Arte poética

La poesía no está en las ojeras inmorales de Ofelia
ni en el jardín de lilas.
La poesía está en la vida.
En las inmensas arterias llenas de gente en todas direcciones,
en los constantes ascensores,
en la cola de rápidos automóviles, de todas las formas y todos los colores,
en las máquinas de la fábrica
y en los obreros de la fábrica
y en el humo de la fábrica.
La poesía está en el grito del chaval que pregona diarios,
en el vaivén de millones de personas hablando, riendo o maldiciendo.
Está en la risa de la rubia del estanco,
vendiendo un paquete de tabaco y una caja de cerillas.
Está en los pulmones de acero cortando el espacio y el mar.
La poesía está en la dársena,
en los brazos negros de los cargadores de carbón,
en el beso intercambiado en el minuto entre el trabajo y el almuerzo
—y sólo ese minuto duró.
La poesía está en todo cuanto vive, en todo el movimiento,
en las ruedas de los trenes caminando, caminando, caminando
hacia tierras siempre más allá, lejos,
en las manos sin guantes extendidas hacia senos sin velos,
en la angustia de la vida.

La poesía está en la lucha de los hombres,
está en los ojos rasgados abiertos al mañana.

Mário Dionísio


Irremediable 

Cuando sigo en mi marcha eterna
justo en el ataúd, sereno y blanco,
estarás solo.
Y tal vez lo entiendas claramente
que, además de ti, yo era la única persona.
Las manos que te alcanzan
te serán irreales, como el humo.
Y todas las bocas estarán frías y muertas,
y todas las palabras frías y muertas,
todo frío y muerto para ti.
Tendrás el pelo liso
y ojos mojados
y manos abandonadas.
Y solo entonces (tan tarde) verás
con la lucidez que viene después de que se cumplen las cosas,
la verdad total.
tus ojeras moradas
y los hombros caídos bajo el peso de los brazos
será la medida exacta de esta palabra: angustia.
Un manto de inutilidad y vacío caerá sobre las cosas.
¡Ah, pero entonces será tarde, inmensamente tarde!
Porque estaré justo en el ataúd, sereno y blanco,
sin poder repetirme nunca más.

Mário Dionisio


Peor que no cantar

Peor que no cantar
es cantar sin saber lo que se canta

Peor que no gritar
es estar llorando sólo porque un grito en alguna parte se levanta

Peor que no caminar
Es ir caminando detrás de alguien que manda

Sin amor y sin banderas labradas sin paño
que el viento electriza
en la ruidosa confusión
del engaño

La Revolución
no se burocratiza.

Mário Dionisio











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