Destino del silencio

El ojo insomne nos condena y por eso cultivamos lo invisible.

Todo sufrimiento conduce a la infancia.

Hemos minado la entrada al deseo y es inútil interrogar nuevas puertas para salir del aquí. Se hace tarde. El reloj es un roedor sigiloso.

Los colores callarán y permaneceremos en el lugar donde los árboles vienen a morir. Sólo allí no estaremos solos.

Detrás del humo sube mi ciudad.

(Ellos hallaron usura en la desdicha, fundaron el terror solar e instauraron factorías de espejismos).

La víctima ha sido revelada. El sueño ahora me interroga. (Han sitiado mis manos. Persiguen mi alarido).

Ninguna pregunta será resuelta hasta que culmine el canto del agua.

Hoy transitamos por los desiertos del regreso. Lo poco que me dejó la noche me ha sido arrebatado por quienes defienden este tiempo incinerado.

Aquí te despierto memoria.

Me ilumina la respiración.

Debajo de una palabra puedo vivir.

Gonzalo Márquez Cristo




Dominio de las huellas

Volví de la noche: aún me escucho el corazón.

Para construir en el abismo me entrego al resplandor que aniquila, que escalda mi rostro.

Aquí sólo el fuego conoce los caminos.

Hemos sido encargados de profanar el mundo, de seguir a quienes fundaron una progenie de espectros y de anunciar la llegada de los emisarios del terror.

Cuando la sombra nos precede sospecho que el tiempo me vigila.

Fui expuesto. Me acechan los inquisidores. El victimario sufre la tiranía de sus huellas y ese incesante sobresalto será nuestra única venganza.

Somos los nuevos nómadas, los prisioneros del futuro, los de la mirada inacabable.

Es en momentos aciagos cuando es oportuno renacer, conteniendo la respiración, sintiendo el miedo que aletea en la ventana.

¿Aún será posible expresar la primera sílaba? ¿Emprender nuestro retorno

vegetal? ¿Recobrar el canto del agua? ¿Liberar a la raíz?

Comprendí todos los regresos.

La poesía se lee cerrando los ojos.

Instigué a la flor para que se rebelara contra la primavera. Extravié mi sed.

Oh noche, todo se ha creado en contra tuya.

Gonzalo Márquez Cristo



“Es hora de que nos manipulen desde un lado mucho más humano.”

Gonzalo Márquez Cristo




Escape de las sombras
 
Antaño los muertos regresaban.
 
Hoy vivimos en un mundo de espectros que a nadie atemorizan esperando una tormenta que lave nuestros sueños.
 
Los más precarios ídolos controlan el terror.
 
Aunque pájaros de piedra me buscan no soy de los que cierran los ojos para sobrevivir.
 
La luna escribe la noche.
 
¿Desde cuándo escucho la estrepitosa caída de un glaciar dentro de mí?
 
Vino la guerra y permaneció entre nosotros. Conocimos su imaginería atroz y se hizo necesario perdonar al tiempo, a su furor compartido… Cultivamos la luz del grito, la flor de la ironía. El escape de los signos.
 
No voy a hablar de quienes eligieron el peligro de la indiferencia o del silencio. Tampoco quiero que el dolor pueda salvarme.
 
Portando la palabra será imposible recobrar el paraíso, lo sabemos, pero buscamos el olvido de la escritura.
 
Hay quienes persiguen un destierro en dios, un asilo en los ocasos. El fuego descendente, el granizar de la ausencia.
 
Pero a mí sólo me han signado las estancias del horror. La voz del viento. El patético vuelo circular. La historia del sollozo…
 
Y no es posible renunciar cuando el primer pensamiento tuvo la forma de un venablo. Ninguna confesión es inocente.
 
Sabemos que la oscuridad nos hará libres. Que el porvenir es un crimen. Que tendremos que guiarnos con las nubes. Que hasta aquí hemos traído a nuestros ojos inermes…
 
Sabemos cómo oficiar lo invisible y que el rocío conoce el drama de la aurora.
 
Vigilo todo lo que muere. Decido ser.
 
Encomiendo al poeta la protección del instante.

Gonzalo Márquez Cristo



Génesis

Para sobrevivir nos arriesgamos a la memoria, nos entregamos al vacío.

Ya conocimos el ave de rapiña del viento y la serpiente del agua. El silencio jamás volverá a separarnos.

Regresamos al sílex, escuchamos la oración del fuego.

Emprendemos el numinoso sobresalto. Vivimos la voracidad de los hallazgos y el juego espectral del deseo.

El único fruto del árbol al que no podemos renunciar es a su sombra.
Sufrimos la persecución de la primavera –y fue allí donde la palabra se hizo verde.

Lo que más dura es el instante, lo que más oculta es la luz.

Cuando se interrumpe el tiempo alguien decide nacer.

Gonzalo Márquez Cristo



Las palabras perdidas

Alguien descifra la escritura de la lluvia y sin embargo no puede escapar.

Un alud de imágenes nos extravía la palabra; acudimos al grito y al llanto, a veces a la indiferencia, pero sabemos que necesitamos de la guerra para ser inocentes.

Todo lo ha ofrendado la ceniza.

Desde que desterramos a la noche desaparecieron las más profundas alianzas y nuestros perseguidores pueden encontrarnos.

Una herida siempre recuerda la vida, todo nacimiento procede de su túnel. Un árbol arde en nuestros ojos de agua.

La verdad –es decir lo prohibido– impone su reino de terror… y hemos decidido habitarlo con las manos entrelazadas.

Creímos que la poesía nos enseñaría a morir…

Persistimos… Con frecuencia hacemos la extraña sonrisa del miedo. Si huimos, la soledad convertirá a alguien en víctima. Por eso la palabra se pasa de mano en mano para construir una morada invisible.

A veces para sobrevivir renunciamos al conocimiento.

Y cuando todos duermen, escribimos… Pero un poema es el fósil de un sueño, el cadáver de un dios…

¿Aún podremos salvarnos?

Gonzalo Márquez Cristo



“¡Que el grito siempre pueda detener la herida!”

Gonzalo Márquez Cristo



"Yo prefiero un buen periodista y no un mal escritor. Prefiero un artículo de Talesse que un texto de un escritor X que esté de moda. Hay novelas publicadas por editoriales españolas muy importantes que pueden llevar una fecha de vencimiento. Creo y amo el periodismo muy bien escrito, en un periodismo denso que no se lucre de la miseria y que no utilice el efecto alkatzerser, del que habla Enzenberger.

Gonzalo Márquez Cristo











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