Anarquía

Sobre estas calles donde el amor es una palabra que no se ve
por ningún lado
descubrí un estado de ánimo tan bello
como una flor amarilla en la noche: Anarquía
tuve que elevarme sobre ese amanecer
y dar pasos tan bellos como un triunfal Nureyev
tuve que desgarrar mi corazón sobre el asfalto
beber alcohol en la noche
gemir sobre un cuerpo que también gemía
mi conciencia fue el diamante que cortó las olas
de un mar infernal dibujado en la memoria:
demonios como ángeles esculpidos en piedras preciosas
fuego tallado en rubíes sangrientos
cuadros extraídos de alguna desvariación de Dalí:
yo tengo la voz de los años perdidos
la poesía es una actitud integral y en primavera nacen versos
como niños precoces de esta época velocísima
tus espacios servirán para contener los desbordes
de mi imaginación que fluye a borbotones en la sangre
de mi herida abierta a tu eternidad ¡oh poesía! eres cordillera de frutos
tecnología de una estética burilada en la memoria pasión
desvelo cólera
tiempo
pues cada verso tiene su pasado su presente y su futuro
cada verso trae recuerdos emoción ilusiones que agobian
mis huesos robados como una fruta al pasado
y el pasado es el recuerdo de una muchacha a la que amé
con desequilibrio
con lucidez psicótica en las noches que Atenea
cuando se desnudaba
inteligencia y sabiduría de un cuerpo amado como un poema
que aún no he escrito.
Iré pues en busca de ese verso infinito
iré como una radiación sobre esta noche tan agitada
como un burdel para ricos donde se inician bellas adolescentes:
hay que destruir todo
yo sólo puedo enunciar estos versos sobre el silencio
porque el recital perfecto lo encuentro en soledad
sin más auditorio que mis imágenes aferrándose al presente
donde los años aciagos resisten los impulsos de las aguas
de estos océanos procelosos de los cuales emerjo yo tan puro
como un dinosaurio que sobrevive al pasado.

Carlos Oliva Valenzuela



El hijo pródigo

A Carmen Valenzuela
de su insoportable hijo
al cual no se cansa de soportar

Me observabas aquella mirada
Que no podías descifrar
¿Qué hago? Te preguntabas, indecisa, con este hijo
Yo pretendía iluminarte el mundo a punta de versos
     Yo, el primogénito de la familia
             El hijo descarriado
                   La oveja negra
El eterno hijo pródigo que iba y venía
             Y jamás se detenía
El eterno navegante del diluvio
             El solitario pasajero de la lluvia
El último reducto de la noche, y en la noche
Ya no cantan los búhos a la luna,
Las horas son apenas un goteo de aguas
Y al amanecer se presenta y no se presenta documentos
De identidad y no se piensa pagar el pasaje necesario
Para tener la vía libre
Y todo es una confusión de arena en el reloj
Arena que cae hasta formar el tiempo preciso.

Carlos Oliva Valenzuela



"Es cierto que en mi vida he cometido demasiados excesos y tal vez gran parte de lo que se habla de mí sea verdad, pero también creo que uno es libre de hacer lo que mejor le parezca sin tener que ser cuestionado por los demás. Yo pretendo mantener mi privacidad y no me gusta que husmeen en ella. Pero también creo que han exagerado mucho al hacer comentarios sobre mi vida. No creo haber escrito mi mejor poesía. Creo que poco a poco voy madurando para producir lo mejor de mí."

Carlos Oliva Valenzuela



Lima o el largo camino de la desesperación

Tu tesoro, Carlos Oliva, es el amor que perdiste
en tus manos de navegante ebrio,
de náufrago sobre un tronco a la deriva,
de marino agotado de tanto nadar contra la corriente,
para llegar tenuemente hacia la resaca.
Mi poesía en sí no tiene nada que ver con la poesía:
es un clamor de condenado.
Es una protesta, pero esta protesta es principalmente
contra mí mismo.
El canto por el canto en sí no existe (ni siquiera en los pájaros).
El objeto de mi canto –lo que sea– es liberarme de mí mismo,
negarme a mí mismo, es decir, salvarme de mí mismo.
De mi propia autodestrucción que está a punto de desintegrar mi vida.
Es una protesta contra mi condición humana, narcisista y sórdida.
y decadente. 

Carlos Oliva Valenzuela




Poema sin límites de velocidad

He visto una ciudad
una avenida
una calle inundada de cantos
De poemas sonando como bocinas de carros
Y autopistas sin guardias de tránsito
Poemas a 200 Km. P/H
Libres
........ raudos
.... .. ...... veloces por llegar
a los oídos del mundo

donde la ansiedad
........ la droga
........ y los atropellos
inventan colores siniestros.
Y en medio de todo
........ Yo con mi bocina
........ Yo con mi voz levantada
Entre tantos accidentes
Risueño
........ Ilusionado
....................... Y sin más palabras
Que estos versos sin frenos por las avenidas.

Carlos Oliva Valenzuela



S/T

Tu tesoro, Carlos Oliva, es el amor que perdiste
en tus manos de navegante ebrio,
de náufrago sobre un tronco a la deriva,
de marino agotado de tanto nadar contra la corriente,
para llegar tenuemente hacia la resaca.
Mi poesía en sí no tiene nada que ver con la poesía:
es un clamor de condenado.
Es una protesta, pero esta protesta es principalmente
contra mí mismo.
El canto por el canto en sí no existe (ni siquiera en los pájaros).
El objeto de mi canto –lo que sea– es liberarme de mí mismo,
negarme a mí mismo, es decir, salvarme de mí mismo.
De mi propia autodestrucción que está a punto de desintegrar mi vida.
Es una protesta contra mi condición humana, narcisista y sórdida
y decadente.

Carlos Oliva Valenzuela









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