AUTORRETRATO EN EL BAR 

Tanta música y solo en el fondo de un Bar, 
la mesa siempre la misma igual a todas, 
delante el papel para escribir y dibujar 
y el vaso de cerveza y las olas.
"Esta vida así no puede continuar" 
como decían mis mayores con su voz moral, 
esta música sólo, este licor sin amigos, 
esta ventana llena de mar... 
y esa vida no pudo continuar.

Francisco Amighetti


El poema

El poema es una línea
que rige las montañas, desdibuja las manos
y se hace río.
Es una bandera que el viento ha devorado sobre el mar,
o lleva un niño en una fiesta patria.
El poema es una fruta,
se aspira como flor y se ve como cuadro.
Es la geometría metiéndose en el tallo
y organizando la dirección de las hojas
en proporciones áureas.
Y el poema es también
la noche de la ventana
en donde el ruiseñor de una constelación canta.
Si la poesía está afuera hecha paisaje
o hecha mujer
es porque la llevamos en la sangre.
El poema es un hilo de seda
que sale del corazón a sujetar las cosas,
y retenerlas en el instante
en que cruzan de la luz a la sombra.

Francisco Amighetti



LA CIUDAD ESTÁ VACÍA Y DESIERTA

La ciudad está vacía y desierta,
no importa si la Navidad inunda
el caudaloso río de la calle.

Despertar con tu ausencia en la mañana
es estar extraviado todo el día,
es estar huérfano de la luz y del viento,
ti palpar el exilio en plena patria.

Yo te busco en el cielo de la tarde
donde hay azules que aprendí en tus ojos,
y en las desiertas calles en la noche
salgo a buscar la huella de tu sombra.

Mi corazón cerrado, se abrió cuando llegaste,
flor solitaria sin rocío ni aroma
de luto en luto y de muerte en muerte.

Por eso es que mi voz se ha hecho más grave,
porque está desolada de llamarte,
anochecida de clamar tu nombre.

Francisco Amighetti


LAS MANOS

Las manos que ponen el pan sobre la mesa
y me traen el agua,
son las mismas que cosen
y colocan en los vasos de arcilla
flores blancas.

Las manos que abren las ventanas
y me arreglan el lecho
y levantan
al hijo como un fruto de nácar,
son las mismas que hilan
calladamente mis días
en una estela blanca.

Esa ventana con letreros y precios
y nuestro idilio breve
en noche y lluvia envuelto,
es ahora una página borrosa
donde ha huido el color con el tiempo.

Pero en las noches de faroles trasnochados
y de maniquíes tétricos,
como un olor que creía olvidado
reverdece tu voz con el invierno.

Francisco Amighetti


LAS VOCES AMIGAS

Cuando yo me vaya me llevaré el rumor de los sapos
el verso de la lluvia en los inviernos largos,
el canto de los grillos y la voz de los niños
caminarán conmigo sonándome en el pecho,
no importa adonde vaya;
en mesas, solitario debajo de las lámparas,
en los trenes que cruzan quejándose en la noche
o, en el exilio cerca de una ventana,
me sonará la música de las voces amigas
que arrullaron mi infancia, mi mocedad, mi vida.
No importa adonde vaya, ni las puertas que cruce,
y si mi viaje es corto o es eterno,
aún en otros mundos recordaré las voces,
las voces amigas.

Francisco Amighetti


SI UNIÉRAMOS NUESTRAS MUERTES

Si uniéramos nuestras muertes
croaríamos un fragmento de vida,
Engastando en las tinieblas
un breve resplandor.
 
Francisco Amighetti


SOY

Soy un animal herido
(en mi corazón
no cabe el odio)
que dibuja escribe y canta.

Francisco Amighetti

 

TALLÉ TUS INICIALES

Talló tus iniciales en el tronco de los árboles
y grabé con la cuchilla simbólicas fechas.
Yo les confié a los bosques el secreto del nombre,
el árbol mientras viva lo llevará en el pecho.

En soledad de pájaros, trabajé cada letra,
fue mi primer poema, el poema de tu nombre.
Después que vi el Océano y los puertos y el mundo,
hallé que los marinos lo escriben en las barcas,
lo esculpen en las proas salpicadas de mar,
lo tatúan en los brazos con sirenas y anclas
igual que yo en mi infancia lo hice en la montaña,
tu nombre, hoy tan lejano de mi primera edad.

Francisco Amighetti



YO SÉ QUE SIEMPRE LLEGO TARDE

Yo sé que siempre llego tarde,
siempre pierdo los barcos y los trenes.
Yo era una casa deshabitada,
un templo hace siglos oscuro,
pero llegaste tú para encender las lámparas
y derramar en las penumbras oro,
porque tu juventud es como el agua
que invade y limpia y es diáfana.

Francisco Amighetti









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