Aprender del arte de la fotografía
que los instantes no decisivos importan.

 Joan Bonet Gelabert


"El arte contemporáneo casi siempre ha sido elitista."

Juan Manuel Bonet


Escribir

Escribir –como si nada fuera importante–
el sencillo irse de las horas
sentado en la terraza de un café
de una provincia española.
Escribir, como si estuviera escrito
que el ruido de esas tazas sobre el mármol
tuviera que pasar el arroyo claro
de unos versos.
Escribir, como si nada fuera.

Juan Manuel Bonet
La patria oscura


"Estoy en paz, estoy tranquilo y creo que, por primera vez en mi vida -tendré que acostumbrarme a hablar como un muerto-, puedo decir que no me falta nada.
No sé a quién debo la iniciativa de este traje de San José que me han colocado. Es cómodo, pero yo no me veo muy presentable por decirlo de alguna manera. En estos momentos, con ganas de meterme las manos en los bolsillos y ponerme a silbar, ¿cómo hacerlo vestido de esta suerte?
El traje más bonito que he tenido fue uno de soldado de Aviación. Entonces, con aquel traje, me quiso una chacha, muy almidonada, que me hacía pasar a la cocina y me daba un huevo batido con jerez. Nunca me compró tabaco, aunque yo creía saber que las chachas compraban tabaco a los soldados de Aviación. Se lo dije un día y se enfadó. Me dijo que ella no era una viciosa de ésas. No la entendí.
La verdad es que he tardado mucho en entender a las mujeres. En esta casa, de la que acabo de salir con los pies por delante y como de medio ganchete, pues la escalera es muy estrecha, entré hace tres años con unos compañeros para colocarles a las señoritas un polibán.
El casero, con objeto de aumentarles el alquiler, había consentido hacer pequeñas mejoras. Las hermanas habían pedido un cuarto de baño. Tuvieron que conformarse con aquella muestra del polibán y la ducha. A mí me gustaba mi trabajo, en el que ya llevaba algún tiempo. Los albañiles ven crecer lo que hacen con sus manos, con su sudor, y el oficio no es, de verdad, complicado, ni tan siquiera fatigoso. Los días de lluvia e intemperie son más de los que la gente cree y uno goza de largas vacaciones. Uno se larga a la taberna y se deja de andamio. Así lo hacían muchos y así lo hacía yo.
Puede decirse que desde el polibán, ya no salí de aquella casa.
-¿Usted no tendría unas horas libres para arreglarnos la cocina? Hay una pared que se cae de humedad...
Y les arreglé la cocina, el lavadero después y más tarde blanqueé toda la casa. Durante una larga temporada -aquél fue un invierno duro, especialmente grato para mí- apenas si trabajé en otra casa que en las chapuzas de las hermanas, que también me cedieron a su cuñado, a Juan, casado con la cuarta hermana y con la casa llena de críos. Me pasé el invierno haciendo horas en alguna de las dos casas.
Entre otras cosas cambié el vicio de la cazalla por el del coñac, pues las hermanas tenían una botella para mí y me lo servía ella, la muchacha, con la que salía alguna que otra tarde al cine del barrio, que costaba poco y en el que se estaba muy caliente.
Yo tenía las manos ásperas, sin uñas apenas, casi no les daba tiempo a crecer. Casi no tenía tacto para lo suave y la piel de ella me pareció como irreal. Ella era la hermana más joven y la mimaban tanto como la exigían.
-¿Por qué te dejas controlar tanto?
Ella tenía un pequeño arranque de rebeldía, pero se quedaba en los comienzos. He sabido, cuando ya nada tiene remedio, que ella buscaba su comodidad, su tranquilidad, y que una palabra más alta que otra la descomponía, de un modo tonto, pero absoluto, por toda una jornada.
Me casé. También he sabido que me casaron o nos casaron. Y comenzó en la casa una guerra sorda. Me buscaron un nuevo trabajo. No era, esto es así, un oficio, era sencillamente una ocupación. Buscaron recomendaciones y me hicieron funcionario.
-Un funcionario es un señor -decían las cuñadas.
Iba a ganar poco dinero, pero como yo era espabilado y joven, "muy presentable" -decían las cuñadas-, quién sabe, a lo mejor llegaba lejos. Y tanto.
Las uñas volvieron a crecerme y hasta la piel de las manos se me puso blanca y menos rugosa. Aprendí a callar, a no ir a la taberna, a no decir lo que pensaba y a estar enfermo. Cuando estaba enfermo -siempre del estómago- ellas, cualquiera de ellas, llamaba por teléfono al jefe y yo me quedaba en cama.
-Por lo que te dan -decía la mayor-, lo mismo da que trabajes o que te quedes en cama.
Decía verdad. Aquello no era un trabajo. Yo no construía nada con mis manos, aunque -tal vez esto sólo sea una estúpida suposición mía- tampoco destruía otra cosa que no fuera mi salud.
No hubo hijos -yo creo, estoy convencido, y que Dios me perdone si no es verdad, que por decisión de las cuñadas- y las noches eran cada vez más largas."

