Cada noche, al dormir, nos preparamos para el oficio mayor,
el que necesita más entrenamiento.

Raúl Artola



Dao rojo fuego

Uno mira el cuadro
se conmueve, lo comenta
y dice: esta mujer es feliz
no pueden faltarle hombre,
mujer, vecinos, hijos
que la amen.
Uno mira el cuadro
y le dan ganas de llorar
por uno mismo.
Después nos enteramos
que la autora ha pasado
malos tiempos:
estuvo internada
toma barbitúricos
y nadie la cuida.

Raúl Artola


Durante cinco años...

Durante cinco años cerré las puertas y ventanas de mi casa.
Entre persianas y vidrios se acumularon cartas, facturas
impagas, diarios y folletos, hojas secas, arañuelas y polvo
impalpable, condones, tapitas de cerveza y hasta un gorrión
muerto, entre otros regalos del tiempo.
El día que abrí el ventanal escuché una canción olvidada, la
luz entró crujiendo sobre los muebles, el aire se abrió paso
entre vaharadas de niebla, las moscas retrocedieron
arrepentidas de su intento y unos pibes se pararon a mirar y
comentaban por lo bajo.
Me quedé un rato observando el panorama con mis viejos
anteojos para sol. De pronto cruzó frente a la ventana una
muchacha de buen andar. Me acordé enseguida de mi profesor
de biología, de pistilos y gametos, la división cariocinética,
cigotos y blástulas, hasta que perdí la visión de esa grupa y su trote.
Después me cambié el piyama húmedo y salí a comprar
queso, salamín, maníes y una botella de fernet.

Raúl Artola



En la literatura, como en la vida, el que se siente sorprendido
es porque no estuvo atento a los indicios.

Raúl Artola


Esta noche he llorado por una soledad de treinta años.
Nunca recé a ningún dios para que cesara en su castigo. Es
más, llegué a amar ese castigo. Esa soledad era mi fortaleza.
Dije: mi casa soy yo.
Ahora estoy desnudo, deambulo, abro cuando hay que
cerrar, guardo vasos vacíos en la heladera, la gata no me
reconoce (creo que hay momentos en que ladra), Nina
Simone canta para vos. Y me pregunto quién soy, cómo me
llamo y dónde queda mi casa.

Raúl Artola



Fabla viril

Pasolini me ha hecho leer y yo lo quiero
como al padre que nos señalaba la página perfecta
los canales venecianos y el capitel corintio
la belleza de la rama de gilicinas
que cae sobre el muro y evocamos
una mañana neblinosa al ir a clase
sin saber la lección
las manos ateridas y los pies mudos
sobre las baldosas húmedas, desparejas.
Me hace leer Pasolini esa página
y yo le agradezco en silencio
acompañado por su sombra
y su mirada de padre que no quiso ser patrón
pero voló por olímpicas alturas.
Me contagia un ensalmo envolvente
para soportar el recuerdo
de aquellas mañanas impiadosas
y los atardeceres turbios
de regreso a la casa del amor arrinconado.
Y Pasolini no estaba todavía
para decirme: muchacho
esto pasará, ya tendrás
tus horas de sueño y de vigilia ensoñada,
aguanta el invierno de la infancia,
yo te miro y a mi modo te cuido.
Y aunque no lo dijera aún
yo oía su voz en otras bocas,
en el aire adverso
se abría un canal amistoso
con el piano que me devolvía
una paz ignorada,
rescoldo que siento en mi pecho

Raúl Artola



La poesía es un toro de lidia en el ruedo, solo, vestido con
su traje de luces

Raúl Artola



"La poesía va delante de mí. Como siempre. Nunca la alcanzo."

Raúl Artola



Landscape

En la pintura
se ve una gris
casa de leños,
antigua y sólida,
en medio del bosque.
Parece confortable,
un edén posible
para hacer la vida
libre y volátil
de la imaginación,
siembras y cosechas,
amores y comidas.
De pronto, el cuadro
se abre ante nosotros,
nos devora
y dentro encontramos
moho, alimañas,
tabiques vencidos
y un acre olor
a leños húmedos.
Vive gente allí
que se recela
y duermen
con un ojo abierto
y la mano

Raúl Artola


Las mujeres pasan, el arte queda, pensó el pintor mirando el
movimiento de la calle por la ventana de su taller.
La modelo aprovechó para cubrirse e ir al baño.

Raúl Artola



Nadie habla de los cuerpos sin ser mirado con recelo.

Raúl Artola







No hay comentarios: