Dolor

Como, bebo, duermo y sueño dolor.
Ayer acompañé a un niño hasta su tumba;
hoy a un anciano.

Veo consumirse a una persona
que he llegado a amar, hermosa como el viento;
y tropiezo torpemente en el pesar que la envuelve.

Me siento con esposos en pequeñas salas de visita,
llenas de humo, analizando tus razones;
con madres deshechas, con hijos consternados.

Tu pueblo murmura en tu contra amargamente;
¿cómo puedo conducirlos?

Pádraig J. Daly



La lista

La lista de quienes nos amaron
y se han ido
aumenta.

¿Dónde hallaremos la voluntad
para permitirnos ser amados,
o amar de nuevo?

Como árboles que muestran un caparazón invernal,
como bulbos y semillas en reposo,
esperamos el momento oportuno hasta que la luz regrese. 

Pádraig J. Daly



Queja

Te contaré, Señor, de una mujer tuya
que vio de repente su fe desvanecida,
volvió el rostro a la pared, y murió.

Recuerdo cómo cantaba de tu amor,
regocijándose en tus mínimos favores;
los junquillos perfumados,

las matas de grosella en flor,
la tierra húmeda
le hablaban inequívocamente de Tu benevolencia.

Te recuerdo, Señor, cómo, abatida,
se contrajo como el perro de un gitano,
su esperanza ida, la piel floja alrededor de los huesos.

¿Dónde estabas, Señor, cuando ella te llamó?
¿Y dónde estaba el amor que ni la profundidad ni la altura
ni criatura mortal alguna pueden superar?

¿Te complace, Señor, que la voz de tu gente
sea la voz de la liebre desgarrada por los sabuesos?

Pádraig J. Daly






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