Blancanieves

Hasta entonces todo se estaba quieto, tímidamente ardido.
De pronto y por una sola mirada breve, un soplo comenzó a
ceñirse en su alma; quiso desajustarlo, ya estaba ahí y libre ahora
palpitó sin rumor.
Quién hubiera dicho que aquella misma mujer, vacilante en el
andar, era la reina de la intemperie, señora del afuera, la patrona
de los vientos cardinales.

Victoria D'Antonio



Encontrado dos siglos atrás

Hasta entonces todo se estaba quieto, tímidamente ardido.
De pronto y por una breve mirada, un soplo comenzó a ceñirse de su alma. Quiso desajustarlo, ya estaba ahí y con soltura ahora palpitó sin rumor.
Quién hubiera dicho que esta mujer, vacilante en el andar, era la reina de la intemperie, señora del afuera, la patrona de los vientos cardinales.

Victoria D'Antonio



En espiral

Se prueba los cabellos sueltos
al viento, los deja volar.
Se la ve pluma.
Las cosas que ha arrastrado el viento por ella
le ha traído de comer cuando el hambre
la contuvo de no herirse
la detuvo ante el peligro
la empujó al amor.
Por sus cabellos
el viento anida allí
las noches de ocio
y la muchacha se arremolina en libres
infinitos pensamientos.

Victoria D'Antonio


Hamamelis

Una mujer a punto de cortar una rama
para bien del mundo
para el bien infinito de sus días.
El corte ha de ser perfecto
y no malherir.
Un saber antiguo
que asegura el altivo rosedal.
Un papiro de ilusiones
las manos, jamás desterradas.
Venas azulverde.
Todo se mide en espinas, en tiernas hojas.
Cuando se acerca y el tallo tiembla y la flor se sabe
ya muerta no hay dudas,
quien otorga la vida
ha instruido a esa mujer en este gesto.
Cada día se repite la intemperie de flores y árboles olvidados.

Victoria D'Antonio


La coleccionista

Un momento rojo, otro azul, lo oído, gajos.
Dice la sabia que la alegría se colecciona.
Se junta pieza por pieza
y cuánto más rica la cosecha, más clara la risa.

Victoria D'Antonio



Recogido del olvido

Qué haría la mujer asomada sin vértigo, si al girar ahí, al alcance de sus manos viese, con perfecta vida, a su gata de chica.
No hay nombre para el recuerdo de las manos, y tontas en el vacío buscan la luz.

Victoria D'Antonio



Todas las vecinas

Hunden los pies en el arroyo el día del santo. Mojan sus manos, con empeño lavan las nucas. Son bellísimas todas. Las jóvenes y las que no, sin miedo a la vejez. Tampoco a esta tarde la prefieren eterna.
Mientras se escurren el agua, renuevan la amistad.

Victoria D'Antonio











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