre la cama king size
que nos dobla, redoblándonos hasta los poros.

Michael Speier









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