Arte poética

En verdad, en verdad hablando,
la poesía es un trabajo difícil
que se pierde o se gana
al compás de los años otoñales.

(Cuando uno es joven
y las flores que caen no se recogen
uno escribe y escribe entre las noches,
y a veces se llenan cientos y cientos
de cuartillas inservibles.
Uno puede alardear y decir
«yo escribo y no corrijo,
los poemas salen de mi mano
como la primavera que derrumbaron
los viejos cipreses de mi calle»).
Pero conforme pasa el tiempo
y los años se filtran entre las sienes,
la poesía se va haciendo
trabajo de alfarero,
arcilla que se cuece entre las manos,
arcilla que moldean fuegos rápidos.

Y la poesía es
un relámpago maravilloso,
una lluvia de palabras silenciosas,
un bosque de latidos y esperanzas,
el canto de los pueblos oprimidos,
el nuevo canto de los pueblos liberados.

Y la poesía es entonces,
el amor, la muerte,
la redención del hombre.

Javier Heraud


Canción del amigo
(fragmento)

Si tú supieras
qué difícil
es vivir entre
cadáveres,
qué difícil
caminar con
los ojos cerrados,
porque ya no se puede mirar.
Y aquí (tenías
razón, toda la
vida seré un
niño)
olvido tus
pesares:
yo vivo entre
cadáveres
pero vivo entre
los míos
(lo cual es
siempre un
consuelo)
y tú sin embargo
recoges y bebes
el polvo de la
distancia.

Javier Heraud



El río

La vida baja como un ancho río.

Antonio Machado


1
Yo soy un río,
voy bajando por
las piedras anchas,
voy bajando por
las rocas duras,
por el sendero
dibujado por el
viento.
Hay árboles a mi
alrededor sombreados
por la lluvia.
Yo soy un río,
bajo cada vez más
furiosamente,
más violentamente
bajo
cada vez que un
puente me refleja
en sus arcos.

2
Yo soy un río
un río
un río
cristalino en la
mañana.
A veces soy
tierno y
bondadoso. Me
deslizo suavemente
por los valles fértiles,
doy de beber miles de veces
al ganado, a la gente dócil.
Los niños se me acercan de
día,
y
de noche trémulos amantes
apoyan sus ojos en los míos,
y hunden sus brazos
en la oscura claridad
de mis aguas fantasmales.

3
Yo soy el río.
Pero a veces soy
bravo
y
fuerte
pero a veces
no respeto ni a
la vida ni a la
muerte.
Bajo por las
atropelladas cascadas,
bajo con furia y con
rencor,
golpeo contra las
piedras más y más,
las hago una
a una pedazos
interminables.
Los animales
huyen,
huyen huyendo
cuando me desbordo
por los campos,
cuando siembro de
piedras pequeñas las
laderas,
cuando
inundo
las casas y los pastos,
cuando
inundo
las puertas y sus
corazones,
los cuerpos y
sus
corazones.

4
Y es aquí cuando
más me precipito
Cuando puedo llegar
a
los corazones,
cuando puedo
cogerlos por la
sangre,
cuando puedo
mirarlos desde
adentro.
Y mi furia se
torna apacible,
y me vuelvo
árbol,
y me estanco
como un árbol,
y me silencio
como una piedra,
y callo como una
rosa sin espinas.

5
Yo soy un río.
Yo soy el río
eterno de la
dicha. Ya siento
las brisas cercanas,
ya siento el viento
en mis mejillas,
y mi viaje a través
de montes, ríos,
lagos y praderas
se torna inacabable.

6
Yo soy el río que viaja en las riberas,
árbol o piedra seca
Yo soy el río que viaja en las orillas,
puerta o corazón abierto
Yo soy el río que viaja por los pastos,
flor o rosa cortada
Yo soy el río que viaja por las calles,
tierra o cielo mojado
Yo soy el río que viaja por los montes,
roca o sal quemada
Yo soy el río que viaja por las casas,
mesa o silla colgada
Yo soy el río que viaja dentro de los hombres,
árbol fruta
rosa piedra
mesa corazón
corazón y puerta
retornados.

7
Yo soy el río que canta
al mediodía y a los
hombres,
que canta ante sus
tumbas,
el que vuelve su rostro
ante los cauces sagrados.

8
Yo soy el río anochecido.
Ya bajo por las hondas
quebradas,
por los ignotos pueblos
olvidados,
por las ciudades
atestadas de público
en las vitrinas.
Yo soy el río
ya voy por las praderas,
hay árboles a mi alrededor
cubiertos de palomas,
los árboles cantan con
el río,
los árboles cantan
con mi corazón de pájaro,
los ríos cantan con mis
brazos.

