A partir de Borges

Nadie es la madre patria. Los mitos de la historia
no podrán vestir la desnudez del emperador,
ningún discurso conferirle poder a los votos inexistentes,
ni honrar a los que viven en la pobreza
con nuestros himnos a los muertos. Nadie
es la madre patria. No lo son los héroes de nuestros
viejos genocidios, las guerras indias, ni aquellos
que navegaron hacia el oeste con cargas de carne humana
en cadenas, ni aquellos en cadenas que fueron traídos
contra su voluntad para trabajar y procrearse y morir
al servicio de sus amos, amos
cuyos hijos serían los que hoy y ahora son nuestros amos.

No, no hay héroes, excepto aquellos
quienes despiertan para saludar al amanecer con las manos vacías
y el corazón agobiado en un tiempo brutal. Ningún juramento
o solemne promesa revela aquello que existe en el corazón o la mente.

No, nadie es la madre patria. O quizás todos lo son.
Pues, ¿ quién puede vivir sin un país del corazón ?
Y sin embargo gritamos, "¡ Nosotros !" Gritamos, " ¡ Ellos!"
Yo rindo tributo a aquellos.
Resisto entre los exiliados.
La verdadera democracia no será conquistada
a punta de una pistola cargada, ni el honor fundarse
en himnos o paradigmas baratos
basados en la mentira social. Nadie es la madre patria.

Ésta no podrá ser hallada en la grandilocuencia
de los pomposos imbéciles del pueblo que aspiran a cargos públicos
sólo porque desean el poder. Ni en el brillo
de las medallas en el uniforme vestido por un hombre
cuyo pensamiento es uniforme y obediente
mientras jura su lealtad.
La madre patria es un estado de gracia, de paz,
un nuevo mundo que pacientemente nos aguarda.
La madre patria es un estado de la mente, una luz
inundando el jardín, un momento trascendental
una conciencia compasiva, algún verso extraordinario
en algún viejo poema que revela, ejemplifica
una posibilidad... en el tiempo... en el tiempo...

Sam Hamill



Como si el agua pudiera darte una respuesta, yo continúo hablando.
Les cuento a las olas la historia de mis días,
presentando mi petición por la gracia
en el tribunal del mar, mientras camino en soledad
las arenas de la playa en Kalaloch.

Aquí en una ocasión hice el amor con una mujer
a la cual adoré, mientras una figura solitaria
me observaba desde un risco,
y la implacable y gris marea se retiraba
abrazándose en el horizonte con el gris implacable del firmamento.

Nuestros gemidos, amor y muerte, fueron ahogados
por los chillidos de las errantes gaviotas.
Ha pasado un año. Y todavía está allí, observando
desde las sombras, suspirando los suspiros del mar.
La memoria es como las olas. Está manchada con la sal del deseo,
una criatura a la orilla del mar ahuyentando el temor con sus palabras,
como confensándome a las aguas,
comprendiendo que solamente la última oración es la muerte,

una niebla cae sobre la luna
que es la rúbrica de todas las cosas,
bella y vacía
como la solitaria sílaba raigal del canto del somormujo.

Sam Hamill
Un canto pisano, selección y versiones de Esteban Moore, Postales Japonesas Editora, Córdoba, Argentina, 2011 (edición no bilingüe)



"El alma debe aprender a perdonar aquello que la boca canta."

Sam Hamill




El don de lenguas

Todo aquello que hurto, lo doy.
Una vez, rodeado de pinos tan altos como éstos,
la misma luna creciente deslizándose, suave, a través de la altura,
yo estaba sentado, acurrucado sobre mis rodillas,
en compañía de un amigo, fumando, bebiendo té,
intercambiando historias de coyotes y mentiras.

Él me dijo algo acerca de las palabras,
que cada una de ellas es un nombre,
y que cada nombre es el de Dios.
Yo que no tengo ningún dios
permanecí sentado en la vastedad del vacío,
tan callado como podía en el silencio.
Un sendero que puede ser nombrado no es el sendero.
Cada una de las palabras
refleja el Espíritu que no puede ser nombrado.
Cada palabra un don, su valor en exacta proporción
al espíritu en que ésta es entregada.

