"A partir de las observaciones que han hecho, más de manera fenomenológica y sociológica que filosófica, autores como Baudrillard, Lipovetski y Mardones. Describen cómo la modernidad va dejando al hombre con símbolos vacíos de sentido. El pensamiento moderno es un pensamiento no sólo ateo, sino antisimbólico, porque la razón, a pesar de los esfuerzos que hizo Kant después de los desengaños que sufrió con la razón pura, es antisimbólica.
     La posmodernidad está cansada del racionalismo moderno. Lejos de las etapas que describió Comte: la religiosa, la metafísica y, finalmente, la científica, parece que estamos presenciando las etapas descritas por Kierkegaard: la estética, la moral y finalmente la religiosa. Vattimo, al que citas, lo describe en su libro Creer que se cree. La modernidad, dice, fue atea, la posmodernidad no tiene porque serlo; y habla de un proceso de secularización que tiene consecuencias muy extrañas, porque fue primero el vaciamiento de lo religioso hacia lo profano, pero acabó tomando características religiosas: patria, bandera, héroes.
     La posmodernidad ha reaccionado contra esa secularización de lo religioso en formas parasitarias, epifenoménicas y torcidas como la superstición, el hermetismo, las sectas, incluso demoniacas, que buscan llenar el vacío que dejaron los símbolos profanos. Lo que genera un sentimiento apocalíptico del que muchos hoy en día hablan.
     Derrida, como Vattimo, ha descrito este estado del hombre, añadiendo: sí hay un Apocalipsis, pero sin Apocalipsis. Es decir, no se van a caer las estrellas, ni se van a derrumbar los montes. Hay algo peor: un Apocalipsis de sentido. El hombre ha perdido el significado de la existencia.
     La modernidad, según la apreciación de los posmodernos, nos vació de sentido y hay que volver a dar sentido al ser humano. Uno de esos caminos, junto con el arte y la estética, es el de la religión."

Mauricio Hardie Beuchot



"Creo que la hermenéutica es muy importante. Es la disciplina que nos enseña a interpretar textos. Como señalaban Heidegger y Gadamer, vivimos interpretando, nuestra existencia es hermenéutica. En efecto, los textos pueden ser escritos, hablados y actuados; una pintura, una escultura, muchísimas cosas más pueden tomarse como textos. Pero en la hermenéutica actual encontramos que hay corrientes que son unívocas, es decir, que pretenden una interpretación completamente exacta y rigurosa de los textos, cosa que es poco probable. Y también hay corrientes equívocas, para las que la interpretación siempre es vaga, ambigua, lo cual destruye la hermenéutica misma. El univocismo lo encontramos en la filosofía analítica, sobre todo de sesgo positivista, que es cientificista en extremo. El equivocismo lo encontramos en la filosofía posmoderna, que ha caído en un relativismo excesivo. Por eso hacía falta una hermenéutica analógica, que se colocara en medio de esas dos y tratara de hacer un equilibrio."

Mauricio Hardie Beuchot



"El orden lógico es el ontológico: si se conoce la causa, se conoce el efecto. De este modo, se puede conocer la cosa sin acudir a la experiencia."

Mauricio Hardie Beuchot


"Eso es lo que trata de hacer la analogía: el movimiento dentro de cierta estabilidad, lo sin límites dentro de nuestros pobres límites. Y, ya que vuelves a los poetas: recientemente estuve repasando las reflexiones de Octavio Paz sobre la analogía y encuentro cosas muy interesantes. Él atribuye la analogía a los románticos y a los simbolistas. Esto me hizo darme cuenta de que los barrocos también tienen un pensamiento semejante. Lo cual hace pensar en la llamada pendularidad de la historia: a etapas clasicistas siguen etapas anticlasicistas. Los renacentistas, luego los barrocos; los neoclásicos, luego los románticos y todo lo que viene después que, como dice Tomás Segovia, sigue estando dentro del romanticismo. En realidad, la posmodernidad es romántica.
     Lo que buscaba el romántico, cuestionado y cimbrado por el surgimiento de la técnica y del pensamiento fuerte del positivismo —dice Paz en Los hijos del limo— era tratar de humanizar a la naturaleza. Los románticos se dieron cuenta de que el hombre tenía una desproporción con respecto al mundo y trataron de acercar la naturaleza al hombre, buscando sus correspondencias y analogías.
     Hay que buscar eso: la divina locura junto con la proporcionalidad. Proporcionar es analogar, conservando la referencia y el sentido, pero también la distancia y la diferencia infinita. La poesía nos puede ayudar a recuperar la metafísica."

