Caballos en el océano

Aunque no mucho ni muy lejos,
los caballos pueden nadar.

“Slava” —que en ruso quiere decir “Gloria”—
es un nombre difícil de olvidar.

Con tal nombre, un orgulloso barco
se internaba, atrevido, mar adentro.

En la bodega, mil caballos,
estremecido el inocente belfo,

piafaban noche y día: sus miles de herraduras
no traerían esa vez la suerte.

Cuando, muy lejos de la tierra,
la mina abrió en la quilla un gran boquete,

los hombres se subieron a los botes,
los caballos nadaron, simplemente.

No había sitio en las balsas ni en las lanchas:
tan sólo eso podía hacerse.

Como una isla rojiza flotaron en el agua,
una isla a la deriva sobre el mar. Al principio
parecía que nadar era muy fácil,
creían que el océano era un río.

Pero ¿dónde estaban las márgenes del río?
Casi sin fuerzas ya para nadar,
relincharon de pronto, contra aquellos
que los ahogaban en el mar.

Al fin se hundieron, salpicando
el aire de relinchos y de espuma.

Eso fue todo.

                          ... Y mi tristeza
por ellos, los caballos que nunca
galoparán ya más sobre la tierra.

Boris Slutsky



Físicos y líricos

Los físicos están de buena,
Los poetas están de mala,
Y no por cálculo frío
Sino que por ley del mundo.

Quiere decir que nosotros
No hemos descubierto lo que debíamos descubrir.
Quiere decir que son débiles
Las alas de nuestros versos
Y que nuestros pobres caballos
No dan alcance a Pegaso.
Ésta es la causa por qué
Los físicos están en la buena
Y los poetas en la mala.

No discutamos, la cosa
Es evidente por sí misma.
Por eso será que no duele.
Por el contrario, resulta
Interesante comprobar
Que mientras nuestros versos merman
Como si fueran de espuma,
La verdadera poesía
Se repliega a los logaritmos.

Boris Slutsky









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