"El ser que quiera avanzar debe, ante todo, conocerse mejor, purificar su cuerpo, limpiar su alma, llenar su corazón de los más elevados sentimientos, desterrar de él el egoísmo y la envidia, el resentimiento, el rencor y, sobre todo, esa idea de dominación tan funesta para los que han adquirido una superioridad psíquica. Solamente ese precio se puede esperar poseer plenamente aquellos poderes reales y sublimes que hacen superiores a los seres. Únicamente después de ese perfeccionamiento de nuestra personalidad es cuando podemos contar difundir en torno nuestro la energía necesaria para realizar obras útiles, para curar e iluminar a nuestro prójimo.
A medida que se avanza en esa ascensión, el campo visual se ensancha ; el espíritu, al elevarse, juzga diferentemente. El ser, en pleno período de perfeccionamiento y desarrollo, se despoja de las malas herencias del pasado ; de los recuerdos odiosos, de las impresiones penosas. Desde la visión de detalle que sólo le mostraba las cosas defectuosamente, llega a esas visiones de conjunto que nos hacen descubrir las armonías. ¡Está en la plenitud de sus fuerzas y la vida se le presenta hermosa!"

Héctor Durville

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