"En el norte grande, por ejemplo, se habla de los Pachachos. Se les relaciona con toda clase de tradiciones locales: enterramientos indígenas, tesoros escondidos, túneles en los cerros, brujos y hechiceros, etc. Se los describe como pequeños, anchos y cabezones, parecidos a bebés en un metro y medio de estatura. El asunto de los duendes de la pampa fue puesto otra vez en atención con el hallazgo en 2003 de un misterioso cadáver momificado bautizado como El duende de la Noria, al que si bien se le precisó científicamente su naturaleza humana (se lo creyó hasta extraterrestre), corresponde a un extraño cuerpo de menos de 15 centímetros, por lo que se piensa incluso en alguna clase de mutación, pues habría vivido hasta los 6 u 8 años."

Criss Salazar
En su blog Urbatorium
Tomada del libro Alienígenas chilenos de Francisco Ortega


"El hombre gato, le llaman algunos por sus rasgos, casi en forma cariñosa. El cerro donde está grabado es el Unita, palabra derivada de una corrupción de Umita o Uma , que en aymará significa agua . Quizás en otra evocación toponímica al paisaje perdido de la zona, pues hay teorías explicando el nombre de la zona de Tarapacá como lugar de árboles escondidos o escondite entre árboles … El colosal dibujo fue redescubierto en 1967, gracias a las observaciones del piloto de la Fuerza Aérea de Chile y ex Comandante en Jefe de la institución, el General (R) Eduardo Iensen Franke, quien estuvo acompañado del arqueólogo Délbert True. Iensen también habría sido un apasionado investigador arqueológico, y se cuenta que pasó gran parte de su retiro buscando y hallando esta clase de figuras por el Norte Grande de Chile. Trabajos de recuperación y limpieza realizados por expertos, permitieron regresarle nitidez y visibilidad a este conjunto de geoglifos… La figura, hecha con el retiro de piedras y técnicas de calado en la superficie del terreno, se distingue mejor en ciertos ángulos ya que sus tremendas proporciones la delatan como concebida para ser vista en plenitud solo desde el cielo, “desde la mirada de los dioses más que de los hombres”… Es muy geométrica, basada en trazos rectos que forman la silueta de un estilizado hombre con un tocado de rayos o puntas y con cara de mencionado aspecto felino, además de una especie de bastón de mando o báculo, acompañado de detalles que parecen sugerir que lleva puestas plumas en las rodillas, insinuando con ello la alta jerarquía del personaje… Siendo el probable retrato de un dios incaico o de un mago yatiri ejecutando una danza, se debate sobre si la figura del Gigante representaría a una deidad de culto originalmente tiahuanaco o colla. Para muchos sería el propio Viracocha (Dios creador) el que está retratado allí, impresión sostenida por el tocado que lleva en su cabeza y que también es muy parecido al que luce el Dios Llorón de la Puerta del Sol de tiahuanaco en Bolivia. Pero otros la asocian más bien a la antigua entidad de Tunupa, que tuvo por aquí parte de sus vastos dominios. A mayor abundamiento, la interpretación que más se repite sobre la identidad del personaje es Tunupa o Thunupa, también llamado Tunupa-Tarapacá. Esta es una de las divinidades más antiguas de los aymaras y guarda estrecha relación con otra figura mitológica: Tahuacapac, Tarapacá o Taapaca. La leyenda cuenta que Tunupa viajó controlando lluvias, rayos y tormentas, además de ir civilizando pueblos e introduciéndolos en la cultura y el progreso. Este misterioso personaje es tan antiguo que casi fue olvidado en la tradición, aunque su culto persiste. Equivale a una especie de profeta o enviado que algunos incluso superponen o asocian como presencia suprema a la figura de Viracocha. Mas otros mitos colocan a ambas deidades a veces como adversarios, quizás reflejando el período de conflicto entre sus respectivos cultos, pues hay señales indicando que el reinado mitológico de Tunupa podría ser muy anterior y extendido, y que el de Viracocha vino a asentarse sobre el suyo apoderándose de su vasta dispersión para acabar asimilándolo. Según el relato mítico contado actualmente entre las comunidades sobre la creación del mundo, al comenzar la Edad Pacha Purisim , Tunupa era uno de los tres sobrevivientes de la anterior era, con los que Viracocha refundaría la humanidad. Junto a Tahuacapac, Tunupa fue escogido para recuperar el Universo, viajando ambos a la Isla del Sol del lago Titicaca. Sin embargo, Tahuacapac desobedeció al dios supremo y fue castigado, siendo atado a una balsa de totora abandonada en el enorme lago, la que se perdió en los torbellinos del río Desaguadero. Curiosamente, al igual que los viajeros de Tarapacá, el dios Tunupa es un peregrino: marcha desde las riberas del Titicaca hasta las aguas del océano Pacífico, enseñando a su paso las artes de la agricultura a los hombres. También sería un mártir y quizás su mito se mezcle con el de Tahuacapac, pues se asegura en cierta tradición que tuvo el mismo destino que este, cuando las huestes de Viracocha le dieron captura en su ruta de peregrinaje, lo ataron a una balsa y también lo arrojaron a las aguas del Titicaca, donde desapareció perdiéndose para siempre. No obstante, el señor Tunupa ronda en algún lugar de la memoria de aquellos desiertos y pampas entre Arequipa y Tarapacá donde estuvieron sus reinos, conservándose allí parte de su recuerdo pese a los olvidos, las confusiones y los enigmas que forman parte de su vieja leyenda. Hay otro giro a la identidad del Gigante, de manera simple apunta que el coloso es simplemente el retrato de uno de los gigantes de las estrellas que Viracocha invitó al mundo para moldear los cerros. Cuando estos seres intentaron rebelarse, el dios los transformó en volcanes, marcando el dibujo de uno de ellos en el cerro Unita, como recuerdo a los futuros hombres.
El enigma de la deidad representada en el Gigante ha alimentado la imaginación de los hombres en nuestra época: los amantes de los ovnis y del realismo fantástico no quedan conformes con las explicaciones de los científicos y critican su clasificación como figura religiosa. Para muchos de ellos, como Erich Von Daniken en El mensaje de los dioses , el Gigante es algo así como un “robot” o la estilización de un viajero extraterrestre. Cree ver en la imagen aparatos de flotación (para volar), manos de tenazas o pinzas, además de antenas y otras sofisticadas muestras de lo que sería alta tecnología. Tampoco aceptan que sea coincidencia su increíble semejanza de estilo y los atuendos que lleva esta figura, con otros geoglifos de “robots” existentes a cientos o a miles de kilómetros de allí, como Nazca, Palpa y Pisco (Perú). Y al igual que sucede en el desierto de Atacama, la fama de Tarapacá como escenario de algunos de los avistamientos de ovnis más frecuentes y espectaculares reportados en Sudamérica, fomenta esta clase de interpretaciones ingeniosas para los más intrigantes enigmas arqueológicos que puedan encontrarse allí."

