Datzibao

De pronto perdí todo contacto contigo.
Ya no pude llegar al teléfono, recordar ese número y llegar a tu casa que no conocí.
Ya no pude volar sobre ti como todos los días a las tres de la tarde estas pobres alas no dieron más
y aquí me tienes ideando estas líneas que reflejan mis ojos cansados de ir caminando con la mente y las manos repletas de
yerba.
Yo fui el primer sorprendido.
La extrañeza de ser dos aves hurgándose el pecho y corriendo uno detrás del otro entre las matas y bancas del parque
y éramos arrojados fuera de nosotros mismos y por esto fue que conocí tu ciudad
y me apreté contra ti buscando desesperadamente encontrarme en tus ojos y amé todas tus cosas
y tu mirada angustiada y esa seriedad para responderme a ciertas preguntas y cuestiones que nos diferenciaron para siempre de las personas nacidas antes de 1950
tu maravilloso instinto agresivo desarrollado contra los males del tiempo y portándote como en la más furiosa embestida
en la batalla por un lugar en el taxi que nos alejó miles de cuadras más cerca de la pasión de la vida
hoy miércoles y no otro día.
Porque ya es hora de ir poniendo las cosas en claro y más que nada empezar a ser uno mismo
un solo obstinado bloque de rabia.
Tú por todo lo que para mí reflejabas lo más claro eres mi sopor antes de echarte a gritar por estos sitios malditos
aún después de haber transformado esa palabrita bestialmente lúcida en una flor obsesiva
que yo no quiero acariciar ni comprender el suicidio mi amiga es una espera maldita.
como puede ser aguantarnos un par de horas más en el parque en medio de un viento furioso que pugna por arrancar de raíz lo más nuestro de nosotros
y tú junto a mí convertida en mi aliento escuchándote aprendiendo de ti a la Molina no voy más esa canción negra arde en mi pecho, me aplasta, levanta, avienta a decir no contra todo.
Cada uno recuerda su primera caída.
Cada uno recuerda paso por paso los pasos que fue dando y los que no dio porque en uno mismo está el propio enemigo.
Y yo me levanto para luchar contra mí —y me tengo miedo.
Lo perfecto consiste en desabotonarnos el torso mientras vamos salvajemente penetrando en esta selva de arenas movedizas
y tu vida o mi vida no ruedan como esas naranjas plásticas que eludimos porque tú y yo somos carne
y nada más que un fuego incendiando este verano.
La vida se abre como un sexo caliente bajo el roce de dedos reventando millares de hojas tiernas y húmedas,
y no dijimos nada pero exigíamos a gritos destruir la ciudad, esta ciudad ese monstruo sombrío escapado de la mitología devorador de sueños.
Y el musgo creció como un verso clarísimo en tus ojos.
Tú querías leer mis poemas aferrarte a ese instante de dulzura donde jamás hubo límites entre uno y otro ser
y fuiste sólo una muchacha que pasó por mis ojos silenciosamente pegada a mí a mi secreta manera de enredarme en las cosas de explicar un mundo indeciso sembrado con piedras
yo que creí que nada era nada en cualquier lugar de este mundo
y de pronto me di con tus sueños como con un golpe de mar sobre el rostro
y luego adiós porque todo y nada puede explicarse en el amor y porque todo y nada se explica en nosotros y con nosotros.

Enrique Verástegui



Giordano Bruno 

Follajes de Noli
y aire suave de Labor,
Nápoles —fábricas de Nápoles tan llenas de Gramsci
y en Gramsci relampaguea
el aura de Bruno:
Giordano Bruno nacido en 1548, poeta,
filósofo que en el temblor de la duda
encontró la verdad
tan delicado como sombras
de lilas que el viento arrastra —el
saber alejandrino brotó fresco
en el jardín ya florido
de una mente severa.
Tuvo lo que su época le dio (fue clérigo intratable)
mas convino que toda época está en retroceso
y el pasado —¿dónde está?
que no esté arrumado
entre murallas de prejuicio
y largos trámites
burocráticos, la represión,
las relaciones mercantiles.

