“Cada cual lleva en sí mismo un pequeño cementerio a los que ha amado.”

Romain Rolland


“Considero odiosa la guerra pero lo son más aquellos que la cantan sin hacerla.”

Romain Rolland



“Cuando el orden es injusticia, el deorden es ya un principio de justicia.”

Romain Rolland


“Cuando se discute no existe superior, ni inferior, ni títulos, ni edad, ni nombre: sólo cuenta la verdad; delante de ella todo el mundo es igual.”

Romain Rolland


"Desde el comienzo, la vida se le aparecía como un combate triste y brutal. Se sentía incapaz de conquistar a una mujer. Un hombre así estaba condenado a ser una víctima cándida del amor, y lo fue. Se enamoraba locamente, sin cesar, y soñaba romances que al punto lo defraudaban, con la consiguiente amargura y sufrimiento. En estas alternativas de amor y de orgullosa rebeldía es donde hay que buscar el más fecundo manantial de su inspiración, hasta aquellos años en que el ardor de su naturaleza se encalma en una melancólica resignación. Desde esta sima de tristeza, exaltará a la alegría. Era la única ilusión de su vida. Dudó, y pensó, sin decidirse, durante varios años; y tantas veces como retomaba el proyecto, lo abandonaba, arrastrado sin cesar por el torbellino de sus pasiones y de sus melancolías."

Romain Rolland
Vida de Beethoven




“Dudó, y pensó, sin decidirse, durante varios años; y tantas veces como retomaba el proyecto, lo abandonaba, arrastrado sin cesar por el torbellino de sus pasiones y de sus melancolías.”

Romain Rolland



"El año 1921 marca el apogeo del ascendiente de Gandhi. Dispone entonces de un inmenso poder moral. Sin haberlo buscado, encuentra en sus manos un poder político casi ilimitado. El pueblo lo cree santo. Se lo pinta en Shri-Krisnal, y en diciembre de 1921 el Congreso Nacional de toda la India lo inviste de plena autoridad, le delega sus poderes y la facultad de elegir sucesor. Es el dueño indiscutido de la nación hindú. De él depende desencadenar la Revolución política, y también, si lo quiere, instaurar una reforma religiosa.
No lo hizo. No lo deseaba. ¿Grandeza moral? ¿Timidez moral? Una y otra, probablemente. Es difícil a todo hombre -y particularmente a uno de civilización diferente penetrar una conciencia, sobre todo cuando es tan profunda y delicada como la de un Gandhi. Es difícil saber apreciar, en el torbellino de hechos que durante ese año tumultuoso removieron la India en todo sentido, si la mano del piloto fue siempre segura y gobernó el colosal navío sin desviaciones ni temores. Pero trataré de decir lo que creo haber descifrado en este enigma viviente, con todo el religioso respeto que tengo por este gran hombre, y la sinceridad que debo a su sinceridad.
Si el poder de Gandhi era grande, los peligros de usarlo no eran menores. A medida que la acción pública se extendía y que su palpitación cundía en cientos de millones de hombres, más y más difícil se hacía dirigirlos y conservar la estabilidad sobre este mar en movimiento. Problema sobrehumano el de conciliar la moderación del espíritu y la largueza de miras, sobre esas masas desencadenadas. El piloto, dulce y piadoso, ruega y se apoya en Dios. Pero la voz que espera le llega mezclada a la de la tempestad. ¿La alcanzarán a oír los demás?
El menor de los riesgos es el peligro del orgullo. Ninguna adoración puede hacerle volver la cabeza. Se siente herido en su humildad, tanto como en su buen sentido. Caso único quizá en la historia de los profetas y los grandes místicos."

Romain Rolland
Gandhi



“El escepticismo, acribillando la fe de ayer, preparó la fe de mañana.”

Romain Rolland



“El valor de una idea se determina con la medida de la acción. He revisado las mías y he preguntado a cada una de ellas, no qué piensas sino qué haces, cómo actúas…”

Romain Rolland


"El verdadero espíritu védico con comienza con un sistema de ideas preconcebidas. Posee absoluta libertad y coraje sin rival entre las religiones con respeto por los hechos observados y las diversas hipótesis colocadas para su coordinación. Sin ser jamás obstaculizado por una orden sacerdotal, cada hombre ha sido enteramente libre de buscar dondequiera que pudiera satisfacer la explicación espiritual del espectáculo del universo." 

Romain Rolland



“En el mundo hay sólo un heroísmo: ver el mundo tal cual es, y amarlo.”

Romain Rolland


"En la historia de la vieja literatura judía nunca hubo una diferencia básica entre el poeta y el profeta. Nuestra poesía más antigua se convirtió frecuentemente en ley e impuso un modo de vida."

