El surfer rosa

***
El Surfer Rosa espera la tanda para entrar al agua. Es la mañana y las cosas están heladas
(no es necesario tocarlas para saberlo). El sol brilla y los pájaros heavy metal cantan. En los
videos de surf, los chicos rubios entran en los tubos, salen de los tubos, giran, cortan las olas
para abajo, cortan las olas para arriba, y saltan por el aire, para caer del otro lado y esperar la
siguiente serie. En La Flecha las cosas son distintas. Los bodyboarders no pueden deslizarse
a través de las olas conquistadas por los jóvenes surfers. Los jóvenes surfers no pueden
interferir en el camino fluvial de los surfers viejos. Los surfers viejos no pueden, pero igual te
cortan con la quilla si no te metés bien abajo del agua, lo más abajo que puedas. Y de vez en
cuando aparece algún lobo marino. No hacen nada, pero dan miedo. La piel del Surfer Rosa
parece mexicana. Helada su mente, que nada y filtra a contrapelo la espuma verdosa, y su
madera se pierde sola entre las olas pequeñas.

Matías Moscardi



"Me gusta algo que decía Lucho Hernández, un poeta peruano: “creo en el plagio y con el plagio creo”."

Matías Moscardi



Miércoles

(Fragmento)

Nubes que desfondan sobre la línea de flotación pero no alcanzan a formar la imagen de una llovizna en alta mar. Apenas el dentelleo de un aserrín traslúcido mezclado con vinílico que se escurre por el cielo con una motricidad espesa. Lo que alcanzo a ver es algo quieto: algo que todavía no pasó.

Arena enteramente cubierta por caracoles que crujen y se quiebran con cada paso que doy, por más cuidadoso y delicado que sea.

En la línea donde entran las primeras olas, asoma la última punta del buque que durante un temporal, en los noventa, se desamarró de las banquinas del sur y fue arrastrado por la tormenta hasta las playas del norte, donde finalmente encalló. Años atrás, todavía se podía ver la proa herrumbrada, con sus escamas de herrumbre y sus mástiles oxidados. Ahora queda apenas un borde visible que se recorta entre las olas, arremolinando agua para sus adentros.

El sonido que hace el oleaje en la orilla forrada de caracoles es idéntico al sonido de una persona que ahueca los labios, retrae la lengua contra el paladar y suelta una leve exhalación, pidiendo silencio.

Matías Moscardi


"Para mí, Internet es la Gran Editorial. Pero por algún motivo, su poder de edición parece absurdo, como el poder de los jueces que aparecen en El proceso, de Kafka. La compulsión a la expansión que tiene Internet hace que su propia fuerza de amplificación se vuelva en su contra. Porque como dice Barthes, no podemos inventariar el Todo. En otras palabras: el Todo está tramado de blancos, de puntos ciegos, de fisuras, de resquebrajamientos. Entonces, si Internet falla como editorial es, precisamente, porque, en potencia, podría publicarlo todo y en esa proliferación se vuelve ilegible, ya que su sistema parece ser un puro inscribir sin borrar. No habría “edición”, en sentido estricto, sino pura “publicación”. Podríamos pensar que las fallas de Internet como sistema editorial producen pequeñas grietas en donde se inscribiría el impulso de las editoriales independientes que, dicho sea de paso, también usan las ventajas de Internet pero no para publicar sino como herramienta de difusión, de muestreo o de venta directa. Por otro lado, como dice Roger Chartier, el proceso de publicación es siempre un proceso colectivo, que implica numerosos agentes y que no separa la materialidad del texto de la textualidad del libro. El libro es un objeto que requiere intervenciones plurales. Las pequeñas editoriales, entonces, en mi opinión, recuperan la mediación que Internet vuelve prescindible y según la cual los textos se construyen en la interacción entre distintos sujetos (editores, diseñadores, imprenteros, otros escritores, amigos) y a partir de sus respectivas prácticas específicas (de escritura, de lectura, de edición, de composición, de diseño) que a su vez implican determinadas velocidades o temporalidades (de fabricación, de corrección, de procesamiento de los textos, de circulación, de puesta en común). En Internet, lo único rizomático parece ser el Texto entendido como pura inscripción, como puro adentro sin exterioridad. Y precisamente eso es lo que permite delimitar una de las funciones más importantes de las editoriales independientes: la de cartografiar lo particular, lo específico, lo diferencial, sobre el trasfondo de generalidades de la Gran Editorial."

Matías Moscardi


"Para mí la poesía es una práctica. En algún punto, la mayoría de los poetas jóvenes, además de escribir, son editores, organizan lecturas, recitales, ferias, publican y ponen a circular sus textos. Es como si la figura del poeta comenzara a solaparse con la figura del gestor, del librero y del editor. Creo que hay un compromiso fuerte en este sentido, que para mí viene desde fines de los años ochenta, con revistas como La mineta o Trompa de Falopo; revistas que, aunque tuvieron poco tiempo de vida, lograron establecer un modo de producción que les dio forma, hacia 1998, a proyectos como Siesta, Belleza y Felicidad, Ediciones Deldiego y Vox. Creo que los efectos de aquellas primeras publicaciones llegan hasta hoy, e incluso aparecen, muchas veces, radicalizados por las posibilidades tecnológicas de la edición y la difusión por Internet."

Matías Moscardi






















No hay comentarios: