ars poética

y qué se creerá ese charlatán
versero de la palabra y su perenne pervivencia
sabrá acaso del surco que marcó
el glaciar en el macizo rocos del desierto

Theunis Theodorus Cloete



El país de los ecos

Kii Kii
Baobab
Chimanimani
Mojijiji
Boegoe
Bogobogo
Bulbul
Khukhun
Dududu
Hella-Hella
Hhelehhele
Hhohho
Pom-pom
Koeskoes
Ifafi 
Karatara
Kosmos
Loerloer
Mata Mata
Mahubahuba
Qwa-Qwa
Hluhluwe
Tra-Tra
Troe-Troe
Mbalabala
Teyateyaneng
Haga-Haga
Sehonghong
Mac-Mac
Lusikisiki
Tsitsikamma
Mtititi
Okakarara
Lubyelubye
Sidvokodvo
Bela-Bela

Sekgophokgophong
Skipskop
Valhalla
Volop
XaXikundu
Ai-Ais
Mtubatuba
Omumborombongas
Ohopoho
Butha-Buthe
ba Phalaborwa
Bathobatho
Tsêtsê
Hlabahlaba    
Babalala

Theunis Theodorus Cloete



La primera jugada

no tenemos viejas catedrales ni castillos,
ni ríos anchos que los grandes buques puedan navegar.
las pocas nubes que tenemos, dispersas y tenues.
no tenemos grandes megalópolis
ni extensas selvas oscuras y verdes.
nuestra historia carece de espesor y de grandes nombres

como beethoven o dante
o rembrandt o bramante

pero tenemos desiertos infinitos
y árboles grises y torcidos que clavan la pata de palo
en la arena seca y guarecen contra el sol

tenemos cursos de agua secos
y lechos de ríos primigenios con viejos nombres aborígenes
como gourits, o nombres parlantes como skrij
okameelsleep o lijersdraai

y muchos restos próximos a la primera jugada de la creación.

Y cerca del fin del mundo, en el zumbido silencioso de la noche
se oyen los aullidos fósiles de los chacales
cruza de gemido de angustia y primitiva, burlona carcajada

T. T. Cloete









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