Oh campo aún velado en nieve espesa
y con ligeros brotes
de verdor: núcleos semánticos
núcleos de meditación
entre pétalos no más desesperados que este abismo
abierto entre el día
y la noche mientras nuestro paso es un siglo
tenuemente vacío levemente extraviado como hipótesis que van
rechazándose y negándose en un texto que a lo a priori
prefirió la luz de lo móvil
y el soñar
y errar en la vida
buscando belleza
y sabiduría = gramática de flores
aunque penumbras del vivir
sin más pobre lumbre
que haber regado un poco
este misterio del verdor
hoy signos sólo
y flores turbias
de un muy viejo manuscrito: el tuyo,
Giordano.
Y 30 años tenías,
vestidos trashumantes
cabellera oscura
y larga: hombrecillo
de rostro moreno
y oscura y rala barba —cuando
insultado y desterrado
vago vagaste vagón perdido como chispa rápida
de un detonante que ya
en la mecha de tu propia expresión
revienta los sentimientos de tu/mi éxodo poético
al sueño —tierra de promisión inhollada.

Milán, Venecia, Niza, compuertas de Génova
que han recibido a tantos extranjeros
te cerraban puertas y persianas
—sus bandos
bien claro (decían) que no debías
pisar sus yerbas
y has dormido al sereno
contemplando la elíptica del cometa en tu estilo
el cabello escarchado la materia infinita
y algún texto de Sedulius Scottus
te complace:

Scriptor sum (fateor), sum Musicus et Orpheus,
sum bos triturans, prospera quaeque volo,
sum vester miles sophiae praeditus armis:
pro nobis nostrum, Musa, rogato patrem…
(y seguiste recordando más versos).

Te amparaba
tu propio desamparo
y cielo infierno: suggetto —á doi contrarii eterno,
Bandito son dal ciel, et dal infierno
están lejos de ti
ni te reciben
vagabundo al llegar el día.

En Londres y París
en Wittemberg al dictar tus clases aprendías
la pesada luz de tus alumnos.
Y Praga te vio volar
como una antorcha de Joan Huss,
Caballería Roja, cerebro de flores en el sueño.

¿Quién decidirá
—pensabas—
entre Aristóteles
y Platón?
¿Quién entre Tomás y Agustín?
¿Entre la forma racional
y la forma ideal
de un mismo lenguaje represivo?
Y ya habíamos decidido
Giordano:
contigo en tus escritos.
No la verdad —no
sino el conocimiento de la causa
en el efecto
y me crucé contigo
en la penumbra
de la antecámara materialista
almácigos tiernos
dialéctica aún suave
como un crepúsculo.
Tu ópera de ligar / desligar
los misterios
y problemas de la física las leyes de la naturaleza
que tu mnemotecnia
dominaba (tu práctica analógica)
te valió el lodo de tu nombre
—ser el brillo
que alumbra este pasado
de hombres que pagaron caro
su arrogante deseo de saber.

Y en Venecia te llevaron al miserable tribunal
del Santo Oficio y te juzgaron
te desnudaron te maniataron te humillaron
y el proceso penoso y largo
duró años: Giordano Bruno
ni transa ni se retracta – no pierde
el nolano
judío errante
la altivez de su verdad.

Lo declaran ateo impío corrompido –lo excomulgan
y viene la condena:
“que sea castigado
con la mayor dulzura posible y sin efusión
de sangre, sine ulla sanguinis effusione“
que en maligna lengua eufemista represiva
y clasicista dictaminaban los inquisidores de siempre
morir quemado vivo
y entonces Bruno replica
ya bellísimo su alto testamento: “más os intimida
pronunciar mi sentencia a vosotros
que a mí el oírla”
y entró sereno en la brasa
lúcido entre las ávidas llamas

Toda época está
en retroceso y todo presente es pasado devorado
en el futuro y aquel 17 de febrero de 1600
Giordano Bruno, poeta,
loco y filósofo que en la duda encontró su verdad
nació para todos
y yo nací con él, yo soy Giordano Bruno.

Enrique Verástegui


"Hoy, Enrique Verástegui solo puede referirse a sí mismo, asimismo son sus artículos publicados y no publicados. Nada más que un escritor en un mundo convulso."

Enrique Verástegui



Maitreya

Me he sentado a esperar la vejez.
No pienso ni hago nada hasta que llegue otra generación
a desempolvar el brío, los libros dorados, las matemáticas,
el cuerpo, el alma, el universo,
todo ese conocimiento sepultado por el rencor, la gnosis que demuestra que lo infinito
está en lo finito
donde está, realmente, el universo.
Florecí más que nadie
pero perfidia cayó sobre mí,
doblándome como una flor, herrumbrándome, y fui silenciado.
Maitreya pasó desapercibido como una sombra
por la vida,
¿no dan ganas de llorar?
Se llora de pena, de tristeza, de rabia. También cuando ciega la belleza.

Enrique Verástegui



“Me tocó vivir de cerca ese movimiento de poetas adolescentes que, un buen día, decidieron que la poesía escrita con anterioridad a ellos no les gustaba y que el tiempo histórico era ‘irrespirable’.”

