Canciones de invierno

I
Frío y oscuridad
frío oscuridad y ventisca
la modorra invernal se echa encima
pesada como la nieve en el tejado.

II
Como un rayo de sol
como el recuerdo de un grato día de verano
es el jacinto que me enviaste.
Morado es el color de la Cuaresma
pensé al ponerlo en mi mesa de noche
y al apagar la luz
su aroma llenó la oscuridad
dominando el temporal de afuera
como si fuese un tema delicado
en una poderosa sinfonía.

III
Ha nevado esta noche
y ahora están a la vista de todos
en la nieve recién caída
mis huellas
desde mi puerta hasta tu casa.

Vilborg Dagbjartsdóttir



DESEO

Más profundo que la verdad
en la imaginación
es tu recuerdo
y tu amor
Es como el perfume de la brisa de la tarde:

Cuando lo perciben mis sentidos
casi no me atrevo a respirar

Vilborg Dagbjartsdóttir


En la verde arboleda

A menudo he caminado por el bosque
sin encontrar jamás
al que busco
ni en los senderos tortuosos
donde danzan las sombras a la luz de la luna
ni junto a las lagunas
ni en las márgenes de las fuentes
donde crecen los lirios
y la tímida cierva
sacia su sed al alba
jamás he encontrado
al que busco;
aunque su canto llenase el bosque
y el corcel blanco
esperase en la arboleda
estaba ausente
sola he vagado por entre los árboles
y sembrado de flores sus huellas

Vilborg Dagbjartsdóttir



ODA A LA LUNA

Cuando haya fregado los cacharros
Cuando haya sacado la basura
Cuando haya limpiado el suelo de la cocina
Cuando haya encerado los pasillos
Cuando haya pasado la aspiradora
Cuando haya quitado el polvo de los muebles
Cuando haya hecho la colada
Cuando haya terminado
         saldré a la terraza
         a restregar el cepillo
         en la cara de la luna
         A ella no se ha enviado hasta ahora
         a ninguna mujer
         con la bayeta
         todavía no

Vilborg Dagbjartsdóttir



Soledad

La brisa nocturna mueve
las cortinas y hace entrar
un vago aroma

una extraña calma
preñada de una presencia oculta
—¿oigo pasos?

Mi mecedora
en el rincón oscurecido
se mueve suavemente —vacía.

Vilborg Dagbjartsdóttir



Sueño

Soñé que me encontraba en un arenal o un promontorio. Había un camino desde la punta del arenal que seguía la costa y en lo alto se veía un cinturón de rocas. (Jamás había visto ni en sueños ni despierta un paisaje más desolado.) Caminé hacia el norte a lo largo de la lengua de arena, con el mar a un lado y el acantilado al otro. Vi algo lejos a una persona que venía hacia mí. Al acercarse vi que era un hombre fornido, con una zamarra gris y un sombrero oscuro con un ala baja que le tapaba media cara.

La senda era tan estrecha que nos rozamos al cruzarnos y en ese momento tuve la intuición repentina de quién era. Lo llamé entonces, porque me pareció que tenía muchas cosas que decirle.

Se detuvo rápidamente, volvió la cabeza, y bajo el sombrero vi brillar sus ojos ardientes de deseo.

Se me ocurrió entonces que hasta el mismo Odín sólo piensa en una cosa cuando se trata de mujeres. Y yo creí que era poeta... logré espantar el sueño y despertar... con el alma llena de rabia.

Vilborg Dagbjartsdóttir



Vocación

Ahí va, el glotón y el borrachín
¿cuántas veces no habré deseado
alejar de mí la cruz de la casa
y seguirle?
podría sentarme a sus pies
a la sombra de una higuera
y admirar
sus graciosas palabras
o correr con él por la playa
o verle dibujar en la arena figuras de peces
o ir a buscar barro
para modelar pájaros
después iríamos a una fiesta
de algún recaudador de impuestos
o a una boda campesina
donde hubiese bastante
que comer y beber
con mucho gusto la armaría en la plaza
escandalizando a los fieles de la parroquia
y derribando las mesas de los vendedores
en el patio del templo.

Vilborg Dagbjartsdóttir








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