9
Llegará la hora
en que tendré que
desembocar en los
océanos,
que mezclar mis
aguas limpias con sus
aguas turbias,
que tendré que
silenciar mi canto
luminoso,
que tendré que acallar
mis gritos furiosos al
alba de todos los días,
que clarear mis ojos
con el mar.
El día llegará,
y en los mares inmensos
no veré más mis campos
fértiles,
no veré mis árboles
verdes,
mi viento cercano,
mi cielo claro,
mi lago oscuro,
mi sol,
mis nubes,
ni veré nada,
nada,
únicamente el
cielo azul,
inmenso,
y
todo se disolverá en
una llanura de agua,
en donde un canto o un poema más
sólo serán ríos pequeños que bajan,
ríos caudalosos que bajan a juntarse
en mis nuevas aguas luminosas,
en mis nuevas
aguas
apagadas.

Una piedra
Piedra fría,
solenme piedra
¡si pudieras hablar
en mi costado,
si pudieras cantar en
tu vertiente!
Si desembocaras en un
ancho río,
Y trajeras la paz al
mundo entero,
al cantarte en tus
aguas destiladas,
alma serías en mi
frente oscura,
brazo serías
de mi antigua
cabellera.

Javier Heraud




“La falta de una ideología coherente. Es el planteamiento falso de este llamado “socialismo  humanista” lo que esta condicionando toda la marcha del Movimiento y que lo lleva a una praxis equivocada. Yo no creo que sea suficiente llamarse revolucionario para serlo… De ahora en adelante , me enrumbaré por la ruta definitiva donde brilla esplendorosa el alba de la humanidad.”

Javier Heraud



Mi casa

1

Mi cuarto es una
manzana,
con sus
libros,
con su
cáscara,
con su cama
tierna para
la noche dura.
Mi cuarto es el
de todos
es decir,
con su
lamparín que
me permite reír
al lado de Vallejo,
que me permite ver
la luz eterna de
Neruda.
Mi cuarto, en
fin,
es una
manzana,
con sus libros,
sus papeles,
conmigo,
con su
corazón.

2

Por mi ventana nace
el sol casi todas
las mañanas.
Y en mi cara,
en mis manos,
en el dulce
clamor de la luz pura,
abro mis ojos entre la
noche muerta,
entre la tierna
esperanza de
quedar vivo un
día más,
un nuevo día,
para
abrir los
ojos ante la
luz eterna.

Javier Heraud



Palabra de guerrillero

Porque mi patria es hermosa
corno una espada en el aire,
y más grande ahora y aun
más hermosa todavía,
yo hablo y la defiendo
con mi vida.
No me importa lo que digan
los traidores,
hemos cerrado el pasado
con gruesas lágrimas de acero.
El cielo es nuestro,
nuestro el pan de cada día,
hemos sembrado y cosechado
el trigo y la tierra,
y el trigo y la tierra
son nuestros,
y para siempre nos pertenecen
el mar
las montañas y los pájaros.

Javier Heraud


“Recuerda tú, recuerden todos que mi cariño y mi amor crecerán siempre, que nada ni nadie nos podrá separar aunque estemos lejos y que algún día nos reuniremos para cantar y llorar juntos, para abrazarnos y querernos más. Y que yo siempre seré el niño a quien tú tuviste en brazos aunque haya crecido por este tiempo que avanza y destroza los años,    pero no los recuerdos.”

Javier Heraud



Solo

En las montañas o el mar
sentirme solo, aire, viento,
árbol, cosecha estéril.
Sonrisa, rostro, cielo y
silencio, en el Sur, o en
el Este, o en el nacimiento
de un nuevo río.
Lluvia, viento, frío
y azota.
Costa, relámpago, esperanza,
en las montañas o en el
mar.
Solo, solo,
sólo tu sola risa,
sólo mi solo espíritu,
solo
mi soledad
y
su
silencio.

Javier Luis Heraud Pérez-Tellería



Una piedra

Piedra fría,
solemne piedra
¡si pudieras hablar
en mi costado,
si pudieras cantar en
tu vertiente!
Si desembocaras en un
ancho río,
Y trajeras la paz al
mundo entero,
al cantarte en tus
aguas destiladas,
alma serías en mi
frente oscura,
brazo serías
de mi antigua
cabellera.

Javier Heraud























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