Bio

How unlike a dead fish a live fish is.
Maxine Hong Kingston

Cuando era un pez,
El cosmos, redondo como siempre,
Tenía acogedoras paredes

Soñaba con aletas divinas
Penachos y vida
Después del agua

Decían que la cola
Se caía pero había un premio:
Un par de doloridos pies.

No creía
En los cuentos. Me dejé crecer
Alas como las hojas

De los helechos negros.
¡Ay, dónde no
Habré estado!

Cuando era un pez
No existían ni los días,
Ni el sexo ni las diferencias.

El calor venía
De fuera. Ahora
Tengo en los pulmones aire

Insoportable y ligero.
Tengo la tentación del mar
En los verdes iris.

Miro al cielo: pequeña torre,
Qué maravillosa eres. Bailo
Para ti.

Julia Fiedorczuk


Después

Un mar liso como un trozo de vidrio en esta mano
que esparce la arena de estrellas palpitantes.
O no hay mano: la salvaje respiración del sol, el tierno cuerpo de la tierra
bajo los pies de aquéllos que no ven las estrellas.

El tierno cuerpo de la tierra bajo los pies de los abedules,
estrellas congeladas en las pestañas del lago.
Un mar liso como un trozo de hielo en la lengua de aquél
que muere en invierno.

El cielo cae estrepitosamente sobre el bosque invernal.
Piensa: los siete jinetes como los siete colores del arco iris.
O no hay jinetes: tu sangre palpita y adquiere colores.
Piensa: una gota de tu sangre sobre la nieve.
Un puñado de cristales verdes en la cálida mano de un niño.

Julia Fiedorczuk



El brazo de Orión

Gran agitación en estos lisos mares,
giran los cuerpos oscuros y pesados de los peces.
Es el espíritu el que acuatiza de emergencia,
se desliza, parte las aguas, pierde velocidad, tiempo.

Tiempo de dividir los faldones del abrigo solar,
de liberar el viento –

y ya.

Polvo interestelar en las hojas de los primeros árboles.
Una liebre extasiada sacude el rocío salado,
se adhiere a la cálida tierra encantado por su pulso efervescente.

Asimilación y desasimilación. CO2, H2O,
y luz y luz y luz,
la transformación de la materia en materia, crecimiento y maduración
en el plano disco de la ondeante Galaxia.

La muerte negra palpita callada entre las estrellas,
"Girando siempre en el mismo sitio"
la fogosa Betelgeuse, Rigel, Bellatrix –
van los Labradores por el cielo de otoño, ¡mira!

Miramos. Tienes en el cabello niebla e hilos de telaraña,
llevas una bolsa llena de peras frías.

Julia Fiedorczuk



Hoy es el primer día del resto de tu vida

es hora de cambiar
así que mi dieta será desde ahora perfecta
mientras más comes más vives
magnánima salud
exclusivos cosméticos subliman
mi consistencia

hoy es el primer día del resto de tu vida
anótalo en tu diario
desde este momento ya no peques
nada de barritas proteínicas
porque el desayuno es la llave de la esencia
pues aunque tengas una voluntad muy fuerte
si no desayunas
no sirve de nada tu esfuerzo

repetimos: comer comer comer
cuando tengas hambre
come, hombre, come
diecisiete comidas al día
ligeras como plumón de cisne

pues aunque tengas una voluntad muy fuerte
si no desayunas
no sirve de nada tu esfuerzo

y evita el pan blanco de cada día
sólo tienes que dominar unos cuantos sencillos principios

hoy es el primer día del resto de tu vida
y mañana el siguiente

come, hombre, come
y adelgaza
hoy es el primer día del resto de tu vida
pronto estarás en el cielo
donde te espera
un merecido
trozo
de tarta de manzana

Julia Fiedorczuk



Oxígeno

Te mostraré el amor en un puñado de estrellas.

¿Conoces el prodigio de la nieve en las hojas al borde del camino?
¿El contorno violeta de un día de diciembre?
He venido aquí para respirar.

Hay pequeños bailarines en las gotas del agua del río.
Paraísos de insectos tras el portón del jardín,
un nido en los brazos flexionados de aquel grueso pino,
en el nido de mis brazos el lácteo aliento de un niño.

Ligeros vivimos en la espiración del mundo,
Una tiniebla sumada a otra.
La boca junto a la mejilla.
La mejilla junto al muslo.

Ligeros vivimos en la espiración del mundo,
el cálido pelaje de la loba y sus afilados dientes,
la navaja del frío acaricia la oscura piel del río,
sus habitantes descienden silenciosamente al fondo.

He venido aquí para respirar.
La tristeza de nuestras cosas en el cielo de invierno.
La nieve se deshace rápido en las mejillas del un niño,
nuestros ojos sonríen a las estrellas,

el cielo se encuentra con la lisa piel del río,
respiro, respiro luego existo.

Julia Fiedorczuk


Para S.F.

quisiera tener un maestro
me enseñaría la vida, es decir
además de a comer con cuchillo y tenedor
también a escribir poemas

me hablaría de que las estrellas
como la gente
nacen y mueren
y como la gente
viven en constelaciones

escucharía a mi maestro
atentamente
porque una palabra fugitiva
sería la caída de los reinos
la suspensión del tiempo

las palabras de mi maestro
esculpidas en cuerpo
serían claras.

Julia Fiedorczuk



Salida

Nosotros, los contagiados, tenemos que renovar la llamada permanentemente.
De otra forma, desapareceremos.
Nos tragará la oscura noche del erizo y las hormigas.
Nos cubrirá el moho.
Y nos absorberá la tierra.

Nosotros, los contagiados, tenemos que renovar la llamada permanentemente.
Dejar entrar en nosotros a ese mar asesino.
Porque es difícil creer en un vacío que nadie ve.
Difícil no buscar. Aunque sea a tientas.
Quienquiera que seas, pásame tu voz.

Quienquiera que seas, dame tu cuerpo, tu lengua
y el día. Por favor, extiende las manos.
Te tocaré suavemente, como el tiempo.

Quienquiera que seas, dame tu cuerpo de noche.
Lameré la sal de tus fríos párpados.
Y verás el mundo.

Nosotros, los contagiados, tenemos que empezar todo de nuevo.
Así que permíteme que ame tu penumbra.
Lo que crece en ti, que en mí florezca.
Y los frutos de esas flores que a ti te sacien
.
Quienquiera que seas,
te llevo conmigo.
Mira, aquí está el camino.

Y aquí no hay mapas.

Julia Fiedorczuk



Un nuevo viraje de la historia de la humanidad

alegría en la tele
conquistamos la nueva palabra bosón
nos informan en vivo
sobre lo que vemos
para nada nos asustan esos hoyos negros
(What if darkness became unhinged right now?
esto es Ashbery, pero sobre otra cosa)
porque la verdad es que hay once dimensiones

y el universo es un órgano gigante
y cómo se siente que todo el tiempo te canten
sobre esto Coleridge en "El arpa eólica"
y Wordsworth en "Preludium" aunque la verdad
ninguno de ellos oyó hablar de supercuerdas

cerca, cada vez más cerca
caliente, cada vez más caliente
la pregunta sobre la frecuencia de la voz de un ángel
es de alguna forma un remake 
de antiguas historias teológicas
se trata de una festiva condensación del tiempo
para que por un momento todos miren en la misma dirección

lo que hacemos también nosotros
con la luz apagada
cuando nos rodea esa grisura llena de susurros
y temblores

Julia Fiedorczuk













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