Joan Bonet Gelabert
A ellas les sienta bien el luto



"La Movida no produjo grandes cosas; lo más interesante ya venía de antes."

Juan Manuel Bonet


"La política está muy presente en la gestión cultural, sí, pero le quiero contestar en positivo. Cuando he gestionado una institución –el Museo Reina Sofía o el Instituto Cervantes, por ejemplo–, lo he hecho pensando en términos amplios, de consenso. He procurado que estos centros cumplieran con su papel de ser puntos de encuentro entre diferentes ideologías o distintas artes. Por ejemplo, de todas las exposiciones con las que he tenido que ver, de la que estoy más orgulloso es la que dedicamos a Erik Satie en el IVAM porque rompía con la idea de que un museo sólo podía exponer cuadros. Ya en el Reina Sofía reivindiqué toda una época de la cultura española, con izquierdas y derechas revueltas. Fíjese que estuvieron a punto de coincidir las exposiciones de Alfonso Ponce de León, falangista asesinado en Madrid durante la Guerra Civil, y la de Francisco Pérez Mateo, que murió como miliciano defendiendo la República. No se me puede acusar de gestionar bajo un signo político. En España tenemos que acostumbrarnos a que la cultura tiene su ritmo."   

Juan Manuel Bonet


"Los artistas abstractos, a medida que se radicalizan a partir de los años sesenta, dejan de trabajar con el franquismo pero, en la década anterior, la promoción de Tàpies, Saura y Oteiza en las bienales de Sao Paulo o Venecia es notable. Allí ganan premios bajo bandera española llevados por un comisario inteligentísimo, Luis González Robles, quien negociaba allí el apoyo de los países del Este a cambio de su voto a los rusos. Saura contaba, entre risas, que sus cuadros viajaban en cajas en las que se leía: “Propaganda española”. Claro que el exilio fue un drama enorme, pero se pudo reconstruir después una cultura moderna, incluso en espacios oficiales. Julián Marías, quizás quien más ha reflexionado sobre el asunto, defendió siempre que el franquismo no fue un erial. La generación de los cuarenta y los cincuenta fue muy difícil, es cierto, pero, de pronto, surgen iniciativas importantes. Revista de Occidente vuelve a existir; Ínsula, de José Luis Cano, un vencido; Papeles de Son Armadans, de Cela, un vencedor que empieza a llamar a exiliados: Max Aub, Cernuda… No se puede decir que no hubo nada."

Juan Manuel Bonet


"Mi fuego central, probablemente, es la poesía. Luego, los poetas, en general, han sido buenos críticos de arte. A los que tenemos esa doble militancia no nos toman en serio en ningún bando. Yo me siento cómodo en ambos: cuando me aburro de los pintores, me voy con los poetas, y viceversa."

Juan Manuel Bonet



Un domingo en el Marne 

La vida es bella en el río, en la pantalla
fluyen serenas las aguas a ambos lados
de la barcaza, el color de las guinguettes,
tan demóticos paraísos entre ramas,
espacios de baile y vino blanco frío
rumbo a los cuales navega la mirada
en esta segunda posguerra del siglo,
parece mentira que Marne sea también
el nombre de una batalla, tan cercana
en el tiempo, navegando, los taxis
del Marne en la primavera de las guerras,
hoy en el irse de este río retornan
el piano de Poulenc, los cuadros, los trenes
en la memoria, por siempre la banlieue
color cereza, la vida es bella en el río.

Juan Manuel Bonet








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