Adiós, entonces. Ya cantamos nuestras dulces canciones; 
marchitas están nuestras guirnaldas de rosas rojas.
El día luminoso 
–plata y azul y oro– 
se apaga, en busca del sueño. 

Roland Leighton



Hédauville

El sol en el largo y nevado camino
que bordea el cerro,
las aterciopeladas clemátides que colgaban
junto de tu alféizar
aun te esperan.

Otra vez se romperá la oscurecida pileta
en surcos a tus pies,
y cuando el zorzal cante en tu bosque,
sin saberlo, puedes encontrar
a otro extraño, querida.

Y si no es tan viejo
como el chico que conociste,
y es menos orgulloso, además, y más digno,
tal vez no dejarás que se vaya-
(Y las margaritas son las más leales flores de la pasión)
Será mejor así.

Roland Aubrey Leighton



Violetas

Violetas de Plug Street Wood,
querida, que te envío de ultramar.
(Es extraño que sean azules,
azules, cuando la sangre que lo bañaba era roja,
como crecían cerca de su cabeza:
es extraño que sean azules.)

Piensa en lo que han significado para mí-
Vida y esperanza y Amor y Tú
(y no las viste crecer
allí donde estaba su cuerpo abatido
escondiendo los horrores a la luz del día;
cariño, fue mejor así.)

Violetas de ultramar,
para tu querida, lejana, tierra de olvido
éstas te envío como recuerdo
sabiendo que entenderás.

Roland Leighton











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