Maldito tiempo

El tiempo, 
mi peor enemigo, 
mi mayor obsesión.

El tiempo es cruel,
perverso, pérfido,
desalmado, implacable.

Su avance es imparable,
devastador, intolerante,
inclemente, despiadado.

Él me arrebató la niña que un día fui y, con ella, 
mis sueños, mis juegos
la inocencia, la bondad innata.

¡La terrible relatividad del tiempo!.
Mi padre se marchó, definitivamente, demasiado joven y
yo ya tengo la edad que él tenía cuando murió.

El tiempo me robó la infancia de mis hijas,
las primeras ilusiones, los planes de futuro pero,
¡ay!, la maldad del tiempo que arrebata lo bueno y 
nos deja para siempre lo malo, la enfermedad.

No hay música más ensordecedora que
el maldito tic-tac del reloj.
No para nunca, es constante, penetrante, como una tortura.
¡y como pasa el tiempo, que de pronto son años, de cuyo paso no avisa!

Y luego, ¡la angustiosa inflexibilidad del tiempo!.
¡Cuántas veces hubiese querido
dar marcha atras en el tiempo y, enmendar así,
terribles errores cometidos!.

Pero no puedo y él lo sabe.
Por eso se ríe de mí a la cara,
restregándome la imposibilidad de una segunda oportunidad o,
mejor aún, haciéndome saber que jamás 
volveré al instante antes de la decisión equivocada.

La primavera choca con el verano.
así como el otoño, se confunde con el estío en su principio,
para culminar en un invierno que, sin darnos cuenta,
ya da paso al nacimiento de nuevas hojas en los árboles.

Cuando menos lo espere, 
miraré mi imagen en el espejo que
me devolverá el rostro ya anciano, preso, 
en una mente, aún joven, sin crecer.

Miraré mis ajadas manos,
sentiré el dolor de mi espalda,
notaré mi lento caminar y
pensaré que el tiempo ha robado mi cuerpo.

También se habrá apropiado
de las personas que quiero,
del hombre que amo y le preguntaré:
¿maldito tiempo, que hecho para que me odies tanto?.

María Álvarez Menéndez Ruiz de la Peña



Paso del tiempo, 2016

El tiempo, ¿es relativo?, ¿es real?.
El tiempo es fugaz, a veces lento,
es feliz o se torna dramático.
¿Existe realmente el tiempo?
Existe la noción de su paso por nosotros.
Ya no somos los niños que fuimos,
los jóvenes que amábamos,
los recientes padres ilusionados.
El tiempo los mezcló con niños que abandonan su infancia,
con amores sin resolver,
con problemas sin solución.
En ocasiones, el tiempo todo lo cura, sin embargo,
hay veces que la espera ardiente de algo que no llega puede lograr matar.
Es un hecho que nuestra vida es tiempo,
con un inicio, un nudo y desenlace,
aunque hay vidas que son sucesiones ricas en tiempos,
ricas en historias, ricas en amores, ricas en hechos.
El paso del tiempo es cruel con los humanos.
Hace que nuestros cuerpos se resientan,
que perdamos vigor, energía, lozanía y,
llega un momento, que el tiempo pone fin a todo,
a un amor, a una historia, a una vida.
Ayer pusimos fin a un año, una medida de tiempo
inventada por los hombres, necesaria para los hombres.
Entramos en 2016, abandonamos 2015,
¿Sería muy diferente si dejásemos atrás 2025 e inaugurásemos 2016?.
Solamente nuestras arrugas nos delatarían.

María Álvarez Menéndez Ruiz de la Peña



Segunda piel

Llevo cosida a mí una segunda piel.
Esa en la que habitan mis errores,
mis impulsos desconcertados,
mis miedos más feroces.
Esa piel fue creciendo a lo largo de los años,
cubriendo todo mi cuerpo,
penetrando en mis entrañas.
Ya no sé cuál es real y cuál ficticia.
Me miro en el espejo 
y aprecio una piel cuarteada pero,
¿es la piel del irracional desconcierto o
es la que responde al paso del tiempo?.
Hoy me he sumergido en la bañera,
repleta de agua hirviendo.
He intentado soltar la piel cosida a mi cuerpo,
pero solo he logrado arrancar jirones de mí misma.
He llegado a la conclusión de que soy dos mujeres en una,
inseparables, indivisibles pero, igualmente,
enemigas entre sí, irreconciliables.
Debo aprender a vivir en esta dicotomía.
Por un lado la mujer que quiso haber sido amada,
deseada, soñada, añorada. Y sobre ella, que aún pervive,
aquella cuya mente se nubló, atenazada por el miedo,
obsesionada por toda la pasión que lleva dentro y nunca pudo entregar.

María Álvarez Menéndez Ruiz de la Peña








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