Enrique Verástegui



Primer encuentro con Lezama

Llevo un sol en mis bolsillos
pero ya no tengo nada en mí
no puedo soñar cantar pensar en cosas concretas
no puedo soñar cantar escribir ese poema para ti mi gatita
arañándome el hombro
y mis vecinos me tienen controlado
me ven llegar como una peste
y hablan de mí
entre comillas soy el ocioso el paria el que llega tarde en la noche
y corro por estas calles de Lima
buscando recordando a Vívian
cayéndome en pedazos consumido por mí mismo y tu no hacías nada
por mí, viejo Lezama, estás ya viejo, pero te guío por estos
sitios
Vívian solía aparecer desnuda con sus enormes muslos de cedro
y mira acá esta foto: es Jericó devastada por el mal uso de los sebos,
por la droga, las flores de plástico
y sal un poco de tus paginas, de esos aires, Lezama, sé que el asma
es tu paraíso
pero comparando nuestros árboles, nuestra sana manera de
tendemos en la yerba
yo habito mas que el infierno
y debo caminar pudriéndome por quedar bien contigo mientras
vamos paseando por Tacora
entre prostitutas y ladrones
que no logran robarnos nada porque nada tenemos pero tenemos
hambre y comemos ciruelas
y corremos fugándonos sin cancelar la cuenta
y otra vez estamos en la plaza San Martín frente al caballo inmovilizado
por las cámaras de los turistas
sin saber dónde ir ni qué ómnibus tomar
sin saber cómo ni cuándo apareciste en Lima sorpresivamente como
esas pocas lluvias que llegan para lavamos de la duda
y ahora estamos contigo en el café Palermo
ahora ya puedo decir que tus palabras huelen a manzano y los
manzanos son gente sencilla que ignora el uso de la palabra
gente que ignora el mal uso de la palabra
ahora sé que nada se perdió
y aprendí que el verso más claro está garabateado sobre la pared
de los baños
y voy recitándolo con voz sonora en medio de la calle
mientras me alejo y llevo a Lezama prendido como un laurel sobre
el ojal de mi camisa
yo no quiero brillar con esa intensidad de aviso Phillips
yo tengo un brillo en las pupilas
tan claro como el verso más claro que ahora voy gritando por estas
páginas sórdidas
y somos arrojados uno al lado de otro sobre esta gran ciudad caminan
un par de iguanas
reptando y comiéndose la luna
uno más joven que el otro
uno más flaco y pálido y callado y con las alas cortadas por la
rutina de estar continuamente dando batallas a la rutina
dando vueltas
y más vueltas encima de los cables
otra vez solo
sin nadie con quien cruzar unas palabras, una idea,
y los ojos están ardiéndote,
todo lo que miras es alcanzado por el fuego,
como en la hora del Juicio Final,
he llegado a mí después de haber gritado en las praderas porque
todos huían de ti pero ya tu habías huído de todos
y el corazón te quema más que un buen vaso de brandy en el
estómago
más que todos los fogones ardiendo juntos de noche sobre los campos,
el corazón es mi palabra y más que mi palabra soy yo ardiendo de
noche sobre los corazones que aún no han conocido el amor
y están desesperados gimiendo arrancándose los cabellos.

Enrique Verástegui



Si te quedas en mi país

En mi país la poesía ladra
suda orina tiene sucias las axilas.
La poesía frecuenta los burdeles
escribe cantos silba danza mientras se mira
ociosamente en la toilette
y ha conocido el sabor dulzón del amor
en los parquecitos de crepé
bajo la luna
de los mostradores.
Pero en mi país hay quienes hablan con su botella de vino
sobre la pared azulada.
Y la poesía rueda contigo de la mano
por estos mismos lugares que no son los lugares
para filmar una canción destrozada.
Y por la poesía en mi país
si no hablaste como esto
te obligan a salir
en mi país
no hay donde ir
pero tienes que ir saliendo
como el acné en el cascarón rosado.
Y esto te urge más que una palabra perfecta.
En mi país la poesía te habla
como un labio inquietante al oído
te aleja de tu cuna culeca
filma tu paisaje de Herodes
y la brisa remece tus sueños
–la brisa helada de un ventilador.
Porque una lengua hablará por tu lengua.
Y otra mano guiará a tu mano
si te quedas en mi país.

