Arte poética

La perfección tal vez, o el simulacro
que sirve de consuelo por su ausencia,
no depende jamás del añadir
tal o cual adjetivo,
seguramente todos extravían,
sino de la cordura de no usar
las palabras sobrantes. Casi todas.
Aludiendo a razones
desconocidas, pero imprescindibles,
un poema se teje con silencios
que la voz reconoce como suyos.
Para poder contar lo que sabemos
acerca del amor, de cómo pasa
el tiempo por las vidas.

Carlos Pujol


"Cervantes, Shakespeare o Dostoievski han cambiado más cosas y cosas más profundas no solo en sus países respectivos, sino en el mundo entero, que todos los ministros y reyes españoles, ingleses y rusos."

Carlos Pujol Jaumandreu


De noche el sueño lleva a raros sitios

De noche el sueño lleva a raros sitios
que se pueblan de caras familiares;
gente que habla en la lengua de los muertos,
entre arcaica y oscura,
reconocible aun sin entenderla.
Todos sonríen de una forma extraña
que es a la vez amable y evasiva.
Se reciben las cartas que esperamos
y causan decepción.
¿Para qué escribir versos?
Las palabras no saben decir nada,
también suenan a nada. Algo me dice
que no van a dejarme despertar,
y que el día era dulce y sinsentido.

Carlos Pujol Jaumandreu


"Desde que tuve uso de razón el castellano era la lengua de expresión única: el cine, los tebeos, las novelas de quiosco, la escuela, la universidad. Todo me vino completamente dado. Muchos años sin una sola clase en catalán. Además, me encontré con que mi devoción por la literatura catalana quedaba bastante mitigada porque la lengua en la que se había expresado la literatura catalana en el siglo XX me resultaba completamente ajena. La lengua de Carner, Riba, etc. era artificial, no tenía nada que ver con el catalán hablado. Josep Pla decía aquello tan divertido de que “el poeta Joan V. Foix es un gran poeta catalán que escribe en checoslovaco”. La sensación que uno tiene con Foix es de que está leyendo una cosa rarísima, nadie ha hablado de esta manera. La evolución del catalán tan controlado por unas opiniones políticas me parece que ha sido negativa porque no se ha atenido a la lengua viva, sino a una imposición. También es sintomático que Pompeu Fabra, el arquitecto de este asunto, fuese un ingeniero de profesión. Acabé encontrándome con que no puedo escribir en catalán, ni siquiera domino la ortografía. Para mí el catalán ha sido una magnífica lengua de comunicación."

Carlos Pujol Jaumandreu



Después de muchos años...

Después de muchos años
de tanta agitación,
querer y no querer,
la soledad de las palabras deja
como un frío de invierno.
Con esta compañía
mido mis lentos pasos por las calles
que siempre van a dar a la muralla.

Carlos Pujol Jaumandreu



"En literatura el narcicismo da malos frutos. Mirarse demasiado al espejo hace perder el mundo de vista."

Carlos Pujol Jaumandreu


"[Los escritores] se quejan de los lectores, que no les leen, de los editores, que no les editan (y cuando lo hacen pagan mal) […], de los críticos, que no saben apreciar sus excelencias, de los jurados, que no les dan premios. […] se quejan de los colegas, que siempre tienen mucha más suerte […]. Solo hay una cosa de la que nunca se quejan: de no tener talento."

Carlos Pujol Jaumandreu


"Nunca me ha gustado hacer una literatura confesional porque la novela y la poesía son para todo el mundo. Pero no descartar a nadie empieza por no descartarse a uno mismo [por católico]."

Carlos Pujol Jaumandreu



Para nombrar el mundo...

Para nombrar el mundo,
que es claro y misterioso como el agua,
busco nuevas canciones que resuenen
como un campanilleo en la memoria.
Y el tiempo vuelve atrás, como si nunca
se le hubiera ocurrido abandonarnos,
y por unos instantes la alegría
parece sernos fiel
y quedarse esta vez va para siempre.

