***
Recitas
lo que me ayuda a desoír. Encanecidamente
yerra el sable al que no prestamos
guerra alguna, así

lo exige la flauta
soplada a través en la mudez de lo imaginado, así
lo mana la noche
que uno anudó a los mástiles de lo justo.

Mira más arriba:
para ti los nortes de la imagen, para mí
el cambio de marcha
para los dos el aliento vacante.

¡Tanto sabes,
tanto sabes en el mismo lugar a medianoche
de todos los lechos,
tanto enseñas sin la lámpara!

hasta que uno
uno ajeno sobre el pedernal de las respuestas
llora un fruto
a este lado y otro del vivir.

***
Quizá, ni un horizonte por vencer
te alces ahora con el ojo
birlado al ciego. Quizá

ante él, hecho de nunca
el día se sepa una
palabra. ¿Comprendes?
aún , sobre fondo de estrella
nos ase lo oscuro por los cuatro
nortes de verdades. Yo

oculto en ti
para que también un hoy nos descubra
junto a la primer amígdala
estibadora de silencio.

***
Lo habíamos
aprendido, sin oír
nada más, entregarrados, como
si la palabra de todos hiciese
la Palabra, estrella y
sentido y estrella, como si al fin nos
amásemos.

En la entrelínea, allí
no palpamos, no atendimos la penumbra
en el cielo, era
vez,
creación, hablaba, sabes, hablaba con lo desierto.

Roberto Cignoni



Broté

en lo más íntimo de una palabra y forma.
Escuché a lo que prometía estrellas, lejos
y lejos de los cielos.
A lo que sonreía muerte en hospicios de Dios. 

Nadie me supo.
A través de una ausencia tuve que pasar.
Para que una palabra, donde el amor se hace señas,
pasase también
extraña y libre a los duelos del aliento.

Cien veces vacié el lugar,
vacié la palabra;
nos propinamos mutuamente blancura y serenidad.
Radiantes
se habitaron las cosas, las sosegadas
de todos los pensamientos. ¡Tanto
lindaron los abismos con la luz del mundo!

Nuestra vida,
nuestra muerte, pero ¿qué
remontan ellas
hasta honrar la palabra?

Roberto Cignoni


Cuento con tres visiones sobre la poesía.

1. Enigmática sembradora, arrojas el grano que reúne al surco y a la espiga sin la condición de la cosecha. La imagen, con precisión de asombro, te fecunda. Labras el señorío de todo comprender en el desmoronamiento de las pruebas.
2. También por una vida incumplida te devuelves a la fluidez. Por todo alcance, eres libre de no ofrecer canales. En cada manantial celebras una fuente.
3. De tu palabra que enseña al ojo nacen el relámpago y la noche para el juego vislumbrante, la aptitud para el hallazgo. Ninguna mirada te precede. En tu confianza de destellos obra lo inconquistable.

Roberto Cignoni




"Desnudo, servicial poema, que no te adscribes ni te limitas. Vuelves a tallarte en prioridad y no en el rastro de expedientes mezquinos y caprichosos. Tu favor es invitarnos al olvido de las pertenencias y al verdor seminal de ese olvido. Llegado de cualquier parte vas por dondequiera."

Roberto Cignoni



“En el espacio poematemático, cualquier punto puede conectar con cualquier otro.” 

Roberto Cignoni


"La amistad, que alienta la vocación por las alteridades que dialogan, sirve al recibo de visiones extraordinarias, de inauditas valencias, de márgenes inexplorados. Ella se sostiene en la aceptación armoniosa de un prodigio común a todos, cuyos envíos particulares no hacen más que preparar la nueva riqueza para el instante de la revelación. De uno a otro latido, de una a otra condición, la amistad con Reynaldo abraza los ojos familiares y las visitas sorprendentes, la voz que pide discutirse y la palabra cuya significación no se evalúa. Ciervo y lirio, en su consumación, se unen. De uno a otro asistimos con Reynaldo las imágenes de la hermandad, un solo poema en el pastoral de los lenguajes."

Roberto Cignoni



La flor láctea enrejada entre quejidos
aún acampa el ver para nosotros;
en el abrir, donada de nuevo,
conoce la brisa en la cabeza del dolido, de
cualquiera espera
una mano para ser cortada.

A través de una pizca de color
enciende la tierra su anhelo, guarece en luz
la canción ancestral, el que al fin
riegue la flor en el corazón de la muerte
expandirá el polen
sobre un porvenir. 

Ya sólo juegan los ideales
con libros y números
o salvan los recuerdos primeros
para alzar una bandera junto a la tumba del niño;
pero en sombría interioridad
crecen aún los pétalos ignorados
que la carne solitaria hermana de la flor
serena de intemperie.

Estrella y nada se besaron un instante
y profundamente claro
se volvió el silencio;
los coronados por la herida
alzaron palabras como flores, supieron del aire
una canción de bienvenida, mi pequeña
en corolas
nos alumbró lo inmenso,
una vez para nadie,
savia y levedad.

