“Escribo poesía desde la adolescencia. Esto es normal. Todos los de mi generación hemos atravesado un periodo de lectura omnívora, con eje en los libros de aventuras, y casi todos hemos escritos poemas en la adolescencia. Por alguna razón lo seguí haciendo. Leyendo y escribiendo poesía, como si esto fuera el eje de mi experiencia de vida. Hasta constituir mi identidad, por decirlo de un modo grandilocuente. Obviamente, no hablo de un resultado de la escritura, sino de un estar en el mundo. Como todos, supongo, en algún momento consideré que podía dejar por escrito mis experiencias o mis opiniones. Esa sensación de tener una vida que pudiera transformarse en novela, cuento, memorias, y que a alguien pudiera importarle. Con más de cincuenta años empecé a escribir ficción, como quien retoma la pasión por la aventura de los libros de infancia. Huyendo como de la peste de todo cuanto pueda sonar a experiencia propia."

Miguel Gaya


Los bárbaros

Tu queja es inútil. Lo dijeron antes
de nosotros: fuimos los bárbaros
que ignoramos todo del más alto idioma,
y es más: lo mancillamos.

Pero los dogmáticos fueron
bárbaros también, y en su idioma
encendieron fogatas donde ardieron
padres iconoclastas y más antiguos.

Ahora hombres sin fe en nosotros hablan
y así nos niegan. Hijos que nos obligan
a la pócima engañosa de lo viejo.

Igual la plaza no está asediada
ni vencida. Todos ardemos
en el torbellino del fuego del idioma.

Miguel Gaya



”Me interesaba reflexionar sobre cómo el mal del terrorismo de estado ha inficionado un sector de la sociedad argentina, precisamente ese que siempre sintió que se mantuvo lejos de cualquier compromiso o responsabilidad.”

Miguel Gaya



No es verdad que habitemos a merced del tiempo

No es verdad que habitemos a merced del tiempo.
El tiempo no existe. 
Nadie lo ha visto, nadie lo huele, nadie lo toca.
Cuando estamos reunidos, o caminamos a solas, o nos quedamos
mirando el vacío, el tiempo no está entre nosotros. 
Repetidas veces he dado vuelta la cabeza
y nunca lo he sorprendido, y cuando estiro el cuello para ver el mañana
el tiempo no se encuentra más adelante.
Ahora en la habitación que continúa a oscuras
preveo las rayas de luz, diminutas, que irán transitando en la pared
según avance el día.
Y más tarde ya no estaré allí. 

Miguel Gaya


Patria avara

Patria avara,
me fui de ti
y nada me entregaste
y nada permitiste
que llevara
de mí.
Soy extranjero ahora en tu casa.
Bebo y como
y duermo
en lecho ajeno.
Y tu canto oigo
por las noches
que me gusca
para decirme
ausente.
Nada menos que tu voz
es la que sigo
sonámbulo.
Y no me hallo,
ni encuentro más
que el polvo
del camino
por donde se van mis pies.

Miguel Gaya



Sobre los equívocos que provoca Virginia Woolf

Un cuarto propio, una voz reconocible,
el cielo por asalto, ¡cuánta pedantería!
Caminamos por un sendero estrecho,
nuestra mente es estrecha, y la tumba a la que bajaremos
será estrecha.
Y poco tiempo nos recordarán, en un rincón estrecho
de una mente ajena, ocupada febrilmente
en otros menesteres.

Pero a la noche nos volvemos a empeñar
en palabras que son aire, en música leve
y sentidos oscuros.
solo para ver crecer
algo diferente y tenue
con una suave gracia.

Solo nosotros sabemos tantear
la inmensidad,
y aun así apoyamos
nuestra crédula cabeza
en su regazo.

Miguel Gaya


Templo en México Tenochtitlán

Dioses ajenos y brutales
nos han dado forma
quién sabe si en sus pesadillas.
En la plaza del mercado deambulamos
ofreciéndonos sin pudor
ni esperanza.
Fuimos arrojados de ellos, abandonados
por ellos y todos nos hemos perdido
por la historia y la explicación que intenta.

Sólo nos resta que alguien se apiade de nosotros
y nos retenga
en ese corazón
que se da de comer.

Carne de extranjeros.

Miguel Gaya


Una excursión a los indios ranqueles

Para que engorde el caldo
le ponemos
cosas innombrables
Para que tenga sustancia
                Y después negamos
“Tiene choclo nomás
Alguna tripa gorda …”


Tierra de ranqueles es esta
De cristianos dudosos
Más que de mentiras
nos alimentamos de ocultamientos
Todos comimos
Carne de yegua
gusanos de la tierra

Miguel Gaya





















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