Así habladas, estas palabras que entregó en este instante
por medio del chino antiguo de Lao Tzu,
fueron robadas veinticinco siglos más tarde
por éste un humilde ladrón.
La Palabra es sólo evidencia de lo real:
en la lengua hopi no hay ballenas;
en el inglés norteamericano no existe el Cuarto Mundo.

Sam Hamill



El ganado de Dresden

Ah, las ruinas del corazón humano.
un granero envuelto en llamas,
una catedral bombardeada,

las sombras de formas casi humanas
caen, se levantan, se deslizan,
silenciosamente se turnan
para entrar alternativamente
en la oscuridad o en la luz― Napoleón
o los eslavos que murieron
a lo largo del agonizante Elba.

Las viejas manos azules de mármol
del albañil colocaron piedra sobre piedra,
y las manos sangrientas de los amargos

las hicieron añicos.
Nos condujeron por las calles
como ganado. Lloramos

pero nadie acudió. Una cosa
es amar a otro ser humano,
otra saber

y recordar
como murió lo bello.

Sam Hamill


Lo que el agua sabe

El alma debe aprender a perdonar aquello que la boca canta.
A los ojos del mundo una rata es tan moral como un monje.
Sin embargo, el corazón es un río
derramándose de sí mismo, un río que no puede ser vadeado.

Este río desemboca en una bahía
y se vuelve sobre sí mismo con la marea entrante,
transporta el canto del somorgujo y la sal
de lo indescriptiblemente humano.

Un águila distante penetra la boca de otro río
allí ya no nadan los salmones y, sus anchas alas planean
río arriba hasta desaparecer en la nada de donde vino.

Sólo el pensamiento permanece. ¿ Careciendo de la astucia del águila
o de la sabiduría del gorrión, hacia donde me dirigiré,
ahogándome en el dolor ? ¿ Quién sabrá lo que los árboles saben ?
Lo que sabe el joven arce con su paciencia de arañas o ¿ qué es lo que confiesan
/los sauces ?

Déjenme ser agua. El corazón se derrama en olas.
Escuchen lo que las aguas nos dicen.
Viento, se nuestro amigo.
No existe nada que no pueda perdonar.

Sam Hamill



Ojos bien abiertos

La pequeña niña de piel aceitunada
me mira detenidamente
desde la fotografía

sus ojos inmensamente abiertos,

bellísimos ojos de un castaño intenso
brindan en silencio, testimonio
a ese dolor tan viejo como el mundo.

Ella era joven,
y muy bella, tan bella como sólo
los jóvenes suelen serlo,
pero en su belleza
soporta callada
las calamidades:

pues sus lágrimas se han agotado.

Cerré la revista y me dirigí
a la pila de leña
partí algunos troncos, pensando,

" Esta noche su fuego es probablemente
una fogata abierta,
sus llamas brillantes
izándose como pendones lamen el aire
flamean en la brisa."

Cuando era un niño
oí acerca del derramamiento de sangre en Korea,
del ejército rojo posado en nuestro umbral,
y también de las bombas que para siempre

aniquilarían nuestro mundo.

Me refugié debajo de mi pupitre como el resto de este mundo tonto.

En Okinawa, vestí el uniforme*
y porté armas
hasta que mis ojos comenzaron a abrirse,
hasta que me ahogué
con el orgullo del cuerpo de marines,
hasta que me dí cuenta
de lo deliberado de mi ceguera.

¿ Cuánto dolor es una vida ?
¿ Qué es lo que se puede hacer
si no nos ponemos del lado de los desaparecidos, los asesinados,
los huérfanos
nuestros propios niños armados, y damos testimonio

con nuestros ojos bien abiertos ?

En mi niñez asustado de la noche
y llorando en mi cama,
mi padre me decía un poema o cantaba,

"Monturas vacías en el viejo corral,
hacia dónde cabalgarán esta noche."

