Caja negra

Cada matrimonio estrellado tiene su caja negra, la cuenta
detallada de lo que salió mal y de cómo,
el crescendo de errores que aumenta, queda por un instante
quieto en su cresta de trauma, y luego se hunde con nosotros

en una cascada de estática. Lo que sobrevive es la caja negra;
un destello de antracita entre los restos donde, preservadas con ira,
las voces que contiene repiten sus últimos momentos de vida
y hablan de cómo, hasta el final mismo, podrían haber sido

tan diferentes; y de cómo, desde el principio, sabían que nunca habrían podido.

Patrick McGuiness


Charleville

Lo que desconcierta no es por qué Rimbaud se fue, a pesar de este Año Nuevo
la pista de hielo de la Place Ducale, el carrusel y un puesto de wafles
de la cercana Bélgica. Es por qué siguió volviendo. On ne part pas:
se respondió a sí mismo. Nunca te fuiste. Después de Harar,

pensó que su ciudad natal era un desierto por otros medios,
y dondequiera que caminaba caminaba sobre arena – hundirse
y hallar su asidero era lo mismo. Los sobrios bateauxmouches
pastaban sobre algas color ajenjo mientras las barcazas

se deslizaban por aguas cloacales con cargamentos de tejas
de arcilla de las Ardenas: pizarras atadas en manojos,
libros con páginas de pizarrón y todos los botes
eran bibliotecas flotantes y todas las letras deletreaban el cielo

o, después de llover, la borradura, que pronto se volvía su sinónimo.
Ahora su nombre está en todo frente de negocio desde lo obvio –
librería o café Le Rimbaud– a lo genuinamente
risueño: zapatería Rimbaud, especializada en suelas rotas

y Óptica Rimbaud que le examina los ojos con espejismos
y corrige la miopía con telescopios recetados.
Siga sus pasos, señala el folleto, cada uno un aleteo en el aire,
el músculo de cristal bajo el agua: destello de taco, dobladillo raído,

colillas y arena en los puños, y por un instante los maniquíes
de la boutique modelan chaquetas canallas y pantalones a medio subir
con bolsillos dados vuelta como vergas flácidas. Le Look Rimbaud!
rayos violeta de susurros de neón para la desmemoriada noche.

Patrick McGuiness



"Como mucha gente que escribe libros, empecé leyendo. Leyendo y pensando “a mí me gustaría hacer algo como esto, me gustaría hacer algo nuevo”. En el colegio escribía poesía, pero no era muy buena, pues estaba influenciada por las letras de las canciones de grupos como The Cure o The Smiths. Vivía en un internado en el Reino Unido. Antes había vivido en Bélgica, en Irán y en Venezuela. Escribía poemas, pero no eran muy buenos, pues estaba muy influenciado por las letras de ese tipo de música. En 2004 escribí un pequeño libro de poemas, pero siempre tuve el deseo de escribir ficción.
Me he dado cuenta de que todo lo que he escrito tiene un punto autobiográfico. Por ejemplo, escribí sobre Rumanía en la época de la caída de los Ceaucescu, o de mis impresiones en Bélgica con mi grupo familiar. Es cierto que todo lo que he escrito hasta ahora tiene un aporte autobiográfico, aunque mi próximo libro será distinto, pues me he empeñado en hacer algo nuevo, pura ficción."

Patrick McGuiness



"El tema fundamental de mis escritos es el recuerdo. La memoria y el recuerdo. A veces pienso que hay varias vidas distintas y que no hay relación entre ellas. Y aquí quería escribir sobre mi infancia, sobre la época en que estuve en un internado inglés."

Patrick McGuiness



Guerras secretas

Conocemos a los enfermos:
nuestros dobles, nosotros mismos atisbados
como en otro rastro.

Vemos sus espaldas; quedándose,
pasan. Incluso
aquí están yendo,

ya se han ido. Nos vemos
en ellos; ellos sólo
se ven en nuestros

ojos ciegos; nos observan
observar mientras la sombra
que ellos arrojan los invade.

Patrick McGuiness


La forma de que nada pasa

El polvo conoce los lugares que hemos olvidado, o que nunca vemos,
delimitando los márgenes de nuestro mundo: la pintura cuarteada
del alféizar de la ventana, el borde trabajado del marco de una puerta,
las molduras de friso, los zócalos, sofocando los enfáticos

rincones de nuestras vidas. Llena espacio detrás del sofá,
ese pequeño vacío interno que significa perder y olvidar,
o volver a encontrar. Es sinónimo de cosas
que sobreviven a su necesidad; para nosotros sobrevivir afanosamente

a la nuestra – partículas que bailan lentas en un haz de luz
derramando el exceso que cada día renovamos.
Su pequeñez es una proeza de la escala, pero no puede desaparecer.
Es la forma de la nada, la forma de que nada pasa,

y de la imposibilidad de la nada; materia que no se preocupa
por intentar no ser, y sin embargo es; recordándonos
que no hay absolutos, que todo se clasifica en la escala,
que todo es gradual, perecedero e indeciso.

Patrick McGuiness



Tranquilidad

Tropicales y lentos, los suburbios
se aflojan en el sol que declina:
todo es posible, ha cesado,
se termina y está por pasar.

Patrick McGuiness











No hay comentarios: