Debajo del jardín

Desde adentro, por debajo del jardín, en la trastienda del camino de la hormiga, la catacumba o el alma de la casa, desde allí mismo se gestaba el huracán, una fuerza centrífuga trayendo al comedor los sucesos de los días. El viento se alzaba fuertemente y nos dejaba caer una lluvia de recuerdos. Las nenas no entendíamos ni jota. Empapadas, salíamos a la calle, como después de haber cruzado un río.

Paula Jiménez



Desencanto

V

Por momentos, alcanzás
a hilar fino en tu desgracia y tarde
te das cuenta del engaño,
cuando el cansancio
es más grande que el deseo.
Entonces yo te escucho y pienso
que a veces la vida se ve así
como un árbol caído
y los dos
creemos que es más cierto que el verano
este invierno, la apariencia
que en la ventana adquiere
bruscamente
lo que se vuelve inmóvil.

VI

Mejor es ser consciente, observar
la cotidiana conclusión de las cosas
que se avienen con la luz
y terminan en la sombra. Cada día
se aprende de esto,
solamente hay progresión hacia la noche
cerramos los ojos y olvidamos la vida
y la materia,
no sólo eso que nos rodea
sino lo que somos, es decir
lo que no será.

Paula Jiménez



La tía Juanita

A veces, en mitad de la noche, rugía el volcán, el ciclón, el huracán debajo del jardín. Escuchábamos el temblor en las paredes y en los techos, unos pasos acompañaban el movimiento sísmico que de vez en cuando colmaba nuestra vida de hechos importantes, que de vez en cuando, y sólo de vez en cuando, derramaba su lava de futuros recuerdos sobre la oscuridad del comedor. Y la lava brillaba y lavaba los muebles y los pisos, la Tía res lavaba y resbalaba en la sal. Hacia el sur iba de cola nuestra Tía, como la novia, como la Osa Mayor.

Paula Jiménez












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