Al lector

1

Las palabras son vírgenes difíciles,
y escribir es arder en sus desaires,
y más quererlas, y asediar a un sexo
adivinado entre su noche oscura,
y enloquecer, y suplicar, y ya
propicias ellas, las palabras, vienes
tú y tú las gozas. Tanto urdir y arder,
¿sólo valió para una dicha ajena?

2

Digo mi palabra y todos
entienden lo que yo digo.

Alguno, hasta entiende el canto
de mi pájaro de símbolos.

Pero nadie sabrá nunca
el vuelo, el árbol, el nido.

Manuel Mantero Sáenz


En lo alto

La ninfa ha despertado.
Desnuda, no me teme.
Cansada está de tanto andar en sueños.
La hierba la sostiene como a cáliz tendido.
Vierte la fuente un agua confiada
en donde beben los que duran.
Ciervos rondan, perdices sobrevuelan.

Digo en voz baja mi deseo
y ella: “No. Volverás a mí
cuando aprendas los gestos y palabras
de los dioses.

                        Vuelve
cuando hayas aprendido a contemplarme.
Ver es humano y contemplar, divino

Manuel Mantero Sáenz



Eternidad

Ante mí, comprenderás
lo vasto
de la eternidad.

Lo ebrio
de la eternidad.

Lo amargo
de la eternidad.

Manuel Mantero Sáenz



GENERACIÓN POÉTICA DEL 50 (O DEL 60)

Míos son vuestra edad, nación, idioma,
no vuestro tema. No os entiendo,
oh aburrida asamblea monocorde
a los pies de los ídolos abuelos.
Me indago
como una espina penetrando un cuerpo,
lloro en Dios porque lloro lo que borro,
excavo mitos y en sus atrios duermo,
mi muerte tiene forma esbelta de ángel
no sé si de la guarda o del tormento,
mi palabra se afirma entre mis manos
golpeada y vertical (Colón y el huevo)
y es mi poesía contingencia mágica,
moderno aroma, juventud del hueso.

Esta mañana, al levantarme,
en vosotros pensé. No os pertenezco.

Manuel Mantero Sáenz



Juventud

Sé que la juventud
es igual en cualquier parte: joven. Y sé
que su vino es efímero.
Que la vida parece mejor de lo que es.

Pero tanto que sé, yo lo daría
por beber en su vaso otra vez.
Una vez.

Manuel Mantero Sáenz



La queja herida

Poeta. Es decir, náufrago que grita,
que quiere sacudirse la tristeza
de su isla desierta y exquisita,
cuando la muerte a rodearlo empieza.

Su queja, cada día, arroja escrita
al mar: botella verde, uña, corteza.
Cada día, iza al cielo una infinita
bandera roja que arde en la maleza.

Y si algún transatlántico de espanto
sorprende su mensaje de humo y llanto,
es inútil la búsqueda, el viaje.

La expedición arribará a la playa
y el poeta, en su cueva más salvaje,
esperará de nuevo a que se vaya.

Manuel Mantero Sáenz



“Siempre he pensado en la poesía como interpretación del mundo. No conocimiento, ya que me parece una exagerada arrogancia la pretensión, epistemológica y ontológica, de conocer la realidad que percibimos o que no percibimos, lo de fuera y lo de dentro. Cualquier tipo de arte y no sólo la poesía, debe pretender una transfiguración de lo real a través de la visión propia, un mágico nombramiento de lo real.”

Manuel Mantero














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