"Conocí la poesía de Irma en un momento en el que me encontraba experimentando estados emocionales diversos y encontrados. Estas emociones intensas te ayudan en el proceso creativo y sus textos me llegaron muy profundo porque cuentan de vínculos entre mujeres, familia en lo que lo cotidiano te lleva a volar la imaginación. Meterme en su estilo fue muy emocional y sentido, fue incluirme en una atmósfera que a ratos se transformaba en soledad, en tristeza, en miedo, en alegría. Con mi trabajo busco contar historias, creo ficciones, inquieto con la imagen. Juego mucho con las luces, sombras y movimiento; es un recurso que utilizo mucho para expresar."

Irma Verolín


"Desde muy joven me nutrí del pensamiento feminista. Fue un cimbronazo leer a los dieciocho años “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir. Pero supongo que aquí también influyó el contraste familiar que viví, criada por una abuela con conceptos muy convencionales sobre educación sexual, tuve la fortuna de que en mi formación intervinieran mi tía y mi tío, ambos actores profesionales, quienes colaboraron en mi educación activamente. Así, la llegada a la familia de mi tía, la actriz Dora Prince, que era amiga personal de María Elena Walsh y de tantas actrices que venían a casa, me permitió descubrir ya en la infancia un mundo diferente, en el plano artístico y en el cosmovisional. Lo que escribo está cruzado por esta visión inevitablemente."

Irma Verolín


El alma se escapó de nuestros cuerpos:
quedamos en carne viva
amarrados a la estupenda noche que 
perpleja
nos vio morir y nacer.
Los ojos de la noche
nos han desvestido
hasta devolvernos
ese primer llanto
con que nos asomamos al mundo. 
La noche nos regresa
a la antigua luz
que conocimos antes
de llegar hasta aquí
con estos huesos
y estas palabras
fragmentadas
deshechas
en el filo del hambre.

Irma Verolín



Él no sabe hablar 
no sabe decir
su boca se le niega
las palabras se columpian
como fantasmas en su interior
y vienen a buscarme 
a mí 
que soy una mujer elemental
aludida por sus propias sombras
una mujer aferrada al lenguaje
con el que las palabras tejen
su porfiada tela de invenciones.
Puedo mirarlo   
al menos  
puedo mirarlo. Su tenue cuerpo
vendrá hasta mí en la noche
seremos dos cuerpos
en el silencio sofocado de la oscuridad,
con eso me basta.  

Irma Verolín



"El tiempo es un núcleo temático en lo que escribo. Podríamos pensar que el tiempo es la materia de nuestra vida, con lo único que contamos, estamos hechos de tiempo y de luz o de energía, sin embargo es a la vez tan intangible y tan indescriptible. Mi inclinación a pensar el tiempo y tomarlo como un elemento literario, nace de mi experiencia de vida, como no podía ser de otra forma. Fui criada por abuelos, gente de otra generación que me relataba historias bastante antiguas. Mi padre solía decir que me faltaba el contacto con una generación, la de mi madre, su temprana muerte dejó un gran vacío. Pero además mi abuela paterna que me crio se casó muy joven, y su madre, mi bisabuela también, con frecuencia estaban embarazadas al mismo tiempo. Irónicamente mi abuela, la que fue mi madre por adopción murió con cien años y la cuidé hasta el final. Esta ironía de perder a mis padres en plena juventud y estar en contacto con generaciones anteriores es en parte lo que, sospecho, hizo surgir en mí montones de preguntas que son el germen de la creación."

Irma Verolín



El tiempo se destiñe

Mi abuela dice que mi madre
no tenía las manos así
como las mías.
Yo perdí mis recuerdos,
el tiempo se destiñe
detrás de lienzos transparentes.
Mi madre me mira
desde un fondo
hecho de telarañas y estridencias
por el que alguien puede asomarse
en cualquier momento
para desbaratar la arquitectura
frágil
de estas telas enhebradas sin destreza
sobre las que me recuesto
ahora.

Irma Verolín




“La poesía para mí, y digo, desde ya, para mí, está relacionada con esa búsqueda de desentrañar el misterio, el misterio va a ser siempre más grande que yo, así como el lenguaje es una suerte de poder superior del que no es conveniente abusar. Obviamente el arte como sistema de decodificación de lo que llamamos ‘realidad’ apunta a descifrar ese misterio, pero la poesía tiene algo más, lleva a la palabra a un estado de exactitud y de emergencia que nos vincula con aspectos ocultos de nosotros mismos. Hay una desnudez lingüística en la poesía que me habla de mi propia desnudez, la desnudez que todos los humanos tenemos finalmente frente a la vida, somos como agua que corre, una luz que brilla un tiempito y que se extingue pronto. Mientras tanto, la palabra poética nos salva de la completa extinción.”

Irma Verolín


La silla

Soy una de las sillas vacías
que pintó Van Gogh.
La madera con que me construyeron
le fue quitada a un árbol
que creció cerca de un río.
Algo reza dentro de mí:
es el silbido del viento
y el murmullo del agua
que aquel árbol conoció
hace ya mucho tiempo.

Irma Verolín



“Leo sin convicción la narrativa excesivamente llana.”

Irma Verolín



Lo que hay entre nosotros   
se parece a esas frutas
que están a punto de madurar
y no maduran
enrojecen hasta que pierden su color
sin que sirvan de alimento.
Te miro   
y me veo. Al trasluz
aparece  mi rostro
ahogado entre tus facciones. Nací
para conocerte y desencontrarte.
El tiempo en su doblez
nos prensó
amorosa y tristemente
en uno de esos cruces
donde el relato de los cuerpos
sucede, 
imprevisto.
Hace frío afuera, amor,
tirita el mundo.

Irma Verolín



Todo vino de afuera.
Llegó hasta nuestro patio rodeado de macetas
desde un país que brillaba a la distancia
donde se habla un idioma que jamás logré aprender.
Un tren eléctrico para mi hermano menor
largos rieles que relampaguean en líneas paralelas
vagones que ante mi espeluznante desconcierto
lograron reducirse en su tamaño.
Para mí, una muñeca que dentro de su panza hueca
guardaba un disco que al girar le hacía decir "I am a pretty girl"
y el vestido de mamá
al que un día el cigarrillo de papá se acercó
demasiado
y desde su refunfuñante ruedo
desde el borde vibrante que acarició rodillas
aquel vestido
amplio 
lujurioso
se incendió completamente
mientras ella 
veloz y desesperada 
se iba desamarrando de él: mamá en bombacha blanca y portasenos negro
mira con desolación su vestido transformado en cenizas
no 
no fue corriendo a cubrirse
sentada en el suelo se empezó a reír a carcajadas.
Aquella noche llovió.
La lluvia intensa resbaló por los techos
ahogó rejillas
desbordó macetas.
Mi muñeca había quedado olvidada en la terraza
terminó convertida en estopa
y no habló nunca más,
ni falta que hacía.

Irma Verolín








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