Mauricio Hardie Beuchot




"La analogía es un recurso necesario hoy, porque no tiene la pretensión de producir grandes relatos, que es lo que la posmodernidad critica en la modernidad."

Mauricio Hardie Beuchot



"La hermenéutica analógica es un intento de evitar el univocismo de las teorías de la interpretación que pretenden seguir los moldes de la filosofía analítica, a veces demasiado cerrados y pretenciosos, muy centrados en el autor, por ejemplo al pedir que se obtenga el sentido literal de los textos. También intenta evitar e equivocismo de las teorías de la interpretación que rompen con todos los moldes, como algunos posmodernos, excesivamente relativistas y polarizados hacia el sentido alegórico. En cambio, la hermenéutica analógica se esfuerza por tener apertura pero dentro de los límites de la exactitud que se pueda alcanzar."

Mauricio Hardie Beuchot


"Las humanidades alimentan nuestro espíritu."

Mauricio Hardie Beuchot


"Lo más benéfico es apostar por la existencia de Dios: pues, si vivo como si Dios existiera y él existe, me premiará, y si no existe, habré vivido bien, de todos modos."

Mauricio Hardie Beuchot



















"Si sabemos sujetar ambos polos en su misma tensión, a saber: el de lo metonímico sin perder la capacidad de la metáfora, y el de lo metafórico sin abandonar la posibilidad de reconducir metonímicamente los fragmentos al todo, como es lo propio de la iconicidad y la analogía, podremos reedificar lo que ha quedado frente a nosotros en esta llamada "época del fragmento."

Mauricio Beuchot


"Todos los filósofos posmodernos coinciden en que la modernidad fue prepotente, fuerte, monolítica e impositiva. Por eso engendró los llamados "metarrelatos" (la metafísica, entendida como antropología filosófica; la filosofía de la historia) que son los que dan sentido: relatos racionalistas, duros, decididos, univocistas, que poseían lo claro y lo distinto.
     Ahora, el desengaño es parecido al que sentía el barroco frente al humanismo renacentista. El primero era una majestuosa estatua que cayó por tierra; el segundo aparece como poesía del desengaño. El ídolo caído y el desengaño a diestra y siniestra. Los hombres del siglo XVII opusieron al humanismo renacentista el barroco; los de las postrimerías del siglo XX oponen al pensamiento duro de la modernidad el pensamiento débil, relativizado, diluido, light.
     Lo que busca el pensamiento posmoderno es desbastar, rebajar, quitarle fuerza a todo aquel pensamiento que surgía del yo cartesiano, de lo claro y lo distinto. El problema es que se ha debilitado tanto que ha caído en el nihilismo, en el escepticismo y en la equivocidad, en ese sitio en el que ya nadie sabe nada.
     Por ejemplo, Derrida dice que ya no sabe si hace teología negativa o ateología, no porque proponga un discurso ateo, sino porque las conclusiones de su filosofía son una especie de no saber, de no poder tocar a Dios. La posmodernidad, dice él, es una realidad desértica, de éxodo, de sentirse abandonado, de no conocer.
     Ciertamente esta es una filosofía muy sincera y probablemente mejor que la pretensión univocista de conocer casi directamente el misterio. Por desgracia, termina en el otro extremo: en la imposibilidad de conocer."











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