Amor

Ella se preguntaba si podía acariciar al difunto.
La enfermera le dijo que sí que podía.
¿No se envenenaba una de cadáver?
No, no se envenenaba.
Habían estado viendo una reposición en la tele,
él había hecho una profunda aspiración
y entonces había... ocurrido.
Lo ideal sería que los dos nos fuésemos juntos
habían dicho muchas veces.
Ahora quedaba allí sola
como una rebanada de pan olvidada en el tostador.
Usted, enfermera, ¿me entiende?
La entiendo.
¿Tal vez podría lavarme la mano después?
Claro que podría.
Pero no es necesario ¿verdad?
No, no es necesario
Entonces voy a acariciarlo, sí, al difunto.

Werner Aspenström



El amor y la muerte

Sucede. El bosque permite que suceda.
Las hojas amarillean y caen.
Es así. Remolinos de viento se las llevan.
También se nos llevan a nosotros. Es así.
Yo no puedo cambiarlo.
Los saltos de la cabra  montés
de saliente en saliente –el último,
mal calculado, ¿quién intervendrá?
Jamás oí al bosque reclamar
sus hojas amarillas. El viento se las lleva.
Es así.
Pide algo que yo pueda darte: besos,
un abrigo de invierno nuevo, sinceridad.
Pídeme sinceridad.
El que susurra en tu reluctante oído
no es Dios, 
es tu viejo osito de trapo,
es el recuerdo de la abuela y la eternidad
 ajo un tilo envuelto en el zumbido de los abejorros.
Lo que me persigue día y noche 
no son los demonios,
sino la muerte más vulgar: la mía.
Sobre nosotros dos ningún Eurípides
escribirá una tragedia.
Nuestro amor fue imperfecto,
pero al ser arrastrados por el viento
nuestras manos todavía se buscarán mutuamente.
Caen las hojas al suelo.
Lo que para algunos es un bello camino
es para otros un vómito de sangre.
Sobre la alfombra roja pone el ciervo
la pezuña y la liebre la pata.
Juntos amamos el árbol,
pero el árbol nos deja vivir,
nos deja morir. Es así.
Yo no puedo cambiarlo.
Es así.

Werner Aspenström


El liberador vive

En el sitio libre que ha dejado el Padre
hay aparcado un Mercedes.
El vacío de la Madre en la cocina
lo ocupa un congelador.
Sillones giratorios sustituyen
a Hermanos y Hermanas.
La moqueta:
Hierba.
La luz de la lámpara de lectura ilumina
más adecuadamente que la del Sol.
A voz en grito la Radio acalla las voces.
La televisión muestra imágenes del Mundo.

Por fin libre.
Tu ombligo es una herida cicatrizada.

Werner Aspenström



En el mercadillo

En venta:

Sin bozal, cachorro de cuatro meses.
Trofeo de caza, cuerno de rinoceronte, 62 cm.
Churchill: Segunda Guerra Mundial.
Pantalones de portero, protector de vientre y de piernas,
Guantes de receptor, patines.
Periquitos, pinzones.
Bandido, 500 kr.
Abrigo de oficial, oportunidad única,
peinado y con cabello limpio.
Un sofá cama casi nuevo.
Zafiro indio.
 
Se compra:

Un abedul llorón. Y también un pájaro.
Un mirlo y también una canción.
Un crepúsculo y también un silencio.
Un amanecer y bien amplio alrededor de un sol.
Verano caluroso. Y luego un pájaro.
Una grulla. Y luego nieve.

Werner Aspenström



La luna

Algunos dicen que la luna es un joven pescador
que arrastra sus redes de arenques sobre el agua.
Otros dicen que es la viuda de un viejo pescador
que con agujas rutilantes teje el chal de la soledad.
No sé. Estoy asombrado por tanta inmovilidad.
Me asombra que la noche se haya detenido.

Werner Aspenström


La sardina en el metro

No quiero lavarme con ese jabón.
No quiero lavarme los dientes con esa pasta dentífrica.
No quiero dormir en ese sofá cama.
No me hace ninguna falta ese papel higiénico.
No me interesa esa póliza de seguros.
No tengo la menor intención de cambiar de marca de cigarrillos.
No tengo ninguna gana de ver esa película.
Me niego a bajarme en Skärholmen.

Werner Aspenström



Poesía

La rosa fugitiva
en la mano fugitiva,
en la poesía fugitiva.
Te sientas con el alfabeto.
El gato está cómodo y ronronea.
Y tú estás sentado entre montones de libros.

Werner Aspenström


Sobre cosas así

No es la energía nuclear como tal
ni tampoco el problema de los residuos en sí
ni los expertos técnicos como tales
ni las garantías de los administradores de que 
los constructores saben en qué se han metido
y pueden-deben-deberían poder sacarnos de eso
si la campana comienza a repicar
y una cosa así pudiese de alguna manera ocurrir.
No es eso, no es eso.
Es la política paulatina como tal
camino de la locura totalmente desarrollada como tal.

Werner Aspenström



Sueño

Si uno no sueña se vuelve loco.
Pero en mitad del sueño lo despierta la razón,
que encarga un tradicional desayuno inglés.
Uno tiene que seguir medio loco un día más.

Werner Aspenström



"Yo a animales y plantas y hasta a las piedras y cuerpos celestes los llamo seres."

Werner Aspenström








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