Carlos Pujol Jaumandreu

 
"Se necesita valor para escribir poesía habiendo traducido a Baudelaire, por ejemplo. Era algo que tenía en mente ya desde la adolescencia, pero luego lo dejé correr porque descubrí que estaba imitando lo que me gustaba entonces."

Carlos Pujol Jaumandreu



"Te diría: leer, leer y leer. Pero no, te voy a decir humildad, humildad y humildad. Por este orden. Porque es un gremio que tiende a inflarse como un globo. En todos los aspectos, en todos los procesos de producción y en todos los cargos responsables de la cadena. Desde el autor hasta el vendedor pasando, incluso, por el jefe de marketing o de prensa, y por supuesto el editor. Hay un orgullo legítimo y sano en publicar a un autor que sea bueno, incluso que venda mucho, pero a la hora del trato humano con el autor —con los autores en general, con los autores que no llegas a publicar, con los que rechazas, con los que publicas y acabas manteniendo incluso una relación de amistad— un poco de humildad creo que es conveniente.
Poner las cosas en su sitio, que a un autor, como sucede en los grandes grupos, no se pasen el año diciéndole lo bueno que es y que se lo acabe creyendo. O que como editor no te digan un día: «Pues vas a ser director editorial de, por decir una, Harper Collins, vas a cobrar este dineral y a partir de ahora eres Dios». La perspectiva, la ilusión, la necesidad de tus primeros libros, tus inseguridades, que son muy importantes si las sabes manejar, todo eso no debería perderse. Y para eso la humildad desempeña un papel esencial.
Es verdad que también te he dicho leer, leer y leer, ¿por qué? Pues porque hay que haber leído mucho, hay un elemento intuitivo muy importante. Pero yo prefiero centrarme sobre todo en el aspecto humano, y para eso pido humildad."

 Carlos Pujol Jaumandreu


"Un amigo mío considera que combinar el humor con la poesía es sacrilegio. Pero una novela requiere humor, que no es reírse de los demás, sino de uno mismo. El humor en la novela es el gran aporte de los españoles. El descubrimiento de la novela como humor. Los españoles inventamos, pero no sabemos sacar las patentes. Las patentes del Quijote las sacaron los ingleses. El humor es lo que da trasfondo y relativización de las cosas, más que los alarde técnicos. Sin embargo, cometimos el disparate de poner lecturas como Tiempo de silencio entre las obligatorias en el bachillerato. Como para desanimar a generaciones enteras de futuros lectores."

Carlos Pujol Jaumandreu



Una luz de cordura...

Una luz de cordura
explica misteriosa años y enigmas
que no se dejan explicar, sucede
como en un buen poema, que en el fondo
solamente ilumina lo sabido
con humildes palabras
a las que se abandona la memoria.
El oro de la tarde se oscurece,
regresamos perdidos a la noche.



Volveremos a ver...

Volveremos a ver
el paisaje de cobre
y los musgos que forman archipiélagos
en un mar de tejados.
A Roldán, bello y grave,
señor de desmesuras,
gótico el corazón, como de hierro,
con voz de piedra antigua;
severo, melancólico y de miel,
apoyado en su espada,
a su manera dice:
El tiempo nos da fuerza, como al vino.

