Dictadura 

agentes que modifican la Gramática a su antojo 

el singular adquiere los hábitos del plural 
objetos que se visten de sujetos 

ansían las desinencias del futuro durante su juventud 
de viejos se embriagan con las del pasado 

no precisa traducción 
rechaza la flexión 

estructura oracional fija 
estructura oracional fija 
estructura oracional fija 

el único verbo transitivo: reprimir

Chen Li


Microcosmos 

espero, te anhelo: 
dado en el cubilete vacío de la noche 
buscando el siete

二   

acontecimiento en un solitario día 
de invierno: cae cerumen 
sobre el escritorio

三   

bebo del vaso el té que viertes 
bebo del vaso el frío primaveral que corre 
entre tus dedos

四   

“¿corre más rápido la hierba o el óxido?”
 alguien me preguntó, tras la lluvia 
primaveral, junto al ferrocarril arrumbado

五   

sobre la blanca piel se vuelve 
isla el lunar: añoro el fúlgido 
oleaje del mar inabarcable dentro de tu ropa

六   

el amor ardiente causó heridos y muertos agradables: 
exudé el zumo de cinco cajas de pomelos, 
veintiún cabellos tuyos se quebraron

七   

torneo de chirridos: 
la vieja cigarra de 0 años enseña a la cigarra niña de 0 años 
a cantar “cumpleaños feliz”

八   

refugio: deja que me oculte dentro de ti, 
como el agua en el agua, a la vista de todos 
sin que nadie nos vea

九   

la mesera recoge con gracia y limpia la mesa 
ignoraba cuán difícil de quitar sería tu mirada grasienta 
de sus hermosos hombros

Chen Li


Primavera 

Ah, Mundo, de nuevo 
tornaron nuestros corazones 
lícita y saludable la lujuria

Chen Li


Tango para envidiosos 

Si abrazaras el amor como si fuera un lavavajillas, 
y despreciaras los platos con restos de grasa que otras 
lenguas lamieron, donde cortaron tenedores y cuchillos 
ajenos. Abre el grifo y libera el agua. 
El mejor detergente es el olvido, sólo recuerda 
las partes gloriosas, bellas, rutilantes, 
pues los recipientes, en especial los de porcelana, 
son frágiles. Lávalos, sécalos, y parecerán nuevos, 
como si mañana a la hora del desayuno nada hubiese pasado. 

Cuando la vida se acerca o ha pasado 
el mediodía, vuelve a ti la angustia juvenil, 
y descuelgas el teléfono para llamarla en vano, 
inquieto, suspicaz, llamas una y otra vez 
a amantes rivales invisibles, y una y otra vez (oh, qué magnífico 
aparato de comunicación) esa persona, la que te responde, 
es la tarde vacía, tan vacía como un cuenco. 
Desenchufa entonces el lavavajillas por un tiempo, 
engulle los cables telefónicos que te enredan en una masa de fideos, 
mójalos en la salsa de soja de la venganza imaginaria. 
El lavaplatos pronto eliminará la fealdad. 

Pero la noche oscura es un lavaplatos aún mayor.
Cuando vajillas y cuberterías tristes del pasado se abalanzan hacia ti, 
luces de estrellas indelebles se adhieren bajo el plato. 
Ah, no prestes atención al ruido de la máquina en funcionamiento, 
el persistente sonido del universo apartado. 
Sé indiferente a la sombra de raspa de pescado que te rodea. 
Si ella no está a tu lado, 
querrás sacarte del corazón esas espinas, 
componer con ellas, una a una, nuevos versos.

Chen Li














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