"A lo largo de estos años, me he dado cuenta que muchas de mis tendencias iniciales, persisten. La poesía en tanto forma de expresar pero también de comprender y participar en el mundo; el lenguaje como forma de establecer una realidad otra, distinta o cuando menos, que sirva para iluminar aspectos de ella escamoteados u ocultos. La poesía, como columna vertebral que define todos los demás aspectos de mi vida. Creo que mi trabajo ha sido, hasta ahora, fiel a ciertas etapas de mi vida y del tiempo en que se gestaron, así, cada texto responde a la contingencia pero, creo, supera la circunstancia para abarcar un territorio mayor."

Rosabetty Muñoz


"El gran tema de mi poesía, el sentimiento que sostiene todo el andamiaje es la situación de pérdida, la conciencia herida de quien ha sospechado y percibido un modo otro de hacer las cosas, un mundo más humano. La situación de archipiélago, mi cercanía con ciertas islas más pequeñas y con lazos familiares en la ruralidad, instaló un imaginario que sirve de sustrato a partir del cual observo y participo de la realidad. Mi actitud es crítica, básicamente porque percibo la degradación de las relaciones humanas, de los valores humanos esenciales que dan su identidad a la cultura chilota. Desde el negocio con las tierras que ha hecho retroceder décadas el sentido de la propiedad y la independencia del isleño, hasta la proliferación de la basura en los caminos, convirtiendo al desecho en símbolo de decadencia; todos son signos de un sistema cruel, en extremo poderoso que va minando las conciencias."

Rosabetty Muñoz



Futrono, verano de 1999

Las condiciones de "mujer" y "chilota" son imprescindibles en mi trabajo poético. Escribo desde lo que soy, marcada por una clase social, un determinado tiempo histórico, una suma de experiencias vitales, igual corno le ocurre a cualquier poeta, hombre o mujer. Hay experiencias sensibles que son privativas de mi sexo, así como hay otros rasgos que sostienen mi poesía que no podrían haberse generado en otra cultura que no sea la chilota. Lo mismo que ha sido mi nutriente, es también mi límite; mi capacidad de vuelo claramente establecida desde antes y para siempre. Aún cuando haya otros, siento que la información del "disco duro" tiene un alcance limitado y esa constatación es también parte de mí.

En cuanto al ejercicio de la escritura y su aparataje exterior o redes de relaciones y difusión, diré que aún cuando ha habido una apertura (por lo menos del interés y atención) hacia la literatura de género, sin duda yo no he sido beneficiada de los privilegios de estos circuitos. Es más, he sentido directamente la falta de solidaridad y desvalorización por mi trabajo más desde lecturas (o no lecturas) de mujeres que de hombres. En todo caso, el tema no me preocupa, creo que se trata de un proceso natural en el que se están mirando unas a otras, reconociéndose, y no ha llegado el tiempo en que realmente se enfrenten a la poesía sin el género como elemento discriminatorio. Respecto de la condición chilota, sé que provoca una cierta expectación y existe en este país, tan falto de sueños, una idealización del archipiélago. Sé también que hay invitaciones que se me hacen en este contexto, pero también quiero ser justa con algunos lectores interesados en el real valor de mi trabajo y desde esas lecturas ambas condiciones (mujer y chilota) pesan, pero también se puede "pasar de ellas", sobrepasarlas.

Rosabetty Muñoz


Hay ovejas y ovejas 

Las que comen de cualquier pastizal
y duermen con una sonrisa de satisfacción
en los potreros.
Las que caminan ciegamente
por los caminos acostumbrados.
Las que beben despreocupadas
en los arroyos.
Las que no trepan por pendientes peligrosas.
Esas van a dar lana abundante
en las esquilas
y serán sabrosas invitadas
en las fiestas de fin de año.
Hay también
las que tuercen las patas
buscando campos de margaritas
y se quedan horas y horas
contemplando los barrancos.
Esas balan toda la gran noche de su vida
encogidas de miedo.
Y hay, por fin,
las malas ovejas descarriadas.
Para ellas y por ellas
son las escondidas raíces
y los mejores y más deliciosos pastos.

Rosabetty Muñoz




''La poesía es un espacio de resistencia'.'

Rosabetty Muñoz




"Las salmoneras son la punta del iceberg. A mí me duele tanto la transformación del paisaje como el ver de inquilinos a chilotes que fueron dueños y señores de “sus cuatro palmos de tierra”; o tener de alumnos a chicos que no ven a sus padres en todo el día porque se han convertido en asalariados de las pesqueras. Muchas casas en los campos donde siempre había fuego prendido y una taza de agua caliente para el recién llegado son ahora fríos espacios abandonados mientras sus dueños se amontonan en los márgenes de las ciudades más grandes del archipiélago. Que se enriquezcan los empresarios salmoneros sin invertir en Chiloé es un dato más de la causa; que los canales interiores del archipiélago exhiban el feo espectáculo de flotadores de plumavit sintoniza a la perfección con los clubes nocturnos y las whiskerías, donde muchos jóvenes sueñan pertenecer al sistema, entregados a esa embriaguez."

Rosabetty Muñoz



Muertos que transitan

 a Jorge Torres 

Ciertos muertos se llevan sus objetos preciados
o vuelven
para dejarlos caer
                cambiarlos de lugar.
Lloran en los rincones
por el retrato de la amada.
Abren cajones giran llaves encienden luces
Y, sin embargo,
nada les devuelve el ardor.
Les parece carne la página de un libro
sangre, la luz que atraviesa los visillos,
músculo el brazo del sillón.
Sólo ellos, ciegos y terrosos
son puro residuo evanescente

Rosabetty Muñoz



"No me gustan nada las etiquetas. Pienso que es cómodo “ubicar” la poesía en nichos donde rápidamente son absorbidos u olvidados, quiero pensar que escribo sin responder a ninguno de los estereotipos. Por lo menos, quiero estar alerta para desmontar una y otra vez las trampas de escribir en este lugar de Chile y desde mi condición particular de mujer. Quiero reiterar, que ambiciono ser leída como una poeta, una voz que aporta en el mapa tan necesario de la palabra sin apellidos."