Romain Rolland
Vidas ejemplares


“Es el trabajo del artista crear luz cuando el sol falla.”

Romain Rolland



“He destacado, en mi colección, una cantidad de ejemplos realmente aterradores por cuanto denuncian la sordera mental de hombres inteligentes, llenos de buen gusto para otras cosas, de quienes, además, respeto infinitamente los trabajos en otros dominios.”

Romain Rolland


“La guerra es el fruto de la debilidad y necedad de los pueblos.”

Romain Rolland


“La primera de las virtudes es la alegría; es preciso que el que obra bien se regocije de su propia conducta.”

Romain Rolland



"La razón es un sol severo: ilumina pero ciega."

Romain Rolland


“La tiranía es implacable y cruel porque es cobarde y débil.”

Romain Rolland


“La vida es un combate sin grandeza, sin felicidad, sostenido en la soledad y en el silencio.”

Romain Rolland


“La vida es una serie de muertes y resurrecciones.”

Romain Rolland


"Lo cierto, como sabemos en Francia, es que la nación alemana, atrapada en la red de mentiras de su gobierno, se ha abandonado a él en razón de una lealtad ciega y tozuda, y ha llegado a la creencia profunda de que estaba siendo atacada y acosada por la envidia del mundo, y de que tenía que defenderse a toda costa o morir. Rendir homenaje al valor de un adversario forma parte de las tradiciones caballerescas de Francia. En este adversario reconocemos, a falta de otras virtudes, un espíritu de sacrificio casi ilimitado. Despreciarlo sería un grave error. En lugar de empujar a este pueblo cegado a la grandeza de una defensa desesperada, tratemos de abrirle los ojos. No es imposible. Un patriota alsaciano que no es sospechoso de indulgencia hacia Alemania, el doctor Bûcher de Estrasburgo, me decía que si bien el alemán está lleno de prejuicios orgullosos cuidadosamente cultivados por sus educadores, al menos siempre existe el recurso de discutir con él, porque su espíritu dócil es permeable a los argumentos. Os daré un ejemplo: la evolución secreta que advierto en el pensamiento de ciertos alemanes. Muchas cartas alemanas que he leído en el último mes empiezan a reflejar angustiosas dudas acerca de la legitimidad de los actos realizados por Alemania en Bélgica. He visto cómo estas inquietudes tomaban forma poco a poco en conciencias que al principio reposaban en la certeza de su derecho. Lentamente, la verdad sale a la luz. ¿Qué pasará si su luz crece y se extiende? ¡Llevadla en vuestras manos! ¡Que sea nuestra mejor arma! Como los soldados de la Revolución cuyo espíritu revive en nuestras tropas, no debemos luchar contra nuestros enemigos, sino en su beneficio. Si liberamos al mundo, también a ellos les daremos la libertad. Francia no rompe cadenas para imponer otras nuevas.
Pensáis en la victoria. Yo pienso en la paz que vendrá después. Por mucho que los más belicosos de entre vosotros nos hayáis ofrecido en un artículo la generosa promesa de una guerra perpetua, «de una guerra que dure tras la guerra, indefinidamente…» (que, sin embargo, terminará cuando ya no haya más combatientes), será necesario que un día os deis la mano, vosotros y vuestros vecinos del otro lado del Rin, aunque sea para estrecharla tras cerrar un negocio. En algún momento tendréis que reanudar vuestras relaciones humanas: ¡organizaos para no volverlas imposibles! No destruyáis todos los puentes, porque siempre será necesario cruzar el río. No destruyáis el futuro. Las heridas pueden curarse perfectamente si no dejáis que se infecten. Defendámonos del odio. Si en tiempos de paz hay que preparar la guerra, como dice la sabiduría de las naciones, también hay que preparar la paz en medio de la guerra. Es una tarea que no me parece indigna de aquellos de entre nosotros que se encuentran fuera del combate y que por la vía del espíritu tienen vínculos más estrechos con el universo; esta pequeña Iglesia laica, mejor que la otra, que conserva la fe en la unidad del pensamiento humano y cree que todos los hombres son hijos de un mismo Padre. Si una fe como ésta nos acarrea injurias, dichas injurias serán un honor que reivindicaremos ante las generaciones futuras."

Romain Rolland
Más allá de la contienda



“Los hombres hacen las obras, pero las mujeres hacen los hombres.”

Romain Rolland


“Me parece detestable la guerra, pero los elogios provenientes de los que no participar en ella más aún.”

