Axioma poético

Hay dos posibilidades de sentido más
allá de la que el poema indica: la primera
atañe a lo que yo siento;
la segunda, a lo que yo pienso de lo que
siento. Pero otra posibilidad, que
no está en la primera ni en la segunda
opción, habla de lo que
yo pienso de lo que siento y, por otro
lado, de lo que yo siento de lo que pienso. Si
no sé, con certeza, cuál de ellas es más verdadera,
es porque lo más verdadero es
lo incierto, y cuanto más incierto más
lo siento como verdadero. Llego, por ello,
a una conclusión: la tercera posibilidad
surge de las dos primeras, y lo que
pienso me hace sentir que sólo siento
porque pienso, aunque también
pudiera pensar que sólo lo siento por
no haber sentido sin sentimiento. 

Nuno Júdice


Elegía

Los romanos, que enterraban a sus muertos a lo largo de la calzada,
facilitaban las cosas: quien moría, tenía a su frente el
camino ya hecho. De noche, cuando alcanzo las encrucijadas
y pienso en los huesos bajo tierra, les pregunto:
«¿Cuál es la dirección? ¿El norte, cuya estrella empalidece,
o el sur, hacia donde van quienes no saben qué otro camino
seguir?». Me responde el viento, que agita los quinqués
de la rotonda; y las sombras se agitan en el suelo, como si
quisieran responderme. ¿Pero a cuál he de prestar atención?
¿A esa que danza, como la loca sibila, obligándome
a descifrar los gestos de una respuesta? ¿O a la sombra
única, en la cal del muro, en que reconozco los rasgos de
una antigua amada, cuyo canto se desprende del breve silencio
de los arbustos? Aquí, sin embargo, los romanos no tuvieron
ese problema. Los muertos fueron entregados a los muertos; y
la calzada continuó, de oeste a este, hasta los confines
del imperio. Quien se quedó en medio, entregado al olvido
de los dioses, no tuvo derecho a lágrimas, ni a lápidas
funerarias. Sólo tú, que surgiste de mi memoria para
esa danza nocturna, me pides: «Acuérdate de mí;
no pierdas mi imagen; y siente, en tus manos,
el cuerpo que perdiste, para hacer el camino de vuelta».

Nuno Júdice


Hamlet

Hay una altura, antes de despertar, en que
sueño y realidad se confunden. A veces,
el sueño impide que se haga esa distinción;
otras veces, nos juzgamos metidos
en la vida sin saber que aún no salimos
del limbo nocturno. En todos los casos,
sentimientos y emociones sobresaltan
el cuerpo; nos movemos para un lado y para otro
con la angustia de la doble existencia; nada
dominamos de las acciones que, todavía,
sufrimos como si algo nos hubiese arrancado
de la cama. Durante el desayuno, pensando
en eso, ya poco queda de cualquier cosa
de la noche. Ni las personas, ni las palabras,
ni las imágenes nos atormentan con la intensidad
de hace un momento. No obstante, es como si nos faltara
algo de nosotros. Y, durante el día, repetimos
gestos que no sabemos a quien se dirigen;
oímos frases de las que no percibimos
el sentido. Y no sabemos, de hecho,
dónde encontrar una explicación para ese
deambular entre ser
y no ser.

Nuno Júdice


Interrogación
 
El amor es una vocación oscura. No sé de dónde viene,
pero sé que tiene la forma de un cuerpo que se abraza,
el calor de las palabras casi murmuradas, la precisión
de las manos que descubren el camino hacia el centro,
y que demoran en cada curva. Puedo describir el amor
a través de todas sus formas; indicar el camino
para encontrarlo, pasando las pausas de la vida;
verlo en lo profundo de los ojos que se abren en el intervalo
de un abrazo; seguir su movimiento en el desordenarse
de los cabellos; y olvidar todo lo que sé sobre el amor
para descubrir, de nuevo, cuando viene a mi
encuentro en el sol de la mañana, y el mundo se apaga
a tu regreso para que tu sonrisa lo encienda
y me haga preguntarte por qué el amor
es una vocación oscura.

Nuno Júdice


La crisis griega

Fue en las islas griegas donde vi el Mediterráneo
completamente azul, sin sombra de transparencia. "Y
felizmente es así", me dijo la muchacha griega que
servía cafés a la orilla de las rocas. "Conocí a algunos que
quisieron rasgar el mar para ver lo que escondía
y nunca más volvieron". Entendí lo que quería: que
yo rasgara la superficie del mar, y bajase los peldaños
del abismo que nos cautiva hasta la eternidad. "Si vienes
detrás de mí, y me traes de vuelta, haré lo que
deseas". Pero ella fingió no entender mi
lengua, aunque hablásemos un inglés de aeropuerto.

Y cuando llegamos al gran anfiteatro, bajo
las colinas de los pinos rodenos y los bosques de
cipreses, el cielo estaba completamente limpio, como si
los dioses ya hubieran dejado de existir. Recité
un verso en griego clásico, poniendo a las aves en
desbandada. "¿Ves lo que has hecho?", me gritó la muchacha
griega. "¡Llenaste el cielo con una nube de pájaros!"
Y nos pusimos a mirarlos, a la espera de saber para
dónde se dirigían. Pero se hacía tarde para tomar
el barco. Las islas me dan claustrofobia, dijo
la muchacha griega. Y me puse a correr hacia el barco que
ya tenía los motores en marcha, sin pagarle el café.

Nuno Júdice


"La literatura portuguesa siempre tuvo que ver con la evolución social del país. Se echa de menos eso. La literatura es la mejor manera de que perduren determinados hechos.""

