Aria de bravura

Yo no quise la turbia
soledad de los versos,
sino la vida clara
sin reflejarla en ellos.

Conocer las desdichas
por los libros ajenos
en la plaza y el retiro
de mis días benévolos.

No pude. Aparecía
un pájaro siniestro
y yo le hacía frente
con las armas que tengo.

Francisco Bejarano



Historia verdadera

Cuando yo era pequeño y no me daba
cuenta, desde mi entorno concebía
la paz como aquel campo de viñedos
que era todo mi reino y mi horizonte;
entendía la vida como aquella
vereda que tomábamos los niños
para asistir a clase en las heladas
mañanas del invierno.

Cuando yo era pequeño, ya morían
palomas solitarias en el campo,
ya estabam preparadas por entonces
todas las cosas para hacerme triste.
Y comencé a escribir poemas al ocaso,
a un amor que jamás besó mi frente,
y me inventaba alondras donde sólo
hubo tedio y borrasca.

Era el hondo silencio una pregunta:
¿por qué ha de ser así, para que tanto
me cueste la subida y me convierta
más árida la tierra adolescente?

Ahora sé cuánto pesa aquel silencio
porque me hace mendigo de palabras,
de unas manos que nunca se vislumbran
cálidas en las mías

Francisco Bejarano


"La poesía es algo que se escapa para quien la escribe."

Francisco Bejarano


La poesía sirve para todo

La poesía sirve para todo: reemplaza a la anestesia
donde el dentista, y no produce efectos secundarios.
En dosis muy concentradas (p. ej. Keats + Vallejo) puede dar escalofríos en
[la médula espinal,
estremecimientos, palidez
y una sensación de pisar en el vacío.
En esos casos se recomienda dejar una flor seca entre las hojas
señalando al culpable –hasta que otra alma piadosa
de aquí a cien años
arriesgue el pellejo en la aventura.

Francisco Bejarano


Me dicen que no escribo versos. Creen...

Me dicen que no escribo versos. Creen
que abandonado por la Poesía
en las noches estériles persigo
un fantasma que es una sombra mía.

¿Quién se atreve al dolor de hablar con alguien
si es uno mismo, tras la luna fría
de un espejo pulido al que se asoma
la imagen fiel de la melancolía?

Toda la soledad de la existencia
con los versos entró en mi casa un día.
Siempre que pude le cerré las puertas
a una visita que me malhería.

Francisco Bejarano



Retablo de ánimas

Si el fuego purifica y el dolor ennoblece
y al final de la prueba te han de elevar los ángeles
a la contemplación de tan grande hermosura,
dejadme entre estas llamas. Cuanto más tarde el goce,
si mayor ansiedad su posesión provoca,
más habrá merecido mi mirada y mi tacto.

Francisco Bejarano


Un juego peligroso

Para curarme de melancolía
escribí versos: no sirvió de nada.
Quien sufre de nostalgia se acomoda
a convivir con ella y no la vence
aunque mienta inventándose la vida.

Perdí la juventud por desdeñoso,
despilfarré mi paz para ser sabio
y malgasté mi ingenio en lides vanas.
Mas nada conseguí, sólo el espejo
que guarda y que sostiene mi demonio.

Me lo acerca cruel de madrugada.
Me despierta de un sueño en el que un niño
ríe en su eternidad despreocupado.
«Mira, pues me llamaste, hasta qué extremos
de soledades te llevó tu orgullo».

Francisco Bejarano



Vida retirada

Nada tengo para vosotros, nada.
¿Estos versos, quizá? No son ya míos
y no se puede dar lo que no es propio.
Qué son los versos sino la manera
de engañarnos a solas, de decirnos
que fuimos inmortales como dioses
en un reino guardado en la memoria.

No quise escribir versos porque oigo
en cada uno el nombre de una lágrima,
el nombre de una pérdida, el sonido
de una voz que deseo, como un eco
que juega con nosotros y responde
desde lejos, desde el lugar contrario
donde estuve seguro de encontrarla.

Pero una tarde me dejaron solo
con el dolor oscuro de una herida
que no podía restañar. No estaba
visible en parte alguna de mi carne,
pero sé dónde están las cicatrices:
en estos versos sin deseo escritos
en suaves palabras que no curan.

Francisco Bejarano





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