Homero pensaba que los muertos llegaban
a un campo de asfódelos.
"Musashino," cerca de Tokyo, significa
"la llanura de Musashi,"
el camino del guerrero lavado en sangre.

Las canciones de guerra son cantadas
al son del ritmo de las viejas marchas―
Oh, sí cono nos gusta honrar a los muertos.

¿ Un mundo sin guerras ?
¿ Quién sino un niño o un tonto
podría imaginar tal cosa ?

Los líderes de las corporaciones se educan
con El arte de la guerra de Sun Tzu.
"Todos deploramos la guerra," dice el presidente
mientras ordena nuevos bombardeos,
"pero Dios está de nuestro lado."

¿ Cuál sangre es cristiana,
cuál musulmana, judía o hindú ?

La niña hermosa con sus bellos ojos tristes
me observa, pero
no ha hablado. ¿Qué podría decir ?

Ella sobrelleva la carga de hallar otro camino.

En sus ojos, las ruinas, el temor,
los zapatos que no pueden ser llenados, las manos
que nunca acariciarán su cabello.

Pero, escuchen y oirán su voz,
baja, triste, dolorida.
―Ya está en tu interior―

un latido, un susurro,
promesas rotas―

si sólo pudieras oír

con tus ojos bien abiertos.

Sam Hamill



Primera nevada 

Los momentos que nos compartieron
fueron aquellos que nos separaron,
y ya no están aquí; 

nunca más los profundos prados
recordarán nuestros nombres
escritos en la lluvia.

Lo que ha quedado sin terminar
así ha de quedar,
el blanco silencio

desciende ahora a través de los prados
donde las vainas  oscuras  de los frutos
se abren inútilmente.

Sam Hamill



Un dragón en las nubes

Es el solsticio―
caliente, seco,
el aire demasiado pesado para moverse,
una bruma azulada cubre las montañas.

He estado asándome al sol
en compañía de la fábula de Elena
/ de Euripides.

Silenciosamente,
un pinzón hembra vuela desde el cedro
y se posa en el marco de la ventana abierta.


Entonces me doy cuenta
de su curiosidad.
Ella me está observando,

se acerca dando pasos breves,
cautelosamente.

La belleza de lo trágico,
la tragedia de la hermosura,

no sabe ni le interesa recordar.

Sólo sabe dos cosas:
que el mundo es plano,
y que vive de este lado

del único río que no podrá
atravesar en su vuelo.

Observa las esmeraldas en el pasto
y allí, solo ve semillas.

Nuevamente se mueve, se acerca aún más,
mueve la cabeza hacia los costados,
inspecciona mi cuerpo desnudo.
Sus ojos son grandes
y están agobiados por su sabiduría,

como los ojos de Kawabata
que sólo sabían
de la tristeza y la belleza.

Cierro el libro muy despacio,
apoyo la cabeza sobre mis brazos,
y miro sus ojos:

se transforma en mi amante
en mi maestro del dharma.

Morris Graves* sostiene que los pájaros
habitan un mundo donde el Karma no existe.

Sam Hamill



Viejos huesos

1.

Pensando en libros durante toda esa tarde tranquila
partí leña. Recordé entonces a Snyder

haciendo un mango para su hacha
mientras él a su vez recordaba

a Ezra Pound treinta años antes
recordando a Lu Chi.

Usando el hacha, la olvido.
Cerrando mis ojos, veo.

2.

Treinta y un narcisos amarillos
florecen en el pequeño jardín.

La semillas caídas del aliso cubren todo
con sus pequeñas escamas de oxido.

Una brisa atraviesa las colinas siempre verdes.
Trinos de pájaros distantes.

Cuando Hui Neng destruyó las sutras,
sus huesos ya se habían transformado en polvo.

3.

Deseando únicamente un buen verso orgánico,
escribí mil sonetos.

Deseando un poco de paz,
plegué mil grullas de papel.

Cada disciplina una nueva evasión,
cada grulla de papel una finta.

Basho sabía absolutamente nada acerca del agua
hasta que oyó a esa rana.

Sam Hamill












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