El ejército, lanzando gritos discordes, avanza compacto,
tragando los campos, engrosado por la tribus, en orden cerrado.
Cuando en él brillan las espada, semejan relámpagos
que aparecen y se esconden entre nubes.
Las banderas en alto, al flamear,
parecen bajeles en un mar donde no es posible navegar a remo.
El molino de la guerra se pone en marcha,  y su eje
es la inteligencia de un rey experto y virtuoso
que se llama Muhammad, como el sello de los Profetas,
y cuyo poder excede a toda descripción.

Abu l-Qāsim Abbās ibn Firnās



"En Mahmûd he fortalecido mi mano, que estaba desamparada
en una época estéril para la esperanza.
Para la generosidad y la gloria ha construido una qubba
ante la cual los hombres más generosos quedan prosternados."

Abbás Ibn Firnás



Ha quedado Toledo despoblada, 
a merced de las aves de rapiña.
Ha quedado sin gente, desguarnecida,
(silenciosa) como una tumba.
No ha querido Allah que subsista un puente
erigido para el paso de las tropas infieles.

Abbás Ibn Firnás


He visto a Muhammad, Príncipe de los creyentes, 
y en su rostro florece la luna (badr) de la bondad.
Al oírlos su encarnizado rival Mu'min ibn Sa'îd exclamó: ¡Qué versos más horribles! ¡Has hecho del rostro del emir un campo en el que florecen los granos (badr)! Éste, abochornado, replicó violentamente, obsequiándole con los más fuertes insultos.

Abbás Ibn Firnás











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