Arcano 1. El mago

¿Quién escuchó la voz del viento,
la palabra que dice,
su grito interminable en la montaña,
y descifró el lenguaje de los ruidos,
el galopar de letras del follaje,
y las «eles» del agua?
¿Quién atrapó con un nombre el fondo de la noche,
la rasgadura del rayo?
Poderes precisos de lo etéreo,
y un saber que rescata en manos de aire.
Lo eterno es hueco, es forma, es alma
—esa imposible sed de memoria.
Sin cuerpo y sin las cosas,
sólo viento y sueños, las palabras,
viento tejido por los sueños,
almas al aire que el silencio olvida,
estatuas de la ausencia insomnes,
despertar de la nada hacia la nada.
Hay sombras en los sueños

que no son de las cosas,

sino cuerpos quizá de las palabras,
ánimas de los nombres,
resurrección de la llamada.
Para poder morir son las palabras:
salvación profunda de lo ido,
tiempo enamorado que habla.

Verónica Volkow


Arcano 12. El colgado

Inverso, suspendido
como hundido en un espejo, el colgado
es quizá una sombra
de alguna posibilidad más real.
Pisa el aire y no avanza,
acaso vuela o titubea
como hojas en suspenso,
golpea sus propios muros como péndulo,
fuera del tiempo
                      extraviado.

Fruto es pendiente de otro mundo
o tal vez va en la nada,
el colgado,
allá en otro lado del espejo.
Por lo inasible ahogado.
Es náufraga su voluntad sin tierra.
¿El viento que lo mueve
es una música en que danza
o es ya viendo el que danza
y con los astros gira y se detiene?
¿A quién su cuerpo suelto
en su obediencia escucha?
El mundo se interrumpe en el espejo,
y del otro lado es el mar
sin ser que nos enfrentan los reflejos.
¿Es ya un vértigo el canto de sirena,
su caída también un vuelo
en un mundo al revés?
A lo desconocido se va así,
                                  perdido.

Verónica Volkow Fernández



Arcano 21. El mundo

Para atrapar al sol

pulí la piedra,

lavé mi corazón,
entré en el agua
y tuve al mundo atravesado
por un río diáfano y claro.

Un afán de brillante empuja al agua.
Lava en su espejo el mundo
que en lo fugaz se vuelve fuego nuevo,
rostro en blanco
y fragua de pureza;
flecha en lo real de manantiales.

En la imagen la cosa se destrenza,
se nos disuelve intacta.
Sabor de olvido el agua
brillante de reflejos.
Su correr es volar,
un desprenderse,
ser de abismo o quizás ave de nada,
sed de cielo o avidez de nada.

Y fue una piedra de aire entre mis dedos
el agua rota por lo inmenso.

Verónica Volkow



El adolescente

¿La belleza en su extremo está vedada?
¿Estás vedado tú,
en tu juventud expuesta en absoluta impudicia
como un tigre monstruoso
ajeno a cualquier pacto?
         En tu cuerpo
no se mezclan todavía el niño y el adulto
como el mar y la roca, indisolubles y ajenos.
Y la sombra del bozo y la lujuria
son orquídeas parásitas en tu sonrisa de niño.
¡Cuánta desmesura!
¡Cuánta implacable ceguera en tanto orgullo!
Qué tentación de ver el brillo
aunque fuera al azar, en un instante,
de la caricia en el filo del desprecio.
Pero tus manos son de fuerza y de invisible
impotencia
y una sentencia secreta,
que el tiempo prepara,
nos iguala.
¡Qué oscura belleza hacia sí misma!
¡Qué oscura a la muerte paulatina que la doma!

Verónica Volkow



El canto de la belleza

Belleza que es cobijo a humana precariedad,
y aunque amarga sea a veces, infiel en las rodillas,
prometiéndonos brilla lo divino.
Apócope del sino, la belleza seduce
si arrastra en tierra falsa, su cielo verdadero.

Casi eres la gracia
y no es para estos ojos tu luz,
ni se comprende;
de más hondo ha ascendido,
tu hermoso jeroglífico de amor.

Y es que el amor es siempre
el más hundido enigma,
raíz para la tierra de toda encarnación.

Gracia que otorgas danza, entre los muros, brisa
y en volátiles fórmulas: eterna libertad.

Ojos muy profundos alcanzan la belleza
mas ojos más profundos: silencios del amor.

El enigma captura una luz anudada
Una luz que es promesa de fuente de verdad.

Belleza que apareces susurrando el origen;
ángel de voz sin fondo,
recordando lo eterno, adormeces la muerte.

Verónica Volkow


El inicio

Estás desnudo
y tu suavidad es inmensa
tiemblas en mis dedos
tu respiración vuela adentro de tu cuerpo

eres
como un pájaro en mis manos
vulnerable
como sólo el deseo podría hacerte vulnerable
ese dolor tan suave con el que nos tocamos
esa entrega en la que conocemos
el abandono de las víctimas

el placer como una fauce
nos lame nos devora
y nuestros ojos se apagan
se pierden.

Verónica Volkow



El tedio de Euríloco

“Más allá de la gruta de Caribdis,
más allá de los aullidos de Escila,
hay un punto en que el barco se desploma del océano
y de los que han caído ya ninguno regresa.”
Euríloco pensaba sentado en la cubierta
mientras sentía la brisa que hacía ondear las cuerdas
y palpitar las velas como ijares;
miraba aquí y allí, distraído y cansado,
los cabellos de Ulises, las manos de un esclavo
y oía desatento el rechinar de la madera
y el rumor de las voces en esa lengua antigua,
que es hoy una música perdida.
Allí estuvo el mar entre los remos,
transparente y elástico,
pero a los ojos de Euríloco sería
casi invisible de monótono
y la jornada larga, muy tediosa,
y nunca pensó que a cada instante
ese mar evanescente y poderoso
se le alejaba inalcanzable
y era imposible ya el regreso.

Verónica Volkow



Petición

Dame la humildad del ala y de lo leve,
de lo que pasa suave
y suelta el ancla,
la despedida ingrávida,
y el abandono al vuelo,
la cicatriz que avanza
como ala en su desierto

Dame la humildad del alma
sin cuerpo y ya sin cosas.
Ser la poesía y su luz,
tan sólo la poesía
y la región más de aire,
inaccesible al desastre.

Dame la luz sin límites
acechando adentro
y la noche que soy también y el barro,
con la estrella distante
que la sed no sacia.

Dame la humildad que suelte las cadenas,
la verdad que desnuda
el polvo, el hueso que me fraguan.
Sólo en lo que soy caigo,
me derrumbo.

Déjame andar sin equipaje,
leve,
abierta al horizonte.

Verónica Volkow



Río

El río es sólo un brillo entre las rocas
que cae, cae
y canta un estallido incesante
como vidrio que nunca deja
por dentro de quebrarse.
Los árboles danzan en el viento,

danzan con perfección,

se mueven en un mezcla
de agitación y engranaje.
El viento, se alza el viento,
rumor que desglosa lo múltiple.
El lago cambia de rostros como un espejo,
en la tarde después de ser sol
se vuelve algo metálico.
Ahora el lago es azul
y paulatinamente transparente
como aire cercano hacia los bordes.
Entre la niebla el agua es una piedra,
la niebla cubre el bosque como un velo profundo
pero por todas partes está abierta.

Verónica Volkow









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