Carlos Pujol Jaumandreu



"Yo tenía en la punta de la lengua el decirle que no se molestaran, pero comprendí que sería ofensivo, había que agradecer las buenas intenciones con una sonrisa, no había más remedio, en fin, con la ayuda de Lillian iba a ser mucho más difícil sobrevivir a aquel embrollo, pero para eso están las amistades.
Por fin, todos se fueron, no sin que ella aludiese a la posibilidad de consultar el caso con su peinadora, mujer informadísima, como sabíamos bien, que quizá pudiese aportar luz a tanta confusión. Le hice prometer que de momento no diría nada, aunque sabiendo perfectamente que no iba a cumplir la promesa.
Foxie parecía dispuesta a dormir hasta el día del juicio final, y cené solo y con muy poco apetito, apenas sin enterarme de las exquisiteces que las monjas habían preparado con los escasos elementos de que disponían: arroz con una salsa no identificable que mal que bien suplía a la genuina Worcester, jamón rancio y salado a modo de caricatura de bacon y unas tortitas dulces.
Después de la cena estuve paseándome por el jardín como un oso enjaulado. Por fin se notaba un poco de fresco, pero ya lo de menos era el calor, lo de menos eran los curas y las monjas, ahora teníamos encima el cadáver de Gus. Ni Pimpinela Escarlata ni nada, aquél era un juego cada vez más inquietante y estúpido.
El chico corría peligro, muy bien, y quién no, y decide que la mejor solución para sus problemas es comprometer a Foxie, engatusarla diciéndole que sus rodillas le vuelven loco e inventarse un acertijo para redondear el asunto. Una vez hecho esto, ya puede morir tranquilo, y que los demás se las compongan como puedan.
¡Qué a gusto estaríamos pasando calor en Inglaterra!, pensé. Me puse a regar las flores, que estaban muy mustias. Vi que James me miraba desde dentro, como impotente y triste, y al alzar los ojos me pareció que algo se movía en la ventana de los curas. ¿Me estaba espiando el jesuita desde detrás de los visillos?
Al día siguiente tuve más visitas que durante todo el resto del año, y la casa, que ordinariamente era un lugar tranquilo, se convirtió en un incesante entrar y salir de gentes que por un motivo u otro decían tener que hablar conmigo, sin que ni por un momento se les ocurriera que yo podía sentir con mucho menor apremio aquella necesidad.
James no paraba de acudir a la puerta y al mediodía acusó el cansancio de tan insólito ajetreo: nuestro vestíbulo era como el escenario de un teatro que actores muy nerviosos cruzaban una y otra vez en un vaivén frenético, quizás obedeciendo órdenes de un invisible director de escena que acababa de enloquecer o tenía horror al vacío.
Y todo aquel visiteo convergía en la biblioteca, donde se esperaba de mí que yo atendiese a cada uno con gesto reposado y expresión apacible, asintiendo cortésmente a las vagas generalidades que solían florecer en sus labios y esforzándome por demostrarles que les agradecía mucho que honrasen mi casa con su presencia y que lo que me contaban me parecía de interés vital.
En estas situaciones ser bien educado es una de las cargas más abrumadoras que pesan sobre la humanidad, pero ya era demasiado tarde para aprender otro estilo de comportamiento, y me atuve a lo que sin duda Inglaterra esperaba de mí con el mismo sentido heroico del deber que un contramaestre del Victory de Nelson en Trafalgar.
Primero, muy madrugador —tanto que casi me pilló con el último sorbo de té del desayuno—, llegó el abogado que nos enviaba Froude, anunciado como solución a todos nuestros males, salvador, consejero, guía, escudo, qué sé yo. Tenía un aspecto fatuo y almidonado, y parecía un caballero, lo cual me movió a sospechar que no lo era.
Después de un rato de oírle oscurecer la cuestión con sus tecnicismos, comprendí que sólo sabía expresarse en forma de preguntas, que remataba con muletillas como ¿me entiende usted? o ¿Verdad?, sin duda juzgando comprometedora cualquier afirmación, y di por seguro que no iba a servirnos de nada.
Ni siquiera pudo hablar con Foxie, que seguía durmiendo, y redujo todo lo que hablamos a un cúmulo de interrogaciones a las que se guardó mucho de dar la menor respuesta. Prometí tenerle al corriente de los acontecimientos, le expresé mi gratitud y nos despedimos en un clima de cordialidad tan falsa como cautelosa."

Carlos Pujol
Jardín inglés












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