Nuno Júdice



La materia de la poesía 

                                      Para Salah Stétié 

Hay una sustancia de las cosas que no
se pierde cuando las alas de la belleza
la tocan. La perdemos de vista, a veces,
entre los rincones de la vida; pero
ella nos sigue con su deseo
de permanencia, y viene a contaminarnos
con la infección divina de una fiebre de
eternidad. Los poetas trabajan
esta materia. Sus dedos extraen
el caso del interior de quien va
a su encuentro, y saben que lo improbable
se encuentra en el corazón del instante,
en el cruce de miradas que
la palabra de la poesía traduce. Leo
lo que escriben; y desde la llama
que sus versos alimenta se levanta
un humo que el cielo dispersa, entre
el azul, dejando apenas un
eco de lo que es esencial, y queda.

Nuno Júdice


"Me obligo a escribir todos los días, como un oficinista. Escribir es mi vida. Me gusta hacerlo, no vivo de eso, pero es mi manera de ser."

Nuno Júdice


Metafísica

Con la taza de café enfrente, enciende
un cigarrillo. No quiere saber de inspiración,
de versos casuales, de rumbos vagos
como la dirección de los ríos. Es probable
que el tiempo no lo asuste; que la muerte
no sea, para él, más que una
idea sin realidad visible; que
los ojos no dejen traslucir
algo de una vida abstracta que coincida
con el alma. A veces, piensa en responder
las preguntas que se le plantean. Pero
aplaza ese instante. Prefiere mantener
la silenciosa obstinación del presente,
como si durara, y el café
no se hubiera enfriado en la taza.

Nuno Júdice


Óxidos

No se dice que una palabra se oxida, como
pasa con los metales. Pero hay palabras
que herrumbran, y no sé qué hacer para
limpiarlas, para que tengan el brillo
de la primera vez que fueron dichas –en
el caso de que podamos saber la primera
vez en que una palabra fue dicha.

Tampoco se dice que un sentimiento
se oxida en contacto con el aire, o que
hay que mantenerlo en una atmósfera pura,
limpia de viento y humedad. Al
contrario, cuando se encuentra expuesto
al tiempo el sentimiento gana la
fuerza que le permite resistir a lo efímero.

Sin embargo, estas palabras que parecen
oxidadas, podemos pasarlas por la esponja
del sentimiento. Lo que parecía polvo
se transforma en luz; y vuelvo a decirlas
para que oigas, en el filtro del poema,
lo que el amor hace a las palabras.

Nuno Júdice



"Por lo general escribo siempre poesía. Es mi actividad más constante. La novela necesita una historia, un punto de partida con el que seguir. Y, por ejemplo, ahora no tengo ninguno. La novela no es en mí algo natural. En el fondo, en mis novelas hablo de cosas que conozco, son una suerte de memoria ficcionada, de diario novelesco."

Nuno Júdice



Proyecto 

Busco la tierra blanca de otro
continente, los montes áridos de un litoral
tempestuoso, el hondo secreto de unos ojos
abiertos al coral de la eternidad. Me perdí
en esa búsqueda; destruí los cuadernos donde
había apuntado el camino. Como un ciego,
extendí los brazos al ocaso de un infinito
dibujado por los locos. Me golpeé contra
sus límites, y anduve dándole vueltas sin encontrar
un punto de fuga. 

Pero vi salir todos los barcos del puerto
que había imaginado. Lo había imaginado con largos
muelles vacíos, y lo había recorrido despacio, tropezando
en maderos podridos y en los cordajes inútiles
de un velamen corroído. De vez en cuando me sentaba
en los cajones deshechos por los vagabundos
en busca de un resto de comida. Los perros
venían junto a mí y me lamían las manos
como si yo fuera su dueño. 

No sé qué llevaban esos barcos, ni
qué sueño de felicidad se deshizo en los ojos
vacíos de los ahogados.

Nuno Júdice


Receta para hacer el azul

Si quieres hacer azul,
agarra un trozo de cielo y mételo en una olla grande,
que puedas llevar al fuego del horizonte;
después mezcla el azul con sobras de rojo
de la madrugada, hasta que se deshaga;
vacía todo en un bacín bien limpio,
para que no quede nada de las impurezas de la tarde.
Finalmente, criba los restos de oro de la arena
del mediodía, hasta que el color se adhiera al fondo de metal.
Si quieres, para que los colores no se desprendan
con el tiempo, deposita en el líquido un corazón de melocotón quemado.
Lo verás deshacerse, sin dejar señal de que alguna vez
allí lo pusiste; y ni el negro de la ceniza dejará restos de ocre
en la superficie dorada. Puedes, entonces, levantar el color
hasta la altura de los ojos, y compararlo con el azul auténtico.
Ambos colores te parecerán semejantes, sin que
puedas distinguir entre uno y otro.
Así lo hice – yo, Abraham ben Judá Ibn Haim,
iluminador de Loulé – y dejé la receta a quien quisiera,
algún día, imitar el cielo. 

Nuno Júdice



"Siempre me he interrogado sobre qué es un poema, entendiendo como poema ese objeto vivo que perdura en la mente del lector. La poesía que muere una vez leída, esa poesía seca, formal, es un objeto interesante, pero no pasa de eso. El poema tiene que dirigirse al lector como algo esencial y transformarlo, hacerle ver las cosas de otra forma."

Nuno Júdice


"Yo crecí con la dictadura. Y existió, antes de mi generación, una poesía militante, muy política. Nosotros reaccionamos contra eso. Pensábamos que una poesía que nacía en una circunstancia política perdería el sentido una vez desaparecida. Por eso mi poesía, siempre ha tratado de ser algo más universal. Aunque, bueno, es evidente que la realidad tiene que pasar por ahí. Pero siempre busco que el poema trascienda ese puro hecho que lo inspiró."

Nuno Júdice






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