Criss Salazar
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Tomada del libro Alienígenas chilenos de Francisco Ortega


"Se ha hablado de duendes desde los orígenes de la ciudad y hasta doña Catalina de los Ríos, “la Quintrala”, se decía que poseía uno. En la década de 1850, hubo una serie de reportes de avistamientos de duendes cojos en el sector de Recoleta, algo identificado como demoníaco, los que molestaban a las lavanderas arrojándoles cosas o riéndose con carcajadas salvajes. Otros símiles tuvieron lugar en el río Mapocho y el Puente de Cal y Canto. En los años 30 del siglo XX, también hubo noticias de supuestos duendes apareciendo a los pies del cerro San Cristóbal. Algunas adivinas lograban adoptar alguno para que las ayudara con el diagnóstico de sus pacientes. En 2004 volvió a hablarse de supuestos encuentros, esta vez en calle Einstein de Recoleta; e incluso en Conchalí han existido denuncias de supuestos seres que moran desnudos en las alcantarillas. Por alguna razón, en la ciudad de Santiago los duendes prefieren esta zona, ubicada al sur de la metrópoli, pero se destaca también el Cajón del Maipo y Pirque (con su propia oferta de turismo místico), y todo el valle interior de los ríos Maipo, Río Colorado y estero San José, que están colmados de historias legendarias de criaturas cordilleranas, algunas bastante recientes… Comentan que, en las cercanías de Cauquenes, en la Quebrada de los Pilones, región del Maule, habitaría una gran cantidad de gnomos en cavernas y cuevas subterráneas de las que emergen sólo para robar novillos blancos y a veces gallinas, que usan de alimento, incluso devorando seres humanos en ciertos casos, a los que tientan con banquetes de mucha comida y bebida, atacándolos cuando ya están ebrios[...] Los duendes mitológicos siempre han tenido una gran presencia en las tradiciones de la Araucanía, con presencias como el Anchimalén. Existe en tanto toda una tradición de seres mágicos equivalentes a duendes, gnomos y enanos entre los pueblos originarios de la zona, personajes que los mapuches y pehuenches llamaban en forma genérica como los shechu, sechu o dechu . La tradición de los goblin patagónicos se extiende en un amplio territorio que va desde la cuenca de Llanquihue hasta el Nahuel Huapi y San Carlos de Bariloche del lado argentino», prosigue Salazar, «mucha influencia europea se percibe en ellos, especialmente de las colonias alemanas establecidas en la zona. Se trata, en todos los casos, de supuestos habitantes de bosques, campos y ríos. En Osorno son un poco más agresivos: molestan a los niños, les arrojan manzanas en la cara o causan alboroto en las casas. Un caso famoso de la ciudad fue el de una residencia en donde los duendes “jugaban” arrojando objetos a los dueños, como piedras de morteros, o colgando la ropa tendida al sol en altas ramas de los árboles del patio. Los huilliche de la zona creen que se trata de espíritus condenados y despreciables, causando problemas, perturbando la vida familiar, provocando crujidos de muebles y robándole los animales a los pastores [...] Los duendes han dejado su huella en la toponimia de la Región de Aysén, donde van de la mano de tradiciones como la Ciudad de los Césares, siendo sus pequeños guardianes, a menudo con la capacidad de “cabalgar y controlar esferas de luz o de fuego». Yendo hacia Magallanes emergen relatos como el de un antiguo jefe Aónikenk llamado Papón, colaborador del Gobernador Diego Dublé Almeyda, quien decía haber visto en el extremo austral chileno, hacia 1870, varios seres extraños, incluidos unos seres pequeños y negros llamados walichos . El argentino Ramón Lista, en tanto, también comentó de estas criaturas fantásticas y otras parecidas, en su exploración realizada hacia 1890."

Criss Salazar
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Tomada del libro Alienígenas chilenos de Francisco Ortega






















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