A contra moda

No lo olvidéis
a contra moda escribo.

Siempre
a contra moda
peino, calzo, vivo.

Y si una sola vez no lo pareciera
castigadme definitivamente.

En el lugar de los hechos
el espacio es humilde
pero mi ambición sagrada
materia que es el alma
libertad en los versos.

No lo olvidéis
a contra moda vivo
y a contra moda escribo
desde que en este océano
eché los primeros dientes.

Atreveos ahora
a pisarme las alas
tan granadas y fijas
mi cuerpo en los cielos
de la palabra a solas.

Pureza Canelo


"A la creación no le interesa marcar ruta, dejaría de ser."

Pureza Canelo



Como un volar distingue

Un fluir de orgullo
ha estado negando la escritura
en este libro
igual que el tordo vil negara
comer frutos y simientes
que regala el suelo vivo.
Un fluir de no inocencia
ha querido contar
hasta el último peldaño
entre las zarzas de esta casa.
Mi claroscuro ser
con el afán de un sentimiento
que devora y miente.
Pero un fluir de la vida es, al fin, la vida.
Haber preferido negar antes la escritura
que olvidarla, rozarla en vez de abrirla
y escapar ya del olivo en fruto
como un volar distingue.

Orgullo, no inocencia, cuerpo:
me he enredado en ellos y he perdido
del amor la vereda
que se entrega imperfecta.
Miedo, apaño, esta poesía,
han hecho de mí
destino donde ahora me borro.

El alma que respira
escapa y corre por los campos
que se despiden, me sueltan, contrariados
por el menú sobre mantel precioso
en el que posabas tus ojos
para llevarte el manjar de esa materia.
Así, liberada y confundida,
solitaria en la reunión general
de estos poemas,
debo abandonar la vid, el huerto,
para volver a la rueca de la vida
con silencio por fuera y locomoción tan dentro
porque es el hacer viandante quien me espera.
Todo lo demás son historias de artistas.

Pureza Canelo



El verso

Es un coloquio
que me bebe;
no me orienta, me adentra,
responde a mi ceguera
y acaba perdonándome en su rostro.
Me trae fortunas heredadas,
otros abrazos de otros, leyendas visibles,
invisibles, rectas de la muerte,
volutas del momento,
tormento, cántico rodado de hace mucho:
el verso.

Me resbala del pelo a la garganta,
me hace tropezar de veras,
me guiña su ojo,
me tiende el mar
y yo me tiento.

El verso es un ojo
pensado para ciegos,
para mí,
para un caballo al fondo,
para volver a casa
y encender la lámpara del miedo,
del miedo o la pregunta.

Tanto amor
me estrecha la cintura,
se escapa de mis brazos,
me adentra en la campana del llanto,
de oros con llantos, del din don,
en la plegaria.
Y me coge la mano recién hecha
al vacío,
y no me deja en paz
y no me deja en paz
aunque lo mate.

El verso
puede con mi vida
sin pedirme permiso para la muerte.

Pureza Canelo



La Carta, El Beso

Llega una carta y rompe abre
la mañana en mis verdes ojos.
Ha llegado después
del cántaro de leche
de la cesta con higos
y otra sombra que cruzó
con oveja merendera y juncos
recién cortados
el portal de mi casa todavía
en la frescura del valle.

Deseando que buscara el sol
la ventana, el beso dice:
Te imagino quieta
es tan hermoso el existir
ofreciendo tempranura al mundo
espesada en el lecho
porque no estoy ahí
Mira que sin estarlo
sé cómo andas de transparencia
y fruta,
cómo endulzas ya tu amanecida
en la boca
y sé que en tu costura va este poema
escrito en el instante
que relees mi carta, tan firme como
mueves el brazo que yo amo
el café que sorbes pero te equivocas
que estoy bebiéndome aquí
insistencia de tu mirada
contra la distancia quiébrala
y sigue.

Ah, la distancia y su isla
es el lugar más oculto
que el amante ofrece cautivo
con su cuerpo y beso en tierra.
La distancia es una charca
cercada de pasto amarillo y antiguo
que ahora mismo se la regalo al mundo
con la belleza primera de los siglos.
La distancia es no morir de sed
sino de bebiéndola vivirte
si madruga el amor en el verde cristal
los abiertos brazos
que se han puesto a trabajar deprisa
con el rayo de sol, la carta, aquí el beso
y ya te alcanz0.
Sabes que te alcanzo mientras tenga
silencio de amarte, no en papel
en sábana bordada con una estrella
y su número pegado a los otoños
Mañana es siempre
planeando sobre mi casa todavía
en la frescura del valle.

Pureza Canelo


Laberinto
               
Empedrar
el fondo de los lagos.

Volver al aula
de la que huiste.

Irse, otra vez desnuda,
a la vereda de confesión.

Comprender ahora
antiguos pecados de avaricia
robustos pecados de palabras.

A la poesía que sirvo es vivir.
Vivir primero, después la mano
que fabular pueda y sepa hacerlo
cuanto más mejor.
Decirlo amablemente
y que mi laberinto de algas
agrande lo que llevo escrito,
abel revuelto con caín,
qué más da.

Pureza Canelo


"Los que dicen la poesía es difícil, no se entiende, según el cerebro de la soberbia y la oquedad de la ignorancia. A esos los quiero fuera de mi vista."

Pureza Canelo


"Los versos que nacieron luego los podrá o no fagocitar su propia naturaleza, el tiempo, el lector, el nadie, el universo que ellos mismos arrastran. Por eso crear es un acto de fe, repetido tantas veces. El poeta no entiende de retener lo que tuvo; le interesa lo por descubrir, la opción desconocida es la que manda y debe esperar el acontecimiento. Ojo, no es eso de la llamada inspiración, sino la perseverancia, que es la gran avizora. En mi caso, cada libro supone un salto sin red: sólo así se persigue la evolución orgánica de una poesía, aunque sea de índole menor. Hay que evitar los dientes de sierra en las sucesivas publicaciones."

Pureza Canelo



Palabras

Palabras, oficio que no lo es.
Hojas que caen al suelo
y no me da tiempo a detenerlas.
Figuraciones mías, y amor, otra vez,
al compás, verso grande,
para la vida. El mío te quiere.

Anillo puesto en mi dedo
en un año cualquiera; sin nombre,
sin novio, sin recorte de lágrima;
vence, me vence el rostro,
la inquietud de mi ceguera es así,
y el monedero en el bolso, mi verso.
Amor en mi casa lo hay,
lo suplo con hablar, con anotar las deudas oscuras
en una noche; sola, solísima, yo me acompaño.

Y miro hacia atrás. Y miro.
Qué olvido tan grande tengo a todas horas
que no me hace morir ni de repente;
grande hasta mi cuello el tiempo
y mi cintura pequeña.

Pido una separación definitiva
con el mundo;
para más vida,
para tronchar la higuera
que ya no se contempla sólo; se mira,
se ríe, tiene dos frutos salientes, mujer, yo,
amor, flojo o fuerte en la nuca del corazón.

He avanzado por la tierra,
ya puedo ver el mar, toda la ternura de dos;
ya tengo el verso,
ya puedo morirme.
Ahora mismo, como un compás
que algo me valdrá en su cero.

Pureza Canelo






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