Rosabetty Muñoz



Quinchao

Ningún lugar es tan bueno como éste
donde el rencor es un barco a la deriva.
Serás deslumbrante, ahíto de historias;
un viviente que paseará por las islas
la alegría que hemos bordado trabajosamente
a pesar de los depredadores.

Rosabetty Muñoz



Valdivia, verano de 1998.

A mí me produce una cosa física el dolor. Quiero decir que la compasión, como la aprende uno de chilota, no es una actitud de superficie, sino que la desgracia ajena agrede el propio estar. Gran parte de los terrores nocturnos, de la permanente desazón, de un telón de fondo entristecido se debe a la imposibilidad de la indiferencia. Estaba oyendo radio en Ancud, cuando escuché que tres hermanos de Pulelo (un sector rural cerca de Chacao) habían desaparecido cuando se hundió su embarcación. No hacía mucho que habían nacido mi María José y Juan Luis, yo estaba esperando a Matías; fue sentir la descarga de dolor compartida. El poema salió de un solo impulso esos días.

He tratado en mi poesía de mostrar a otros-otras, dejarme traspasar por voces, hacernos un poco yo y mi palabra instrumentos, en el sentido cristiano. Creo que he tenido la ambición de escribir el dolor para ahí, contenido, lograr la purificación y su elevación a otro estado. Esto es bastante claro en mi último libro La santa.

Al centro del doble espejo está el calor, vicio y corrupción desde el principio

Desde otro punto de vista, considero mi escritura pariente lejana a la esencia del "lar" entendido como la recuperación de un espacio-tiempo que raya en lo onírico. Sin embargo, aún cuando en mi poesía se puede reconocer la huella que rescata un pasado de algún modo mejor, su instalación de estos restos en el "aquí y el ahora" es parte esencial de la lectura. No es la nostalgia su motor sino la búsqueda de claves que permitan la justificación de ser y vivir en este tiempo enajenante.

Me interesa una palabra que une a su propia substancia, la de otros. No soy yo la que habla, cuando menos no soy solamente yo, sino varios y arnpliando esta capacidad, soy capaz de contenerlos. Reconozco señas de esto que te digo: he asumido personajes como oveja (despojada de identidad, una más del rebaño), bailarina, señoritas en estado de desaparición, etc.

Percibo mi trabajo como un proyecto circular en cuyo centro está Chiloé y toda su carga en una especie de estallido primigenio, como el poderoso inicio del universo. Desde ahí, la palabra poética se hace cargo de juntar algunos fragmentos y va dando cuenta de esta astillada realidad que funde un antes con el presente y que apuesta por un devenir donde este procedimiento es esencial. Hay, por lo tanto, un sujeto poético que se hace cargo de una historia despedazada y siente que en la palabra es posible una reconstrucción que no sea el remedo de lo que fue, sino un nuevo orden enriquecido. Esto, otra vez, en los terrenos del deseo, porque lo hasta ahora visible es más bien apegado al minuto de la pérdida, el momento de tomar conciencia.

En el plano del lenguaje, he asumido el verso corto como mi más lograda expresión, una imagen que parece limitada, pero es capaz de explotar hacia adentro, expandiendo su poder. Incorporación de términos en aparente desuso, repeticiones que aportan la sumatoria de la emoción creciente. Utilización de mitos y lecturas populares fundidas en mi palabra, sin ya casi rasgos reconocibles, como desearía que finalmente lograra ser mi poesía.

Me sitúo en la tradición, siento que mi poesía tiene tras de sí la suma de lecturas, tanto de los grandes poetas nacionales que nos preceden, como de mis compañeros de generación. Aún cuando tengo conciencia de la precariedad del lenguaje y su creciente vacío, de la inutilidad de muchos intentos por acercarse a la materia viva que está en el centro de nuestro espíritu poético (siempre escurridiza, siempre robando el cuerpo a nuestros limitados medios); aún cuando reconozco que muchas veces el uso del lenguaje en los términos tradicionales no hace más que arañar la superficie de las cosas, apuesto por una comunicación mayor con quienes completarán la experiencia poética según la entiendo, algo así como una experiencia colectiva concentrada.

Rosabetty Muñoz


Y ésta es la Bernarda. Ella leyó en el diario una noticia
sobre el asunto de las guaguas botadas en basureros públicos
y se le contrajo de golpe el vientre vacío. Reclamó
en el juzgado al Primer Niño para acunarlo muerto, le puso
de nombre Aurora y lo enterró en un lugar sagrado para tener
dónde ir a dejarle flores. La tumba que compró es amplia para
que vayan llegando sus hermanitos.

Rosabetty Muñoz



(Ya no vienes a iluminarme) 

El preferido de mi corazón pronunció tu nombre
una tarde sin quebraduras.
Dijo “nunca cambiaría la casa de mi padre por ti”.
Y yo soñaba que era el más grande
porque no lo vencía una muchacha.
Pero el asalto del mal astilló cada uno de los sueños
desató techos con soplidos de animal sacrificado.
El viento arrecia. Corren niños despavoridos.
El mundo fue tan grande como para perdernos.

Rosabetty Muñoz













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