Enrique Verástegui


Tema y flores de una suite de la noche

Yo que hubo de ser un artista gráfico de gran ciudad
ramo de azucenas, geranios en tus muslos pero continuamos,
calle arriba – haciendo disquisiciones
sobre el mundo
el hecho en sí – desde el momento mismo en que el dulce amor
es tan perfecto
como la enternecedora flor moderna: – espera, tengo que llamar,
Sin embargo continúo: Elizabeth Barret Browning,
por su lado, construyó su propio Paraíso.
Bueno, paso mañana a eso de las 8. No te preocupes, estoy bien.
Te decía que en Londres hablaron de nosotros como de ángeles
llegados del cielo:
no Hell’s  Angels
pero teníamos casacas de terciopelo, tú estabas lívida
como el ocaso del mundo – o el ocaso- que debe irse al carajo.
Yo te leía un poema: ventanas, flores, luces encendidas,
luna está solitaria y hermosa en mis ojos,
mientras colocaba elegantemente mis codos en la ventana
para pensar en todo lo que ha sido este mundo.
Ah, salió mi firma en Le Monde. También Cahiers du Tercer Monde
reprodujo el manifiesto que escribí
contra los militares fascistas pero todo eso fue antes de que
nos deportaran de Londres.
Mandel está hermoso a esta hora, los salvajes galos gruñen.
Podemos estar también caminando por Barranco,
Salaverry, esta avenida de azucenas, una flor en las manos.
Continuemos: la belleza me seduce: Living Teatre, también
Judith Malina (cuyo cuerpo tan compactamente inescrupuloso
se evitó cualquier piedad conmigo) montan algo de Artaud.
Me dices que Ginsberg – claro que caía una tormenta enteramente
bíblica en París- tiene unas manos “electrizantes”
pero bueno: nada de ello es saludable – me refiero
al Tantra Yoga, los experimentos corporales – si no florece
la mente lejos de la caducidad de esta época.
Mira el paisaje: su dulzura es fuego hermoso en la mente.
Claro, lleva siglos construir una civilización
tan elegante como ésta y la elegancia fue nuestra conquista.

Espera, aquí hay otro teléfono. Por supuesto:
se ha predispuesto sólo lo que se destruye.
Te decía, ah claro, tengo versos alocados saliéndome
del alma como un proyecto de Visconti, algo dulce sin embargo,
grandes y fuertes trípticos,
proyecciones de sueño para un mundo que no me ha escuchado.
Mira: alquimia, guitarras, un evidenciar
la putrefacción para permitir renacer la moral,
este delicado perfume a gladiolos silvestres somos nosotros:
no aquellas pesadilla de nuestro tiempo.
Pero bueno lo que podemos hacer es entrar en un magazine
-toda una época ha pasado- y tirarnos un contreau.
Pura poesía: toda una época ha pasado
y en el cambio florezco yo.
Te continúo leyendo mi poema: enamorados
escondiéndose entre laúdes y autos que pasan,
somos extraños seres que no pueden caminar
con la misma lentitud que el que copula una vez al mes.
Caminamos, hacemos aerobics en el lecho.
Todo lo no hecho está por rehacerse
y lo hecho es esta luz muy dulce en mis manos.
Una etapa se cierra y otra se abre cada vez más dura,
cada vez más ruin, cada vez más difícil
y he debido preparar mis lomos para ser picoteada por buitres,
poner mi otra mejilla que quisieran  devorar los gusanos,
entornar mis ojos como goznes que quisieran arrancar las tenazas de la
incomprensión.
He debido disponerme como un monje o budista
a permanecer duramente entregado a su oficio. Y sí,
mi vida brota en la ciudad como una flor mística,
el poema es perfección, pureza, precisión.
No voy a decir que no llamea la modernidad,
no voy a pensar que no he podido nada contra un mundo que se
me ha disuelto
como el escape de un auto.
No he tenido fatiga, tengo tus cabellos dormidos en mi hombro.
Y ademaś, sin imperfecciones
podemos no vivir como lúmpenes.
Y también: asaltar lo marchito es una actividad
hundiendo el mojón cuando jalo el excusado.
Bueno, ¿qué podemos hacer sino deshacer
lo que ha obstruido el camino? Continuemos:
tus ojos encienden el fuego del verano,
el mundo se derrumba y no haré nada por salvarlo.
En los escombros brota una flor como búsqueda de algo distinto.
Unas flores en tus muslos como taza de té delicadamente levantada
mientras me miras: el poema es eso,
y requiere anta delicadeza como disponer tu espíritu
a temblar solitario en tu cuarto húmedo y oscuro,
atelier para un tríptico moderno.

(pero cuando he terminado de leerte este poema
el mundo ha desaparecido tras la visión donde brota la belleza)

Enrique Verástegui




“Todo depende del talento y del autocultivo para producir poesía, aun cuando esta no sea para la gente una necesidad. Si la poesía suscita algo, así sea solo en una persona, entonces habrá valido la pena. La poesía es siempre un acto de buena voluntad.”