Roberto Cignoni


"Los ojos, elevados a su suerte, son todavía capaces de componer constelaciones. De un signo a otro líneas imaginarias despliegan los sentidos, dibujan rutas sin mojones ni señales, en cada encrucijada nos absuelven de un trayecto absoluto. En los paisajes tipográficos constituidos por el poema a través de caminos que el ojo aventurero descubre e ilumina, la semántica se vuelve ardientemente física. Las palabras yerguen figuras, ensamblajes, campos arquitectónicos, empecinan aquí un volumen, allí una transparencia, y mientras no pueden afirmar algún carácter o contorno definido, se distienden y se concentran, yendo de un claro a una aglomeración y de una aglomeración a un resquicio radiante. El equilibrio no es más que este juego inacabado de virajes y desplazamientos, un dinamismo que compone y disgrega para volver a asistir una nueva forma, un espacio fecundo que persiste gracias a sus cargas circulantes, exento de precipitar en estructuras o acentos conclusivos."

Roberto Cignoni


"Nuestra ocupación primordial: la lucidez que florece en los surcos de lo inconcebible y no habla en nuestro nombre. La humanidad sufre, en su flanco más débil, el asalto de fuerzas tan obnubilantes como deshonrosas, aquéllas que no cesan de reunirla consigo misma y que condenan y rechazan la arbitrariedad de lo extraño. La imagen, motivo en el momento de su revelación, desoculta el misterio, dispone, al mismo tiempo como emergencia y fulminación, ese prodigio inextinguible que no se somete a la embolia dialéctica entre yo y mundo, cielo y tierra, dios y nada. Su sensibilidad nos solicita y nuestro entusiasmo y atención han de donarse a ella sin las aprehensiones por cualquier vida compulsada a representarse (aquello que, como repaso o registro, la arruinaría). El poema eleva así esa experiencia singular que no transporta ninguna experiencia, brote que insiste en brote y que se ilumina levedad de cosas y de mundo."

Roberto Cignoni



"Oh poema, que empeñas tu alcance en lo imposible, sigues siendo vela y destello entre los hipos electrónicos y sus vanidosos autómatas. Impones tu suerte, extiendes tu riesgo y compones tu aventura. Tu casa es la vastedad y ningún medio entornado entre sus tecnicismos podría resentirte. Ellos rondan apenas la madriguera convidada, y a sus rasantes paseos nombran comunicación."

Roberto Cignoni



"Poesía, asoleas la imaginación, te prometes a hacer despuntar mundos y seres sin rendir tributo a la aurora. En el fluir de un instante informulado, alumbradora de las materias contrarias y el vacío reuniente, arremolinas la fatalidad de la existencia y el latido irrenunciable, la luz al fondo del calabozo y las mañanas sin promesas, los dioses horribles o exquisitos y los umbrales donde el asombro nos da la bienvenida. En tus fundaciones las bondades de un yacimiento se igualan a la respiración alcanzada, el duelo de un rostro a las primicias de la supervivencia. Trueno y manantial, molino y desierto, ¿pueden acaso negar que elevan en ti una oda de comunión? Aparición y diferencia, haciéndose una, ¿no vuelven a labrar contigo las vertientes relecturas, la fiel e inacotable página? El infinito es tu jardín. Donde nada separas, ningún celo religioso te sorprende."

Roberto Cignoni


¿Y qué me aparece apenas lo pienso —“autobiografiarme”— y de inmediato lo escribo? Tal vez, la inconsistencia de un alguien y de una obra a través de ciertas palabras que nunca han obedecido a una formulación íntima, sino, más bien, al juego incalculable del lenguaje reengendrándose a sí mismo, un pensar y un decir encantados por la acción de fuerzas y acontecimientos intemperantes, dichosamente desasidos a la voluntad de ese ser soberano al que solemos flamear (ilusoriamente) como "Yo".

          Insisto. Y vuelvo

Al revisar mi libro de imágenes 

Nací mudo.
Las cosas de las que hablo sirven a ilusiones.
El verano, la huelga, dios y la denuncia
no tienen dominio.
Mis discursos de paz estimulan bravatas.
Mis intimaciones dan de comer al burlón.
¿Esparcí en una cabeza el humo de la revolución?
Ha sido apenas una fábula.
¿Describí la pureza del pobre, el amuleto del loco?
Practicaba, al azar, algún juego de sintaxis.
Qué siglo de afonía, y qué pretensiones, al rescate
de una voz, por discutir cuestiones de importancia.
Quiero argumentar mi causa y me estorba un vagido.
Quiero decir obscenamente y una oda al instante se me resuelve.
Esta misma noche pude oír, vivaz como un
remordimiento, a un juglar humanista verter
canciones en una campana de vidrio.
Se dice. Se enmudece. El esfuerzo por sobrevivir
en un poema impracticable.

Roberto Cignoni







No hay comentarios: