Carne de cañón 

Tratamos de sujetar las cenizas
con lo que queda de nuestras palmas deformes.
Cuando se mezclan con lágrimas
las cenizas se solidifican en cemento.
¿Sentimos dolor? Estamos demasiado entumecidos
para poder entresacar los fragmentos de las cenizas.

Caen del cielo como nieve
tiñendo nuestros rostros con su negrura,
como si un espíritu castigador quisiera que viéramos
marcados nuestros rostros al mirarnos al espejo.

Entonces debemos bañarnos,
intentar limpiarnos a nosotros mismos,
aunque no es posible lavar la memoria,
ni quitar las manchas.

Astilladas como terminaciones nerviosas en dolor
están en todas las partes de nuestros cuerpos,
clamando hacia nosotros como ríos.

Carne de cañón. Cenizas de cañón.

Rodamos las cenizas de los cañones por la nieve
como intentando crear una bola de nieve gigante
que podría poner juntos todos los miedos
que dominan los remanentes
de nuestros sueños y hacer rodar nuestro silencio.

La bola de nieve de cenizas es enorme, como un monumento
que podría colapsar en cualquier instante:
oscuras cenizas, pesadas y frágiles.

Jiang Xue








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