Enrique Verástegui



"Todo pasado no es silencio perdido, sino que es suceptible de ser (si no tocado) (por lo menos) visto a través del espejo retrovisor de un auto que aplasta las flamas de una primavera desmoronándose.
Mediodía, larga es la avenida llena de viajeros —aca¬bo de comprar un boleto de viaje y mis cabellos despiden chispas verdes / triste, como siempre mis sentimientos son tan imprecisos como el mar al sur rompiéndose en pedazos amarillos, y aún dispongo de unos minutos —es la avenida llena de viajeros rompiéndose en pedazos ama¬rillos: Estación para partir, Estación para llegar —mi corazón viaja pintado sobre el tranvía heliotropo, te recuerdo Amor / 22 de marzo, ¿qué hago hoy entre la muchedumbre? —yo: realmente sigo un poco como la luz de un sol ya extinguido y todavía brilla desde mis pupilas, en el bosque de espejos que me devuelven al di¬ván del psicoanálisis que me devuelve al bosque de es¬pejos que me devuelven al sur rompiéndose en pedazos amarillos — como un poste estoy parado y una abeja liba un néctar desolado en mi silencio — ¿leeré una revista con cifras de inflación pero sin lirios que me escupan? — luz de sol engastada bajo la gamuza de un río congela¬do — Hamlet ha vuelto y es perseguido por fauces policia¬les sospechándolo — ¿me beberé una naranjada? / en la última butaca de este cinema donde todos actúan sin saber cómo ni por qué: película de colores sombríos (Cámara/luces/acción: abro los ojos y lo cauto todo: el revés de la luz cuerpo de una belleza invisible, y esta pesadez de lo concreto): bocinazos / las frases se me vuelven, agresivas, no he pensado en nada: larga es la avenida llena de viajeros — policías y el momento oscuro, ¿oscuro? ¿trágico? — antes me había dicho: larga es la avenida llena de viajeros, y agregaré, algo más, quizá menos turbio: larga es la avenida llena de viajeros — las frases se me vuelven, agresivas, atacándome en sorpresa: bullicioso instante de las despedidas y los lloriqueos, de las risas con dientes sin brillo, maletas, encomiendas, cartas que escritas en presente serán ya pasado / la radio anuncia noticias boletines música palabras que te invitan a consumir deshechos brillantes — entretanto releo (des¬lumbrado) la superficie de un poema en la forma de un seno, muchacha largos cabellos mi vista te copula en la escritura y mientras la miro un cigarrillo se consume en mis labios porque mientras la miro un cigarrillo se con¬sume en mi escritura: un seno deslumbra a mis ojos entre la muchedumbre sin nombre en la Estación — tumbados bajo un montículo de arena el verde jade del mar se extendía a lo lejos apacible — y yo: muchacha largos cabellos mi vista te copula en la escritura y mientras la miro un cigarrillo se consume en mis labios, ignoro si el dulce color del mar brotó junto a ti para decir ignoro si el dulce color del mar no es más que un cuerpo a mi lado mirando la curvatura profunda — un clereci vaganti qué soy sino un clereci vaganti al margen de la historia y al margen de la historia que no va en la historia, un goliardo enloquecido por las ruinas (simétricas, perfectas, codificadas) de su tiempo — Diana en Puerto Vallarta temblando cagándose de hambre amando el revés de su cuerpo, el delicado — nada ha pasado nada ha llegado: el nombre de Diana es el nombre de un mar destroza¬do — masco un pezón silvestre encontrado al centro de un brasero de flores — estoy agotado: perdí la percep¬ción de mi tiempo al montarme en un vientre que adoro — retuve mi semen hasta verlo como una mancha de nieve en tus ojos rosados, bizca se deshizo el puntito de almendra del ojo y los párpados temblaron: el orgasmo era inminente..."

Enrique Verástegui
Monte de Goce


"Yo considero -al igual que Herbet Marcuse, que fue el profeta de toda una generación- que no es la genitalidad lo que interesante sino la erotización de todo el cuerpo, para transformarlo de instrumento de producción a lugar de placer y de conocimiento. Escribo del cuerpo para reivindicarlo como un elemento necesario a la conciencia de este país, donde la gran mayoría ignora que la felicidad reside en ellos mismos."

Enrique Verástegui


"Yo soy un hombre de la clase media, formado en la clase media y que tiene los gustos de la clase media. Yo me conformo con un pollo a la brasa con sus papas fritas."

Enrique Verástegui














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