"Argentina desde el punto de vista político es un país de eyaculadores precoces. No pueden tener relación, se van solos. Y si están solos no entienden. Esa premura, esa locura por exterminar o acabar con el otro muestra hasta qué punto hemos concebido la política de manera maniquea. No hay tolerancia a la diferencia, ni goce de la diferencia."

Santiago Sylvester


Buena guía la curiosidad: en una casa
suele llevarme a la biblioteca.
Entiendo que alguien prefiera la cocina, el dormitorio: no es mi
       caso;
me gusta estar rodeado de naufragios, crímenes, acechanzas,
 culpas reales e imaginarias.

     Ahora
estoy en las Azores, agradecido de estar donde estoy; de las
       Azores
paso al simulacro de un tiempo que no es éste,
un marinero me saluda, un campesino lleva a su padre en
hombros,
alguien inventa un idioma,
y luego quedo en la mesa de un bar en México
beneficiado con esta suma: lectura y tormenta de verano.

A todo esto ¿qué opinión tendrá este libro de mí? Todo lector
quisiera saber qué piensa un libro de él;
y estos son algunos de sus pensamientos:
         este hombre
está atento, subraya, lo atrae el detalle, me hace decir lo que no
 digo,
lee entre líneas, toma café, busca una cita y no la encuentra;
recuerda erróneamente un nombre, destaca una anécdota a costa
del argumento;
se propone un cambio y a veces lo consigue:
        le he tomado afecto,
debiera decirle que no siga, advertirle que esta historia termina
        mal,
que su entusiasmo no está bien orientado;
pero él no hará caso: lo sabe y no le importa,
es adicto hasta el final.

Santiago Sylvester



El Código de Hammurabi...

       (manuscrito verdadero o falso encontrado en el umbral)

El Código de Hammurabi,
las Tablas de la Ley,
los barcos de la Ilíada enfilados hacia Troya,
miran todos en la misma dirección:

el Templo del Sol en la península de Yucatán,
la Niña, la Pinta y la Santa María,
los caballos de Atila y los gansos del Capitolio,
miran en la misma dirección:

las matanzas que no han cesado en el tercer planeta
     del sistema solar,
los que apuestan a que el alma existe y los que apuestan
     a lo contrario,
la caravana que vuelve a Buenos Aires después de
     las vacaciones:
                    agota
toda esa gente que invoca a dioses tan distintos: tal vez
no vayan juntos ni hacia el mismo sitio: cada uno con
     su propia muchedumbre,
con sus necesidades a la vista,
pero todos miran en la misma dirección:
Bach, de quien se dijo que es una prueba de la existencia
     de Dios, la atracción del suicidio, las cuatro estaciones:
las tablillas de Persia, los quipus incaicos, el arte de callar:

da risa y llanto este mundo terrible, y no hay otro: aquí
o nada:
y en la misma dirección.

Santiago Sylvester



En blanco

Me detengo sin saber cómo seguir.
¿Adónde iba?
Dejé mi mesa,
fui hacia la puerta decidido,
y a mitad de camino,
fulminado por la duda,
me detuve.
¿Adónde iba? ¿Adónde?
No sé, ya no recuerdo,
qué quería, qué buscaba.

Vuelvo a la mesa demolida por la fuerza
de esta ley que me fragmenta
y me ciega con la luz
y en lo oscuro me delata.
Me siento sin estar, sin entender;
suena el teléfono, atiendo
con la urgencia del que busca guarecerse.
Con voz templada digo hola,
pregunto quién me habla, no contestan.
Digo quién soy
como si lo supiera.
Nadie contesta y vuelvo a preguntar
y nadie dice nada. Nadie calla.
Nadie aguarda en el teléfono
que el día me deshaga.

Santiago Sylvester


Kitahara

Kitahara, poeta japonés,
escribió un poema (hereje según su religión)
en el que invocaba a Jesucristo
como quien admite brujerías, supersticiones
o una posible falsedad.
Tal vez cansado de rezar lo mismo,
o harto de recibir de su Dios
una seguridad que detestaba, 
quiso aumentar las posibilidades del error
como una prueba más
de que la vida se escapa por los poros.
Tal vez buscaba lo contrario: aumentar la certeza,
renovar sus viejos folios
con otras variantes de la fe.
Cualquiera fuese su intención
¿qué haríamos nosotros en su caso,
tan ansiosos
y necesitados como él
de que todo camino sea el verdadero?
¿Invocaríamos a Buda, a Siva
o a la diosa Tamit?

Alabado sea Dios que puede
ser igualmente la verdad, el error
o una forma de ejercer la libertad,
por quien todavía es posible esperar de la vida
una última instancia, que tal vez la vida
no esté dispuesta a darnos.

Santiago Sylvester




"Nosotros fuimos uno de los pocos países, si no el único, de América Latina que en la lucha por la emancipación en el siglo XIX, en el intento de independizarnos del poder colonial español, al mismo tiempo desarrollamos una guerra civil. La ausencia de federalismo, de interdependencia regional y de un orden parlamentario verdaderamente constitucional contribuyó a hacer que la Argentina se convirtiera en un país que es un idólatra del pasado. Es decir, la reiteración de sus errores. Estamos tratando de dejar de repetir para ver si podemos empezar a innovar."

Santiago Sylvester


 "Somos un país que ha idealizado una grandeza ficticia y no una grandeza real. El peronismo en un momento contribuyó enormemente a generar espacios protagónicos a sectores sociales marginados. Pero esa labor quedó inconclusa. Esta presunción de que es posible cambiar el curso de las cosas mirando hacia atrás nos hunde en una inmovilidad. Me parece que estamos aprendiendo a capitalizar el fracaso. En el orden personal esto es decisivo para convertirse en una persona madura. En el orden social es indispensable para llegar a ser algo más que un conglomerado social...
Nosotros le hemos declarado la guerra a la OTAN. Fuimos a la Plaza de Mayo a vitorear a un dictador que nos iba a devolver las Malvinas a balazos. Y creímos que íbamos a echar a los ingleses como los habíamos echado en 1806. Es un nivel de imbecilidad profundo, de permeabilidad a la demagogia y a la ceguera que nos ha poblado de muertos y de esterilidad política. Somos un país atrasado porque no ha entendido sus propios desafíos."

Santiago Sylvester



"Argentina desde el punto de vista político es un país de eyaculadores precoces. No pueden tener relación, se van solos. Y si están solos no entienden. Esa premura, esa locura por exterminar o acabar con el otro muestra hasta qué punto hemos concebido la política de manera maniquea. No hay tolerancia a la diferencia, ni goce de la diferencia."

Santiago Sylvester

























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