Pensar salvia

pienso salvia cuando miro
salvia, pienso verde grisáceo, hojas de terciopelo
por parejas opuestas, labiadas
amargas y aromáticas o no pienso nada
ni salvia ni plantas tampoco aroma
porque por puro pensamiento la salvia
prende bien en la ventana, sin embargo
se echa a perder en la cabeza, entonces para mí
la salvia no existe, aun así existe
para sí y no sabe cómo se llama
y no sabe nada de su existencia
es posible que no sepa absolutamente nada.

Pienso vos cuando no
pienso salvia, no pienso que
los vencejos dormitan
en las esferas más altas del aire
mientras estamos despiertas al lado de la ventana
pienso vos mientras el aroma amargo
y a especia en tu existencia
y en la mía viene de donde el aroma mismo no sabe
y así surge un desequilibrio
existencial en la luz de la tarde
porque sabemos, sabemos con precisión
que el tiempo es nada más que una taza
que se tira hacia el cielo o aceite etéreo o
un dispositivo de aislamiento, es posible

Odile Kennel



Y entonces empiezo una vez más con la línea

de repente estuve ahí,
en ese lugar, fuera de
mi vida, en ese lugar no había,
si se mira con precisión, nada
significante, ningún valor nominal, ninguna
cosa, ningún nombre para la cosa.

Si hubiera golpeado, tal vez
me hubieran dejado entrar. Me falta esa luz
descolorida de marzo, quiero decir: me hace falta
escuchar el sábado al mediodía el sonido
de los vidrios en el container y por eso pensar
que no pienso en nada, necesito pensar
que un zapato es nada más que un zapato;
una heladera, una heladera
y el despertador ahí afuera
que cada día pía a la misma hora,
nada más que un despertador ahí afuera
que cada día pía a la misma hora.

Esta línea nueva que empiezo tal vez no
termina, o despega, así
como saldría corriendo un perro, sólo
porque la puerta está abierta.

Odile Kennel


















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