Romain Rolland



"Mientras pudo verse la torre de San Martín, estos buenos seño­res mantuvieron un aire comedido. Pero, apenas estuvieron fuera de los ojos de la ciudad, todas las frentes se aclararon y los espíri­tus se pusieron en mangas de camisa como yo. Primero intercam­biamos unas cuantas palabras picantes. Es la manera de abrir el apetito entre nosotros. Luego cantó uno y después otro;-creo, Dios me perdone, que fue el alcalde en persona el que cantó la canción. Yo toqué mi flautín. Y los demás me imitaron. Y abrién­dose paso entre el concierto de las voces y de los oboes, la voceci­ta fina de mi Glodie subía, revoloteaba y piaba, piaba como un gorrión.
No íbamos muy rápido. En las subidas las jacas se detenían, ja­deaban, pedorreaban. Para continuar el camino esperábamos que terminaran de exhalar su música. En la colina de Boychault, nues­tro escribano, maese Pierre Delavau, nos hizo desviarnos (no po­díamos negárselo: era el único regente que no había pedido nada) para ir, de paso, a hacer un proyecto de testamento a la casa de un cliente. A todos les pareció bien; pero fue un poco largo; y Florimond, poniéndose en esto de acuerdo con el boticario, encontró tema para una recriminación. «Prefiero un racimo de uvas, aunque esté demasiado verde, para mí, que dos higos para ti.» Pierre Delavau no por eso se apresuró en terminar su asunto y el señor bo­ticario debió aceptar medio racimo y medio higo.
Y por fin llegamos (siempre se termina por llegar), como la ostaza después de la comida. Las aves abandonaban la mesa cuando entró el postre llevado por nuestras manos. Pero estuvieron dispuestos a empezar de nuevo: los pájaros siempre comen. Los señores del consejo, al acercarse al castillo, tuvieron cuidado de hacer una penúltima parada para vestir sus trajes de ceremonia, cuidadosamente plegados al abrigo del sol, sus bellas togas de ceremonia, cálidas a los ojos, rientes al corazón, de seda verde para el alcalde y de lana amarilla claro para sus cuatro acompañantes: parecían un pepino y cuatro calabazas. Entramos haciendo sonar estos instrumentos. Ante ese ruido, vimos asomar por las ven­tanas las cabezas de los lacayos ociosos. Nuestros cuatro vestidos­ de lana y el vestido-de-seda subieron la escalinata, y en la puerta dignaron mostrarse (no veía muy bien) sobre dos gorgueras dos atezas («por el collar se conoce al animal») rizadas, con cintas, como dos carneros. Nosotros, rascatripas y rascas nos quedamos en medio del patio. De manera que no pude oír, desde tan lejos, el bello discurso en latín que hizo nuestro notario. Pero me consolé: por­ creo que el único que lo escuchó fue maese Pierre. Por el contr­ario me cuidé de no perderme el espectáculo de mi pequeña Glodie ­subiendo con paso menudo los peldaños de la escalera, como María en la Presentación, y apretando contra su regazo, entre sus manecitas, la cesta con los bizcochos apilados que le llegaban al mentón. No perdió ni uno los cobijaba con los ojos y los brazos, la golosa, la pilla, la monina... ¡Dios, me la hubiera comido!
El encanto de la infancia es como una música; entra en los corazones más que la que ejecutamos. Los más duros se humanizan; volvemos a ser niños, olvidamos por un momento orgullo y rango. La señorita de Termes sonrió a mi Glodie, gentilmente, la besó, la sentó en sus rodillas, la tomó de la barbilla y partiendo por la mitad un bizcocho le dijo: «Abre la boquita, compartámoslo...», y puso el pedazo más grande en el pequeño horno redon­do."

Romain Rolland
Colas Breugnon



“Nadie nunca lee un libro. Se lee a sí mismo a través de los libros.”

Romain Rolland


"No hay más que un heroísmo: ver el mundo según es, y amarle."

Romain Rolland


"No reconozco otro signo de superioridad que la bondad. Sin grandeza de carácter no hay hombre grande, ni artista, ni gran hombre de acción, sino ídolos para la multitud que sucumben con el tiempo".

Romain Rolland


“Si hay un lugar sobre la faz de la tierra donde todos los sueños de los hombres han encontrado un hogar desde el primer día en la existencia del hombre, es la India...”

Romain Rolland


"Todo es música para el músico aburrido."

Romain Rolland


“Un héroe es todo aquel que hace lo que puede.”

Romain Rolland


“Uno comete errores, que es la vida. Pero nunca es un error haber amado.”

Romain Rolland


“Vivir es crear; todo goce es goce de creación: en el amor, en el genio y en la acción.”

Romain Rolland

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