Acerca de una foto al pie del Tunari

La que sonríe sutilmente en la fotografía
frente a los portones
de la granja Patiño, en Pairumani,
es Marlén, de 14 años,
hija del señor Muriel
(desconocido por este cronista)
y de doña Etrudes Calatayud
(también en la foto)
48 años, desdentada ya,
de diestro y jocoso quichua.
A su lado, la señora Felisa
vecina del poblado de Vinto
de multisonoro aymara.
      (Se dice que la alcaldía de Vinto levanta una capilla
en honor a la Virgen de Urqupiña
con dinero del gobierno italiano.)
Y cerrando el grupo, Juan (el conductor del trufis
en el que viajamos esa tarde)
hombre de Quillacollo, silencioso aunque trilingüe.

El sol,
que en Amsterdam (dicen)
da su exacto color a las cosas,
o que en Lisboa elimina los tonos medios,
es un cuchillo de luz en Cochabamba,
un fantasma de vidrio
que ingresa en la cámara oscura
de tu máquina fotográfica,
un emisario del Inca
viajando en los destellos del tiempo.
Tierra aquí
tierra allá,
rota una y mil veces
el planeta en todas sus partículas.

Al fondo de la vista:
el pico del cerro Tunari
(5.000 metros sobre el nivel del mar)
telón exagerado, si se quiere
para fotografía tan modesta.

                                            (Quillacollo, Bolivia, 4/10/1990)

Rogelio Ramos Signes



Atardecer de invierno

“Me paro en la luz oscura de la calle oscura
y miro mi ventana. Yo nací allí.”
Gregory Corso

Las luces de los modestos talleres
de corte y confección
ya se habían encendido
al costado de un canal de deshielo
que por Zonda y Marquesado bajaban del oeste.

Las luces de las melosas fábricas
de dulce de membrillo
ya se habían encendido
sobre el vapor de unas ollas enormes
con destino de cielo raso
y sin paradas intermedias.

Las luces de las carbonerías
ya se habían encendido
en la promesa de un calorcito que vendría después
con la merienda preparada por mamá
y el negro del carbón se haría rojo fuego
y el rojo se volvería incuestionablemente gris
y el gris, cosa que vuela.
“No soples de tan cerca
que hace mal a los ojos”.
Las luces de una habitación
donde un niño miraba viejas estampas
coloreadas en imprentas que nunca conocería
ya se habían encendido.

Rogelio Ramos Signes


Diario de ruta

No es niebla. Es humo lo que acontece en el paisaje.
Pasto seco que difunde su noticia con el viento,
concordia fugaz de antiguos adversarios.
Ella frena el motor de sus pensamientos
centímetros antes del precipicio.
Es mujer en desapego a los milagros
que ingresa y se retira de los espejismos
como quien bebe de una fuente sin dar las gracias.
Ella es un mantel de hilo que se agita sin premura,
promesa de desayunos bajo un árbol
en la vera cruz de dos caminos con historia.
El mundo la protege aunque ambos lo nieguen.
Profecías como caligramas. Gatos como perros.
Arsenal de palabras en desuso, por ahora,
que se resolverán en frases de caprichoso sentido.
Como un director de orquesta con su batuta
ella espanta las moscas con una rama de sauce.
Pronto llegará la lluvia a decretar finales.
Mientras tanto es humo lo que ocurre,
mensajes indios de dolor irreparable
volviéndose hilachas al paso de los camiones.

Rogelio Ramos Signes



Due corpi

A Juan Bautista Gatti, in memoriam

Dicen que en el Museo Nacional de Nápoles
hay gallos que riñen eternamente
desde pequeños mosaicos esmaltados
que recuerdan otras glorias.
Es una vieja disputa de las aves
que anidaban en Pompeya;
un fracaso de la cancillería que sesiona en los corrales.

En Lastenia
(Tucumán)
entre la ceniza despiadada de la malhoja que vuela
otros gallos deciden por sí mismos
algún retazo de poder,
ciertos honores.

Picos que horadan.
Bisturíes.
Espolones que rajan.

Tus gallos
(como aquellos sobrevivientes alados del Vesubio)
cuando el dinero de las apuestas de los hombres
ya no cuenta
libran otra batalla que también es eterna.

Rogelio Ramos Signes



El fin de los bosques

Detrás de estos árboles
milagrosamente verdes
avanza otro mundo.
Las orugas mecánicas multiplican el desierto
y estás aquí
al alcance de mi mano
mirándome
preguntándome sin palabras
qué será de ustedes:
“¿Qué será de nosotros?”.
Como en mis sueños te he visto anciana
sé que sobrevivirás.
Sé también que criarás niños tuyos
aunque ignoro si serán nuestros.
Debo confesarte que he tratado de soñarme
pero no he podido.
El desierto avanza sin atenuantes,
Dios está de licencia,
mañana es asueto en la administración pública
y el jueves no tendremos ni siquiera
el alivio de esta sombra.

Rogelio Ramos Signes



“La noción de ‘posteridad’ me produce incertidumbre.”

Rogelio Ramos Signes



“Los escritores andamos siempre con las antenas paradas.”

Rogelio Ramos Signes


"Me atrae cómo manejan sus contratiempos los músicos populares que actúan en varios lugares diferentes en la misma noche, que sufren las mil y una en el camino, pero que suben al escenario con una sonrisa.

Me gustan las historias de los colegas que, al igual que yo, produjeron alguna obra casi sin darse cuenta, con piloto automático, y resultó que ¡es su mejor obra! para lectores desprevenidos.

Me gustan los artistas plásticos que tomaron imágenes de algún sueño sin saber que lo estaban haciendo.

Me gustan los descubrimientos casuales en lo que respecta a avances en la salud. Esas historias tienen mucho que ver con el realismo mágico de cierta literatura."

Rogelio Ramos Signes



"Mi partida actual, o la de siempre, es la del peón eternamente enamorado de su reina, dispuesto a jugarse la vida ante un rey ocioso, a caballo o a pie, a riesgo de ser visto desde la torre por esos alcahuetes llamados alfiles, incapaces de ir de frente."

Rogelio Ramos Signes



Quitándonos la máscara

Yo soy el que atiende el bar en tus sueños,
el que te abre la puerta del baño de damas
y te espera en la puerta del baño de caballeros.
Yo soy la célula vegetal que te convierte en carnívora,
el ciclamato de sodio que endulza tu café y amarga el mío,
el que saluda desde la pista cuando parte tu avión y te vas con otro.
Yo soy el que sube las escaleras cuando bajan las aguas,
el que dispone sobre la mesa los cubiertos de tu cena,
el que a fuerza de no ser invitado duerme solo cada noche.
Yo soy el aprendiz de brujo que decide y escribe tus horóscopos.

Rogelio Ramos Signes


"Soy de los que ignoran qué cosa es la inspiración, y abogo permanentemente por el trabajo. Lo que otros llaman inspiración, si es que estamos refiriéndonos a nuestro oficio, es la actitud que tenemos los escritores frente a la vida como testigos de determinados acontecimientos. Cosas que a otros se les pasan por alto, porque no ven en ellas ni una pizca de fantasía, para nosotros es el germen de una historia o de un texto que vendrá. Andamos siempre con las antenas paradas. He ahí la diferencia, el terreno donde germina y da frutos eso a lo que llaman inspiración."

Rogelio Ramos Signes








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